1. Ya no queda nada
de aquellos encuentros,
de aquellas miradas,
de aquellas monedas,
torpes ilusiones
echadas al agua.
Ya no queda nada.
Ya no queda nada
de pactos secretos,
de alegres mañanas,
del calor ardiente
que el amor derrama,
de aquellas promesas
ya no queda nada.
Los labios ansiosos,
las manos inquietas,
los brazos abiertos,
la arena y el agua.
Los versos ingenuos
las tardes de otoño
las flores ajadas
ya no tienen pulso,
son polvo, son nada.
No son ni recuerdo,
ya no queda nada.
2. Cuando duelen los besos
y escuecen las palabras,
cuando quema el recuerdo
y la música amarga,
vencen los rencores
gana la desgana.
Ya no queda nada.
Ya no queda nada
de aquellos jardines,
de aquella montaña,
de aquel trigo verde,
de aquellas manzanas.
De aquellas cosechas
Ya no queda nada.
Los labios ansiosos,
las manos inquietas,
los brazos abiertos,
la arena y el agua.
Los versos ingenuos
las tardes de otoño
las flores ajadas
ya no tienen pulso,
son polvo, son nada.
No son ni recuerdo,
ya no queda nada.