Quisieron motar el tinglao
allá en Marbella la honda;
pero allí no los dejaron
y se vinieron a Ronda.
Con el apoyo inocente
de la derecha de la ciudad,
empezaron el trabajo:
¡pronto vamos a volar!
Sin permiso ni papeles,
empezaron por la jeta
hasta que un día, de pronto,
se presentó Zulueta.
Gritaron los concejales,
herederos de la O.J.E.:
esto no se puede hacer (bis)
con el amigo Hohenloje.
Nosotros, los que pensamos
de una manera más seria,
no queremos aviones
que nos fastidien la siesta.
Porque esos señoritos
quieren ronda pa aparcar
y poner rumbo a la Costa
a jartarse de ligar.
Y nosotros mientras tanto,
aguantando sus ruidos
porque, el complejo turístico
¿dónde está, que se ha perdido?
Que nos dejen de aeropuertos
y de Gramáticas pardas;
que cojan sus aviones,
y aterricen como puedan
en el «coño La Bernarda».