Hemos venido, Señor,
a sentarnos a tu mesa,
acompañando a tu madre,
la Virgen de la Cabeza.
Con ella como estandarte,
sudorosos del camino,
compartiremos el pan
y beberemos el vino.
Pastor de todos los hombres,
mira a estos pobres romeros
que quieren de tu rebaño
ser los mejores corderos.
Como Padre, te adoramos
y como hijos de Dios,
queremos estar contigo,
contigo siempre, Señor.
No dejes que nuestras culpas
nos impidan tu consuelo
y permite que este canto
vaya volando hasta el cielo;
que lo recoja tu Madre
y convertido en amor,
lo reparta por el mundo,
te lo pedimos, señor.