Ahora que sé el valor de los amigos,
ahora que no me importa tropezar,
ahora que sé que quiero estar contigo,
ahora que sé con quién no quiero estar.
Ahora que ya me inundan las goteras,
que ya no sé muy bien dónde acudir,
este otoño que busca primavera
responde al mal con ganas de vivir.
Aquí estoy yo rendido y desarmado,
desnudo como un hombre frente al mar,
deshojando entre el cielo y el pecado,
sabiendo que la meta es caminar.
Y mientras se organiza el pensamiento,
para pensar acudo al corazón,
solo quiero que atiendas un momento;
déjame que te cante una (mi) canción.
Ahora que no me caben ya más dudas,
que no le tengo miedo al qué dirán;
ahora que busco una verdad desnuda,
solo sé que no sé lo que será.
Ya no le temo tanto el calendario,
sigo teniendo ganas de soñar,
y aunque me impone tanto el escenario
más se impone el deseo de cantar.
Y así en la cuerda floja me mantengo,
de un mundo que no deja de sangrar
y entre versos y acordes entretengo
las ganas infinitas de llorar.
Mientras tanto, soporto este calvario
apoyado en el hombro de mi gente,
esa que aprieta como yo los dientes
luchando contra el dios del calendario.