El yacimiento arqueológico de Acinipo se ubica en una gran mesa caliza de origen terciario, con una altitud media de 999 metros sobre el nivel del mar. Su prominencia en la Depresión de Ronda le confirió un claro valor estratégico, factor éste que fue tenido en cuenta en épocas preromana y romana a la hora de emplazar el núcleo poblacional.
Este emplazamiento ha sido objeto de atención por parte de muchos investigadores; las primeras noticias aparecen ya en, el siglo XVI con Lorenzo de Padilla, siendo Fariña del Corral, en 1650, quién identificó el teatro como de época romana. Aunque la mayoría de los restos visibles son tales, no podemos olvidar otros muy importantes de origen prehistóricos.
Los hallazgos más antiguos se remontan al Neolítico, teniendo continuidad en la Edad del Cobre y la del Bronce. Va a ser en la fase prehistórica y con el impacto colonizador fenicio cuando Acinipo tenga un auge importante, que se verá rematado en época romana, precedida de la fase ibérica.
La factores que intervinieron en la ubicación de Acinipo en el espacio actual son múltiples. De una parte, el ser uno de los puntos más altos de la depresión de Ronda le confirió un claro valor estratégico y de dominio visual del territorio circundante. De otra, el hecho de encuentrarse en una zona de fácil comunicación con otras áreas de la provincia romana. Los accesos al Valle del Guadalquivir y a la costa gaditana son bien perceptibles, lo que le permitió fáciles contactos y relaciones comerciales con otras zonas, según se desprende de los hallazgos numismáticos (Acinipo gozó de la potestad de acuñar monedas). Otro factor que influyó en la ubicación de este núcleo fue la disponibilidad de tierras potencialmente fértiles para uso agrícola. Estas tierras, explotadas desde el Neolítico, tuvieron una gran importancia en época romana e incluso en nuestros días siguen siendo las más aptas para la agricultura de la Depresión de Ronda.
Predominaba el cultivo de la vid, de donde parece obtener su nombre (Acinipo:“tierra del vino”), aunque otros historiadores le dan la acepción de “lugar de caballos”. Por otro lado, el municipio de Acinipo se benefició, de los recursos existentes en su espacio natural próximo, tales como mármol y piedra para la construcción, y mineral de hierro y arcilla de excelente calidad para la producción alfarera.
Dado el espacio excavado, la fase romana es la más importante. No obstante, existen estructuras asignables a la fase prehistórica reciente, como las cabañas circulares con porche empedrado. De principios del siglo I antes de Cristo data al teatro, del que se conserva la estructura de la entrada, una buena parte de las gradas, la escena y los accesos del público. Asimismo, en el centro de la planicie se ha encontrado un resto importante del foro de la ciudad, parte de las antiguas termas y restos de otras instalaciones de la época romana correspondientes al siglo I antes de Cristo.
A partir del siglo III después de Cristo, Acinipo decae, siendo en el IV cuando el núcleo urbano pierde su papel dominante en la zona, pasando éste a la cercana Arunda (Ronda). 
Los miembros del TES de Ronda, allá por la primavera del año 1.971, hicimos en el Teatro unas declamaciones del romancero, cuando aún no se había restaurado, y posteriormente en el año 1.998, ya con el escenario acondicionado, y limpio medianamente el recinto, representamos “La vida es sueño” de D. Pedro Calderón de la Barca en homenaje a nuestro compañero y amigo Juan Antonio Sánchez Ramírez, cuyas cenizas reposan en este lugar, origen del teatro en Ronda. Allí, en un acto íntimo y muy sentido, dejamos sus restos para que por siempre Talía lo tenga en su regazo.

ACINIPO

Parece ser que ahora se está pensando en tomar las medidas oportunas para que este centro arqueológico, el más importante del entorno de Ronda, se recupere y se ponga en valor, como otros recintos romanos de Andalucía. Pero las cosas de Palacio, van despacio. ¡Muy despacio! ¡Desesperantemente despacio!

Este lugar de caballos,
esta meseta de vinos,
con sus lugares sagrados
y su horizonte de olivos
tuvo poder en sus manos
y dioses con apellido.
Fue reina de estos ribazos,
señora de sus vecinos,
amapola entre los cardos
del cortado precipicio.
Luego, el ocaso despacio,
la venganza del destino,
el fin de un itinerario
y el comienzo de otro ciclo.

De nuevo aquí un nuevo caso
en la historia repetido:
las glorias de los humanos
se las merienda el olvido.

AMANECERES Y ATARDECERES

AMANECERES


La oscuridad se rinde poco a poco
frente al sutil empuje de la aurora
mientras una penumbra embriagadora
dibuja un lienzo ingrávido y barroco.

El sol se viste su mejor plumaje
cuando traspasa el muro de la noche,
cerrando la penumbra con el broche
de luz que va sembrando en su viaje.

Se acerca a Ronda con un tenue rosa
que dulcemente se convierte en clara
farola alucinante, pura y rara

linterna impresionante y luminosa
y rojo de pasión ya se prepara
a soñar en los brazos de una diosa.

ATARDECERES


Anda buscando el sol su madriguera
y en Ronda deja un rastro de primores,
un mosaico de plácidos colores,
un brochazo de eterna primavera.

Rompe el velo la clara cordillera
dibujando paisajes soñadores,
de tardes, de penumbras y de albores
vestidos por la gama arrebolera.

Lanza en su adiós un luminoso guiño
al Tajo que descansa bajo el Puente
y lo mismo que duerme y sueña un niño

con pesadez de sueño se retira.
La noche se presenta de repente
mientras la tarde sin dolor expira.

Ya los grandes poetas que esta ciudad ha dado y sobre todo los grandes poetas que en esta ciudad han estado, han descrito con soberbia pluma y con profundo sentido poético, ese regalo que Dios ha hecho a Ronda, de su espléndida situación en medio de estos riscos que circunvalan, como anillo de compromiso matrimonial, esta pisada blanca en medio de las dos planicies. ¡Hasta que la muerte nos separe!

Nos tendríamos que situar en algunos de los rincones estratégicos de nuestra ciudad para ver, primero, los amaneceres y, después, los atardeceres. Para aquéllos, la situación puede ser en los miradores que están orientados al este, es decir hacia las sierras que dan al mediterráneo, orientación sur-sureste. Lo podemos hacer desde La Ciudad o bien saliendo por la carretera del Burgo o de San Pedro de Alcántara-Marbella.

Desde Ronda nos podemos situar en la parte alta de la calle de los Remedios, desde donde percibiremos, al amanecer, un contraste de luces y colores que nos dejaran anonadados. Veremos esa calle de los Remedios con sus cierros negros, su cal blanca y sus balcones floridos, llenos de esa seudoluz, que, con un poco de paciencia, veremos cómo los va iluminando a la par que el sol empieza a salir por las quebradas rocas de Sierra Hidalga y de la Sierra de las Nieves. Tendremos la impresión de que el mar azul ha empezado a soltar esos rayos de luz azules, amarillos y rojizos para que los serranos los disfrutemos.

El mirador del Paso de Cuenca será una atalaya espectacular para, bajando, disfrutar del circulo solar rompiendo las sierras y elevándose perezosamente hasta llegar a deslumbrar. Salimos a la calle Real y subimos por la de Santo Domingo hasta pasar el Arco de Felipe V y desde ese mirador, hacia las murallas, veremos también al rey sol salir e iluminar a aquéllas, la Puerta de la Ecijara, el Espíritu Santo y todo el sector este de Ronda. Al principio, rosácea Ronda; después,s amarillenta Ronda, para al final, machacada por el sol, verla iluminada y vestida de sol.

Para los atardeceres, deberemos buscar la orientación contraria, es decir, la orientación sur-oeste, oeste. Hay infinitos puntos para disfrutar de la caída de las tardes en Ronda. Desde el Puente Nuevo hasta la cornisa de La Dehesa, es decir, toda la cornisa oeste que nos llevará desde el Puente Nuevo a la cornisa del Parador, el Paseo de Blas Infante, el Parque, el Paseo de los Ingleses, al Hotel Reina Victoria y el camino de la Dehesa del Mercadillo.

Las puestas de sol en Ronda son espectaculares. En el mundo hay muchas, pero estas no son ni mejores ni peores, son diferentes. Cuando el sol empieza a caer y se acerca en silencio hacia la serranía, en su sector de Cádiz, parece que lentifique su caída para que lo podamos disfrutar más tiempo. Y empiezan esas tonalidades de luz intensa a menos luz y más color a entrar en las sierras y empezar a perderse entre ellas, que lentamente van devorando el círculo solar, dándole colorido a la línea infinita entre el cielo y la tierra. ¡Adiós sol!, hasta mañana que te veremos desde mi ventana.

La Cueva del Gato es, en realidad, la boca sur del sistema espeleológico denominado Sistema Hundidero-Gato, aunque habitualmente se suele conocer a todo el conjunto por el nombre de ésta, su entrada más famosa.
Se trata de uno de los sistemas más importantes de Andalucía y de España, con agua permanente, simas, lagos, sifones y cierta peligrosidad, debido a que las intensas lluvias de la zona hacen variar el cauce subterráneo con gran rapidez, lo que ha provocado la muerte a varias personas.

La Cueva del Gato está situada entre los municipios de Montejaque y Benaoján, en la provincia de Málaga (España), dentro del Parque Natural Sierra de Grazalema, a unos 15 Km. al oeste de Ronda
La sima o Cueva del Hundidero se sitúa a unos 3 kms. al norte de Montejaque, junto a la carretera MA-505, estando la boca superior o de entrada al sistema a una altura de 593 m. El sistema se desarrolla en un total de 7.818 m y un desnivel de -219 m, con un recorrido principal de 4.500 m en dirección Norte-Sur hasta la boca sur o inferior de la Cueva a una altura de 423 m, justo en el río Guadiaro y junto a la carretera MA-555, de Ronda a Benaoján y a la vía del ferrocarril Ronda-Algeciras.
Desde esta vía y desde la carretera de Ronda a Benaoján se divisa una panorámica espléndida de la entrada sur del Gato, que es la que le da nombre a la Cueva, pues la boca tiene la figura de un felino con las fauces abierta y como dos ojos (oquedades) en la parte superior.
Es un espectáculo, en otoño e invierno, ver la cantidad de agua que brota de la cueva y que va a morir al río Guadalevín (Guadiaro posteriormente ,al unírsele el Genal). 
Al igual que toda la Sierra de Grazalema, se trata de una zona cárstica de roca caliza donde el agua ha generado un impresionante mundo subterráneo. El sistema Hundidero-Gato recoge el agua de una amplia y relativamente llana cuenca que forma el río Gaduares, también llamado Campobuche, que nace cerca de la localidad de Villaluenga del Rosario, a unos 15 Km. al Suroeste de la Sima de Hundidero, donde dicho río desaparecía para volver a aparecer en esta cueva y confluir con el río Guadiaro.
En 1920, y a lo largo de la Dictadura del General Primo de Rivera, se construyó una presa hidroeléctrica (llamada “Presa de los Caballeros”) en la misma Sima de Hundidero para intentar aprovechar este cauce permanente, pero el agua encontraba otras filtraciones, que se intentaron taponar con hormigón, aunque sin éxito, por lo que finalmente se abandonó la obra. 

CUEVA DEL GATO

Sin embargo, estas modificaciones provocaron que el agua ya no fluyera por la misma Sima de Hundidero ni por la primera sección de la cueva, sino que las nuevas filtraciones aparecen un poco después. Durante estas obras también se construyeron puentes, escaleras y pasadizos en el interior, algunos de los cuales se pueden observar todavía, pero también destruyeron un gran número de formaciones calcáreas.


 El útero amante
de la ardiente tierra
devora a los hijos
que a su paso encuentra.
Boca que conduce
a grutas siniestras
a un reino de sombras,
de charcas serenas;
voces del infierno
retumban en ellas.

Un tesoro que la tierra
devuelve al que la trabaja,
una justa recompensa
bajo su piel soberana.
Es un milagro poder

convivir con las raíces,
saber que este loco empeño
es una lucha terrible,
que se pierde en la distancia
de un tiempo ciego, infalible.
Estas ramas que echan frutos
aquí bebieron su sabia,
los calostros ancestrales
siguen saltando las tapias.
La vida sigue apuntando
firmemente hacia el mañana.

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CUEVA DE LA PILETA

La Cueva de la Pileta se encuentra situada en la Serranía de Ronda, en el término municipal de Benaoján, a unos 20 kilómetros de nuestra ciudad. Está situada a 670 metros sobre el nivel del mar, en la vertiente sur del “Cancho, de Las Mesas”, un cerro rocoso situado entre la sierra de Palo y la de Juan Diego, las cuales discurren paralelas al río Guadiaro.

José Bullón Lobato, nace en Alpandeire en el año 1.885 y fallece en Jimera de Libar en 1.940. Era un colono que tenía arrendado ese terreno a un terrateniente de Ronda llamado Juan Ortega. Se trata de un terreno amesetado, en el término de Banaoján, conocido como el “Hoyo de Harillo”. Para mejorar las tierras, José, necesitaba un tipo de abono que producen los murciélagos en sus excrementos, conocido como “murcielaguina”, por lo que decidió entrar en una sima próxima, conocida como la “sima de los murciélagos” (hoy de las grajas). Ató una cuerda en el exterior de la misma y descendió por ella unos treinta metros hasta llegar a tocar suelo, portando una lámpara de acetileno, quedando maravillado de lo que veían sus ojos.

En el año 1.909, el arqueólogo y militar retirado, William Verter, inspecciona la Cueva consiguiendo sacar de la misma, restos humanos petrificados, como asimismo de animales y piezas de cerámica de gran valor arqueológico. Los restos óseos los envió a Londres al científico Arthur Keith, del Real Colegio de Cirujanos, el cual le remitió un informe en el que decía que los huesos eran de un homínido del Paleolítico. Los restos los componían cabezas de femur y de tibias, y restos de animales que parecían ser de una especie caprina desconocida en la actualidad.

En el año 1.944, Tomás Bullón García, hijo de José, baja con una cordada por una sima de setenta y dos metros, que le conduce a otra parte de la Cueva en la que encuentra un esqueleto de mujer. Anteriormente, en el año 1.924 Tomás Bullón había descubierto la que hoy es la entrada principal de la Cueva. Tomás murió en el año 1.961 y sus hijos han sido los grandes adaptadores del interior para hacer más cómoda las visitas, con una serie de escalinatas labradas en la misma piedra, pasajes y accesos.

Yo tuve la ocasión de conocer a José Antonio, nieto de José Bullón e hijo de Tomás con el que hice muy buena amistad, ya que mi primera mujer, María de los Ángeles, era familiar de ellos por vía paterna (Lobato. Por esta razón he tenido la suerte de visitar palmo a palmo la Cueva de la Pileta, que toma su nombre de una pequeña pila de agua que hay en el interior y he podido bajar, como una excepción, a la gran sima, que habitualmente no se visita por las dificultades que implica el descenso, que hice con unas cordadas y unas escaleras. Pude ver a la “chica petrificada” como asimismo la grandeza de este Monumento Paleontológico de unas dimensiones excepcionales, con una serie de estalactitas y estalagmitas que han dado unas formas particulares al conjunto y a los que los hermanos Bullón, nietos de José e hijos de Tomás, (Tomás, Eloy, José Antonio y José) les han ido poniendo nombres, dependiendo de la forma y el parecido a animales, edificio y objetos: La Catedral, El murciélago, Los Órganos…etc.

Las pinturas en el interior son realmente un espectáculo que sólo se encuentran en esta Cueva . Se pueden ver yeguas preñadas, cabras, innumerables cabezas de animales, signos de todo tipo y, sobre todo, el espectacular y extraño Pez, en la sala de su propio nombre.

Según el abate francés. Henri Breuil, jesuita, en carta dirigida a José Bullón Lobato, en el año 1.912: “No permitas que nada dañe la Cueva. Sus pinturas son un tesoro que no tiene precio”.

Las Cuevas de San Antón son unas oquedades labradas en el interior de la roca, que se encuentran situadas justo enfrente de la depresión más alta del Tajo de Ronda, es decir, de la Alameda, sobre una loma o lugar conocido como de la Virgen de la Cabeza.
Se desconoce cuándo fueron labradas estas oquedades pero sí que una comunidad de ermitaños conocida como de Gregorio López rendía culto a una imagen milagrosa llamada “Virgen de la Cabeza”. Las primeras noticias que se tienen de esta comunidad y su culto a la Virgen de esa advocación nos la trae Rivera de Valenzuela, que en sus opúsculos del año 1.766, recoge el acuerdo del Cabildo de Beneficiarios por el que se ruega que la milagrosa imagen sea traída hasta el Convento de San Francisco, para desde allí trasladarla en procesión a Santa María y, después de hacer distintos oficios, regresarla a su capilla original.
Posteriormente a estos sucesos, a finales del siglo XVIII, el Vicario de Ronda formó una Hermandad con un grupo de persona de la ciudad, a la vista de que los ermitaños al ir desapareciendo, habían ido abandonando la capilla y el culto a la Virgen. Como quiera que la cueva sufrió unos derrumbamientos, hubo que trasladar la imagen al convento de Santa Isabel. Y se debiera a la invasión francesa o a causas de tipo social, lo cierto es que la Hermandad quedó reducida a la mínima expresión.
Fue el Marqués de Salvatierra, D, Gaspar Atienza, natural y vecino de Ronda, el que encontró el libro de la institución de la Hermandad y pudo reorganizarla en el año 1.850. Por ser el nuevo iniciador quien era, muchos rondeños vinieron a formar parte de la misma, restaurándose el Santuario y volviendo la imagen de la Virgen a él. Después, D. Rafael Atienza y Huertos consiguió que la Hermandad recibiese el título de Real en abril de 1.858. Luego, muchos devotos, sus propios hermanos y algunos personajes importantes de la vida social rondeña, han ido donando a dicha institución objetos de bastante valor para el decoro de la Virgen y también para ornar la capilla, que en la actualidad está totalmente recuperada con el gusto que la Hermandad y la Real Maestranza han conseguido darle.
Sigue recibiendo anualmente la visita de la Virgen de la Cabeza con una Romería que se celebra cada mes de junio. Esta Romería se ha recuperado en los últimos años del siglo pasado y actualmente tiene un grupo de hermanos que trabajan incesantemente a favor de la devoción de su titular, la Virgen de la Cabeza.

CUEVAS DE SAN ANTÓN

Hoy se pasea la Virgen
desde la iglesia a la ermita;
un perfume mariano
en las calles se respira
y el alma entera se llena
de colores y de vida.

¡Ay, Virgen de la Cabeza!
van cantando los rondeños
y repiten las campanas:
eres reina de los cielos
y de Ronda, soberana.

Vamos todos al camino
que se parece al del cielo,
con la cornisa del Tajo
que te levanta del suelo
y Ronda, al fondo, esperando
de la Virgen su consuelo.

¡Ay, Virgen de la Cabeza!…

Cuando pasan por el puente
van catando los romeros
una plegaria que vuela
de los labios hasta el cielo
y la Virgen la recoge
y la acuna entre su pecho.

¡Ay, Virgen de la Cabeza!…

Las carrozas lentamente,
avanzando paso a paso
van guiadas por la Virgen
que es la luz de los serranos,
es la estrella del camino
que alegre nos da su mano.

¡Ay, Virgen de la Cabeza!…

DOLMEN DE EL CHOPO

Un aura tiene este sitio
¿milenario, millonario?
que sobrecoge, que deja
lleno de magia el espacio.
Allí me imagino al hombre
dando sus primeros pasos,
a las mujeres pariendo,
los cazadores cazando.
Allí se palpan los siglos
y se asiste por ensalmo
a las primeras palabras,
a los primeros abrazos,
al principio de este cuento
de victorias y fracasos.

En los alrededores de Ronda se encuentran restos de antiguos monumentos funerarios de mucha importancia arqueológica. Tal vez, el principal de ellos sea el Dolmen del Chopo o La Giganta, que recibe su nombre por unos árboles enormes de ese tipo que hay en su vecindad.
Los dólmenes son estructuras enormes de piedras de unas dimensiones gigantescas, clavadas en la tierra, que se elevan a una altura de entre dos y tres metros y que está cubiertas por una o más piedras de entre tres y diez toneladas, para cerrar un espacio longitudinal cercano a los siete metros. Este lugar estaba destinado a los enterramientos y en ellos se dejaban dibujos con distintos motivos.
El Dolmen del Chopo se encuentra en el paraje conocido como «Los Arenosos», muy cerca del puerto de Montejaque, aunque para acceder a él es necesario tomar la carretera que, una vez pasada la curva que lleva al puerto, nos conduce a Grazalema-Ubrique, en un finca privada, a la que se puede acceder a pie. Desde la carretera al dolmen hay unos ciento cincuenta metros, que se recorren por el centro del sembrado.
Se cree que este monumento funerario puede datar de finales del Neolítico y en él se debieron de encontrar una buena cantidad de motivos pintados, por los restos de pigmento que se pueden observar en la actualidad.
Una vez allí nos encontramos con éste gigante funerario, compuesto por tres piedras megalíticas y sobre ellas la que cubre el monumento. Hay una cavidad muy mal conservada, que se supone era donde se producían los enterramientos de nuestros antepasados. Han sido identificados hasta la fecha, a la espera de estudios más concienzudos, dos figuraciones, una antropomorfa “tipo golondrina” y otra, un halo de pintura roja.
Es lastimoso el estado en el que se encuentra este dolmen y las agresiones que ha sufrido de todo tipo, sin que las autoridades oportunas se hayan ocupado de él. Un monumento de tan alto valor histórico merece otro nivel de atención y la dejadez en que se halla es francamente denunciable y nosotros lo hacemos desde esta humilde obra. La verdad es que tampoco el pueblo ha puesto en valor y consideración los restos arqueológicos que rodean nuestra ciudad y que representan nuestro pasado, nuestros ancestros y la memoria histórica de la civilización del siglo XXI.

GUADALEVÍN

El río Guadalevín nace al pie de la Sierra de las Nieves, en la Provincia de Málaga, en la Serranía de Ronda; es el torrente que en la Terciaria, formó el famoso Tajo que ha hecho de Ronda una de las ciudades más visitadas de Andalucía y una de las más espectaculares de toda España.
Este río toma su nombre del árabe Guadi-al-Labal (río de la leche). Se forma, hasta convertirse en el Guadiaro por una serie de arroyuelos y afluentes que le dan vida. Al inicio de su andadura se llama río Grande; posteriormente, llegando a la los bajos del Mercadillo, se le une el arroyo de La Toma, en la embocadura de la garganta del Tajo, se le une el arroyo de las Culebras; y justo en los bajos del Puente Viejo sale el surtidor espumoso de aguas limpias y brillantes, conocido como La Mina de Ronda, que le da nombre al río y gran parte de sus aguas.
Los árabes, cuando vieron este surtidor enorme y blanco le llamaron Guadi-al-Labal, es decir «el río de le leche». A partir de ahí toma este nombre que va a conservar hasta dejar de serpentear y caer para unirse al río Guadalcobacín, arroyuelo que nace en la Ventilla y tras pasar por Arriate y haber movido el Molino de La Puente, va a dar sus aguas a aquél; finalmente se le unen las cristalinas aguas que surgen de Hundidero y Gato, el arroyo de Benaoján para, tomando las aguas del río Genal, empezar a llamarse Guadiaro.
Éste río nuestro, porque es de Ronda su nombre y su apellido, va al mar Mediterráneo por Guadiaro, un pueblecito típico de la provincia de Cádiz, que recibe como un tesoro sus, ahora depuradas, aguas. El Guadalevín ha sido un río industrioso, además de ser un poemario dedicado a Ronda por escritores y poetas.
Como industrioso no debemos olvidar su suministro de aguas a la ciudad en tiempos pretéritos, su aportación a la molienda de los molinos de trigo de Tajo de Ronda, el regadío de nuestras huertas del Tajo, la producción de electricidad con nuestra central eléctrica y la producción de aceite con el molino de La Puente. Sin olvidar que después ha ido enriqueciendo las zonas bajas del valle que lleva su nombre.
Como anécdota contaré que yo estuve a punto de perder la vida en él; me salvé gracias al grupo de amigos que me acompañaba en la escapada que habíamos hecho al fondo de Los Molinos para tomar un baño en un remanso. Me subí a lo más alto de una roca y resbalándome caí a los más hondo de la citada balsa. Casi perdí el sentido y como no sabía nadar, me tuvieron que sacar medio ahogado; el personaje que lo hizo, ya fallecido, era mi amigo Gonzalo “el Ñoño”, célebre “comparsero” de Ronda que vivía a espaldas de mi casa. El disgusto de mi madre fue mayúsculo y el miedo que yo pasé me hizo odiar el agua para siempre, hasta tal punto que desde entonces jamás me he atrevido a nadar ni a bañarme en ríos ni mares. ¡Cosas de crios!

Guadalevín tortuoso,
hijo de recias montañas,
que clava al pasar por Ronda
una enorme puñalada
que rompe en dos la leyenda
y en vil huida se escapa
y fugitivo se pierde
hacia el mar, en su escapada.
Entre juncos y entre adelfas
al correr deja preñadas
las huertas de la ribera
y la tierra que lo abraza:
seca tierra que suspira
porque detenga su marcha.
Guadalevín violento,
con tu feroz puñalada
fraguaste dos corazones,
las dos Rondas que te guardan,
la que mira al horizonte,
la que duerme en sus murallas.
¿Cómo has podido dejar
tanta belleza a tu espalda?
Guadalevín tortuoso,
hierro de espuma y escarcha,
acero de niebla y bruma,
puñal que a Ronda apuñala,
hoy, agua dulce que vuela,
mañana, sangre salada.

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MOLINOS DEL TAJO

Por los molinos del Tajo,
entre espumas y chumberas,
revolotean los grajos,
en su danza viajera.

Ruge tremuloso el viento
en infernal sinfonía
silbando la melodía
del averno en movimiento.

Y los Molinos, abajo
esperan pacientemente
el agua que vierte el Tajo
por la quebrada del puente.

En los Molinos del Tajo,
entre silvestres chumberas,
hacen sus nidos los grajos,
negra pasión sin fronteras.

El río Guadalevín que baja de las sierras por distintos caminos, como culebras que se van uniendo para formar este cauce profundo y hondo, se encañona al llegar a la garganta del Tajo y es estruendoso el ruido ensordecedor que hace en su caída por debajo del Puente Nuevo. Se pensó que esa energía que el río desarrollaba se podría aprovechar de alguna manera y de ahí nació la idea de instalar en la bajada y en la salida de la garganta unos molinos.

Dicho y hecho. Manos a la obra y a hacer lo que en muchos otros lugares de España ya existía, el aprovechamiento de la fuerza descontrolada del agua de los ríos. Así que los rondeños, a mediados del siglo XVIII ,y aprovechando unas instalaciones árabes que existían en la zona derecha de la salida del la garganta del Tajo, construyeron una serie de molinos.

Para ello necesitaron primero detener el agua, lo que hicieron aprovechando el estrechamiento de la garganta antes de su llegada la Puente Nuevo, donde construyeron una pequeña presa y realizaron una canalización desde la misma por los bajos del Puente, hasta el primer molino.

Encadenaron ocho construcciones, que aprovecharon asimismo para viviendas de los molineros y sus familias. El agua, al paso por cada molino, producía un estruendo enorme e iba de uno en otro hasta llegar casi al valle, donde , una vez utilizada volvía al cauce para así servir de riego para los hortelanos.

En el año 1.928, hubo un desprendimiento del lateral izquierdo del Tajo que produjo la destrucción de tres de los molinos con las consiguientes victimas. Un total de catorce personas fallecieron en esta tremenda catástrofe.

Posteriormente, la Compañía Sevillana aprovechó esas ruinas para instalar una central hidroeléctrica que ha estado funcionando hasta que, definitivamente, se instalara una nueva en el valle, para lo cual la propia compañía hizo un túnel que, atravesando la roca norte, va desde los bajos del Puente, en la salida de la presa, hasta los bajos del Asa de la Caldera y desde allí producía el salto a la central, hoy en desuso, ya que la Compañía Sevillana-Endesa importa electricidad más barata que la fabricada de esta guisa.

Quedan todavía las ruinas de una bajada que la compañía hizo a base de grapas de hierro que iban desde la Casa de la Viña hasta las instalaciones de la Central. Hoy, su uso se ha convertido en un peligro, pero en los años cincuenta los críos nos colábamos por la casa y utilizábamos las grapas para bajar; la verdad es que se ahorraba bastante tiempo.
Los molinos del Tajo de Ronda se están restaurando en la actualidad, como asimismo los accesos, por la Escuela Taller de Ronda, con la idea de convertirlos en instalaciones para los universitarios y los cursos de posgrado que se celebran en Ronda, impartidos por la Universidad de Málaga. Espero que en algún momento se vean terminadas las obras, para el bien de Ronda. Pero las cosas de palacio…¡van despacio, despacio!