Esto de hacienda, señores,
no hay cuerpo que lo resista;
su nombre sólo, acojona
más que el sillón de un dentista.
Te exprimen hasta los huesos,
te sacan los ojos,
te chupan la sangre;
te cortan las digestiones
y hasta los cojones
quisieran cortarte.
Déjanos para tomarnos,
al menos, una cerveza,
tenemos la boca seca
y nos duele la cabeza.
Déjanos que respiremos
aunque sólo sea un poquito
que para pagar las trampas
vamos a tener, ya mismo,
que empeñar hasta…este pito.
Todos los meses nos dejas
“pa” meternos en la cama
cuando vemos que el descuento
es más grande que la paga.
No quiero jugar contigo
porque tu marcaje
ya no hay quien lo aguante;
encueros quisieras vernos:
una mano detrás
y otra mano delante.
A mediodía, por las tardes,
de noche y cuando me acuesto,
no puedo hacer otra cosa
que pensar en los impuestos;
hasta he llegado a soñar
que creaba yo uno nuevo:
coger a los funcionarios
del Ministerio de Hacienda
y colgarlos por los huevos.