FERNANDO DE LOS RÍOS

Luchó contra la España de alma quieta
y a favor de alumbrar otros senderos
ocultos por la historia, prisioneros
de miedos y verdades incompletas.

Se enfrentó a los fantasmas del pasado
con la esperanza puesta en el futuro
ante unos tiempos con el rostro duro
de rencores sin fin apasionados.

Pero esta patria,  pródiga en quimeras
que juega con delirios de grandeza,
que cubre el fanatismo con banderas

y troca las razones en fiereza,
no lo dejó ni vislumbrar siquiera
la España que llevaba en la cabeza.

Otro de los personajes apellidado “de los Ríos” natural de Ronda, donde naciera el año 1.879, para morir, exiliado, en Nueva York en el año de 1.949. Tal vez haya sido el político más importante de los oriundos de nuestra ciudad. Afiliado al Partido Socialista Obrero Español, ha sido en el siglo XX uno de los políticos más preclaros de la vida Española.
Ocupó las Carteras Ministeriales de Justicia, en el Gobierno Provisional de la Segunda República; de Instrucción Publica (diciembre de 1.931 a junio de 1.933)) y de Estado (de junio a septiembre de 1.933). Exiliado en Nueva York, fue Ministro de Asuntos Exteriores del Gobierno Republicano en el Exilio. Asistió a la Conferencia del Trabajo de 1.919 en Washington, siendo dirigente del PSOE. Maestro masón, perteneció al triángulo “Alhambra nº 39”, fue un hombre muy vinculado a la Institución Libre de Enseñanza. Será el defensor de la Libertad, así con mayúsculas, y un hombre de Estado de los más importantes de esa época del socialismo. En esta parte de la historia de España supo mantenerse al margen de los radicalismos, sin renunciar a las esencias del movimiento obrero.
Por estar en desacuerdo con la Dictadura del General Primo de Rivera, con la que otros compañeros, que se consideraban más radicales, colaboraron, renunció a la Cátedra de la Universidad de Granada. Abandona España y se traslada a Nueva York donde impartió clases y conferencias, como asimismo en la Universidad Nacional de Méjico. A su regreso a España consigue, por oposición la Cátedra en la Universidad Central.
Es en Granada donde consigue su primera acta como diputado, gracias al apoyo del sector obrero de los granadinos, sobre los que poseía un enorme ascendente. Redactó el Estatuto Jurídico del Gobierno de la II República, periodo en el que desempeñó los distintos Ministerios ya reseñados. Estando al frente del de Instrucciones Públicas se produjo un aumento muy importante, diríamos que sobresaliente, de las Escuelas Publicas, muy deficitarias en etapas anteriores.
En Ronda, su ciudad natal, se le han hecho varios homenajes y colocación de una placa en la casa donde nació, así como series de conferencias sobre su persona, política y cultural, llevadas a cabo por personalidades del mundo político español y de compañeros del Partido Socialista. Como ultimo homenaje por el momento, Unicaja ha puesto su nombre a uno de sus colegios, el ubicado en el barrio de San Francisco, en el antiguo convento.

DIEGO EL DE EL GASTOR

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DIEGO EL DEL GASTOR

En contacto con su pecho,
como un trasunto del alma,
lanza sus flores al viento
la fuente de su guitarra.
Vuelan notas, teje sueños,
brotan duendes, cubre canas
y en los balcones del cielo
suenan celestiales palmas;
que siga tocando Diego
que siga sembrando magia
que siga ardiendo su fuego
dentro de cada guitarra.

El azar quiso que cuando su familia regresaba a Ronda de uno de los viajes de negocios por la comarca, Diego Amaya Flores viniera al mundo en la posada de la vecina localidad de Arriate en 1908. Sus padres naturales eran de Grazalema él, y ella de Cortes de la Frontera. Fue bautizado en Ronda, y en 1912 marcha desde aquí  hacia El Gastor, donde pasaría su juventud y de donde años mas tarde tomaría su nombre artístico. En 1923 se traslada con su familia a Morón de la Frontera donde fijaron definitivamente su residencia.
Emparentado con Aniya la Gitana (sobrino-nieto), estaba dotado de una gran  sensibilidad e intuición para la música. Comienza a frecuentar Ronda a finales de los años sesenta. En Diego se cumple el refrán: “de casta  le viene al galgo” o aquel otro “De tal palo…”. Su padre, cantaor no profesional,
conservaba  los cantes de Aniya, y su hermano José era tocaor; él le enseñó los secretos de la guitarra.
Conocía todos los toque flamencos, pero su preferencia la dirigía hacia determinados estilos de soleares, seguiriyas y bulerías.  Hay quien ha manifestado que era un cantaor corto, es decir, de poco repertorio, precisamente basándose en esa preferencia  en los toques, que decíamos anteriormente. Diego no gustaba del aplauso y el ruido; sólo pertenecía al silencio y, al final, el ruido pudo más que él mismo. Tal vez por esto, su trayectoria artística se desarrolló principalmente en reuniones de cabales, salvo esporádicas actuaciones en público y en programas de televisión, lo que no fue impedimento para que su fama  llegara a ser universal, dadas las características personalísimas de su toque.
Lo importante en la vida de Diego es su guitarra, su toque, que contiene más alma, más duende, que el toque de cualquier guitarrista flamenco de  hoy en día; sin embargo, no es lo que toca, sino cómo lo toca. Diego posee el corazón y el talento de convertir, incluso la falseta más anodina en una red que va tejiendo la más pura expresión de un arte, que no es simplemente un alubión de notas, sino una expresiva combinación de música y alma.
Otra de las facetas que contribuyó a la grandeza del toque de Diego es su exquisito talento para acompañar el cante y el hecho de que mucho del material que tocaba sea de su propia creación; en la actualidad reconocido como una autentica escuela y estilo. En
Japón, dicho estilo se enseña en los conservatorios y en Nueva Cork existe una escuela de guitarra que estudia sus  formas y modos artísticos.
En el acompañamiento del cante por soleá mostraba predilección sobre todo por la variante de la solea corta, que hacia su padre, de los antiguos y casi perdidos ecos de la solea de   Triana, recogidos por Aniya la Gitana y conservados casi milagrosamente por su cuñado “Joselero de Morón”.
Tenía fama de maniático y raro porque  cuando no le gustaba una reunión se marchaba dejando plantados a los asistentes. De ahí  que se hicieran famosas sus “espantas”. Tampoco quiso entrar en el mundo del espectáculo, tenía al respecto un criterio muy particular de ese mundillo y mantenía su  independencia y libertad por encima de todo.
Solía decir:”la guitarra es demasiado sublime para que
se pueda comprar o vender”. Sabemos que frecuentaba las reuniones de cabales de algunos paisanos nuestros, con los que se encontraba a gusto y cómodo, donde en alguna ocasión se le oyó cantar, recordando los cantes de Aniya. La siguiente letra nos puede dar idea de cual era la forma de pensar de Diego:
Tengo la luz y la candela,
el dinero que  tú ganes
que se lo coma la tierra.
Con este convencimiento y acompañado de su  guitarra, como el Piyayo y como Aniya la Gitana,  en julio del 73, dejaba este mundo de mortales, para reunirse, sin lugar a dudas, con ellos.
Tengo en la memoria todavía aquella noche del TES, en la Casa de D. Bosco, en el verano del año 1.972, cuando Diego, acompañado por Bergamín, nos visitó y sorprendió con su toque y sus cosas.
Este año de 2.008 se cumple el centenario del nacimiento de este guitarrista universal. Vaya, como adelanto del homenaje que se le prepara por los Ayuntamientos de Ronda, Arriate, Morón y El Gastor, este nuestro.

ANIYA LA GITANA

Se conjuraban las musas
en noches de luna clara
cuando lloraban su llanto
las cuerdas de su guitarra 
Sangre de fuego encendido
bordan sus dedos al alba
y la brisa se detiene
para entrar por su ventana.
Aniya, luz de bohemia,
mujer de miel y de rabia,
verano de sol ardiente,
linterna en la madrugada.
Por las esquinas del aire
retoza su voz quebrada,
mientras deslumbra la noche
la reina de las gitanas.

Amaya Molina nace en Ronda el 27 de Septiembre del año 1.855 y muere en Ronda el día de Todos los Santos del año 1.933. Cantaora y guitarrista, solía acompañarse ella misma. De vida azarosa, esclava del amor, contrabandista en su juventud, llena de anécdotas, una mujer repleta de ternura, simpatía;yo diría que una mujer del pueblo, querida por todos, desde la Reina Victoria Eugenia, que le regaló un mantón de Manila, hasta Pastora Imperio que le obsequió con una bata de cola.
Poetas y literatos han glosado y loado la figura de Anilla. Federico García Lorca la cita en 1922 en su conferencia “Importancia histórica y artística del primitivo cante andaluz llamado cante jondo” leída en Granada con motivo del concurso de Cante Grande. En 1930, con setenta y cinco años, fue la figura más admirada en la Exposición de Barcelona, en la Semana de Andalucía, que tuvo lugar en el Pueblo Español de la Ciudad Condal. Allí cantó y bailó Aniya, y estuvo acompañada a la guitarra por Ramón Montoya. Desde Barcelona se mandaba información al secretario del Ayuntamiento de Ronda sobre la salud de nuestra paisana, y entre otras cosas decían:” … la anciana gitana, come bien, duerme poco y bebe mucho”.
José Carlos de Luna le dedica un poema con su nombre en la obra “La Taberna de los 3 Reyes”. También Núñez de Prado le dedica un capítulo en su obra «Cantaores andaluces», donde glosa su cante por soleares y su vida. De ahí sacamos una de las letras por soleá que con más frecuencia cantaba:
Estoy viviendo en el mundo
con la esperanzza perdía;
no es menester que me entierren
porque estoy enterrá en vía.
Como cantaora lo hizo en los cafés cantantes de Ronda, Fornos, La Primera de Ronda y El Pollo, donde se cuenta que conoció al gran cantaor jerezano Don Antonio Chacón y a los hermanos Javier y Antonio Molina, el primero tocaó y el segundo bailaó, que hacían gira con Chacón.
Cantó en el Burrero de Sevilla y, en Málaga, en el Sin Techo y el de Chinitas, donde conoce a su paisana Paca Aguilera, en 1890. Sus valores artísticos han sido siempre reconocidos por todos, porque Aniya sentía el arte como el corazón que más lo sienta y vivía la grandiosidad de ese arte con el alma y nos dejó un estilo poco cantado, que solo conocen unos pocos aficionados, como sus solearillas, o solares cortas.
Hay otras anécdotas y curiosidades que reflejan todo lo que fue la vida y el cante de esta gitana rondeña. De su cante debemos hacer hincapié en las citadas soleares, hechas y creadas a su forma y que, aunque perdidas en el tiempo, las conocemos gracias al padre de “Diego del Gastor” , Juan Amaya Cortés, que a su vez las aprendió del abuelo de Diego, Francisco Amaya, y que nuestro guitarrista universal cantaba.
Una letra de soleá, escrita por Juan Ortiz Ordóñez para el concurso de letras flamencas de Ronda en 1971, y premiada en en el mismo, recoge como nadie lo que era y cómo era el cante de Aniya:
Nadie ha podio cantá
como Aniya la Gitana
lloraba por soleá.
En Ronda ha tenido varios homenajes, uno de ellos, hecho por el TES de Ronda en “Una taberna en otro lugar”, obra escrita por Antonio Becerra y representada en el Teatro Espinel, el 31 de enero del año 2.003. Posteriormente, el Ayuntamiento le erigió un monumento situado al lado de la Iglesia de Padre Jesús.

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Maestro de maestros, visionario
en un pueblo con alma de opereta,
quiso rendir la hiel de la escopeta
a la cálida luz del diccionario.

Pero esta patria de raíz liviana,
del odio eterno y credos infalibles
fue enterrando en el mar de lo imposible
su germen portador de otro mañana.

Con hombres y mujeres liberados
de cadenas y dogmas seculares
soñó un pueblo de pulso atemperado

con el alma preñada y sin pesares
del frescor de los campos olvidados
y el vigor de los recios olivares.

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GINER DE LOS RÍOS

D. Francisco Giner de los Ríos nació en Ronda el año de 1.839 y murió en Madrid el año 1.915.
 Actualmente ya no existe la casa donde naciera, aunque se mantiene el recuerdo con una placa de mármol, en la cual se puede leer que allí estuvo ubicada. El lugar es muy fácil de encontrar, pues es la casa que hace esquina en el estrechamiento de la calle Armiñan, justo enfrente de la Casa donde viviera el poeta Pedro Pérez Clotet.

Él, de joven, ya se trasladó a Cádiz para estudiar y posteriormente a Alicante. Fue en Barcelona y en su Universidad donde empezó sus estudios para continuar posteriormente en Granada donde termina las carreras de Derecho y de Filosofía y Letras. 
Se traslada a Madrid donde gana la Cátedra de Filosofía del Derecho en el año 1.866, a la que posteriormente renuncia por solidaridad con dos de los profesores.

Fue perseguido y separado de la cátedra, siendo recluido en el Castillo de Santa Catalina en Cádiz, pero esto no hizo más que aumentar sus ganas de cambiar el sistema de enseñanza y cultural que existía en nuestro país, lo que consigue, en parte, fundando la Institución Libre de Enseñanza. Ésta, a lo largo de los años, fue un hervidero de conciencias culturales nuevas y por ella pasaron un buen número de los personajes más influyentes e importantes de la vida cultural del siglo XX durante el periodo comprendido entre 1.875 y el final de la Segunda República. Ha sido el rondeño más importante en el mundo de la enseñanza, en la España del siglo XIX y XX, Su filosofía, es la que más ha repercutido en el profesorado de la época y, aún, en el actual. Fue el gran reformador de la vida humanista y liberal, o al menos lo intentó.
Giner de los Ríos se inició en la vida literaria y política en la Revista Meridional (1.863), contactó con el círculo krausista de Sanz del Río, fundó el Boletín Revista de la Universidad de Madrid y fue portavoz del movimiento krausista.
 Murió en Madrid a los 76 años de edad, dejando a sus espaldas un número importante de publicaciones sobre sus ideas de la enseñanza y la cultura y dejando un número incontable de seguidores de su vida, su filosofía y sus enseñanzas. 
En su Ciudad natal hay un monumento, erigido en la Plaza de los Descalzos, instalado y promovido por el Colectivo Cultural Giner de los Ríos (1.988), que preside como alma y factotum del mismo, mi amigo y admirado inquieto, Manuel Casillas.

En el siglo XX se produce un evento de los más importantes de la historia de la vida taurina española. Nace en Ronda la Dinastía de los Ordóñez. Allá por el Hoyo del Bote (Barrio de Padre Jesús), Juan Ordóñez, que había sido carabinero, abrió un negocio a la que llamó ”Zapatería La Palma”. De ahí que sus hijos adoptaran este sobrenombre de “Niño de la Palma”.
Aunque el que popularizó el nombre fue Cayetano, ya su hermano Antonio, (Marbella 1.894), en sus tiempos de novillero, se había hecho llamar “Niño de la Palma”. El segundo hijo de Juan Ordóñez, Manuel, fue siempre de banderillero y hombre de confianza de su hermano Cayetano. Rafael, el cuarto de los Ordóñez Aguilera no pasó de ser un modesto torero de plata y Alfonso, el benjamín de la familia, quedó, asimismo, encuadrado en esa categoría. El grande de los hermanos Ordóñez Aguilera fue Cayetano, el famoso “Niño de la Palma”, de quien dijera Corrochano, celebre cronista taurino, “Es de Ronda y se llama Cayetano”, frase lapidaria que ha quedado grabada en los anales del mundo taurino.
Nace Cayetano en Ronda el día 4 de enero de 1.904 y muere en Madrid el 28 de septiembre de 1.961. Tomó la alternativa de manos de Juan Belmonte, siendo testigo “El Algabeño”, en Sevilla el 11 de junio de 1.925. En lo de su alternativa hay una leyenda por la que se cuenta que, estando Cayetano en el Bar de su padre en La Línea de la Concepción, donde la familia se había trasladado en el año 1.917, entró el diestro trianero, ya en pleno apogeo de su arte y su suerte taurina, y al ver que el crío lo miraba con tanta admiración le preguntó: “¿Y ú, qué piensas mocito? “Yo, le respondió Cayetano, que usted me va a dar la alternativa algún día”. Parece ser que en el momento de dicha ceremonia, Belmonte le recordó la frase del café de La Línea.
La elegancia, la espontaneidad y la naturalidad de un gusto exquisito, fueron las muestras diferenciadoras del arte del rondeño. Cayetano tuvo cinco hijos: Cayetano, Juan, Antonio, Pepe y Alfonso. Menos Alfonso que no llegó a tomar la alternativa, los cuatro restantes fueron toreros. Cayetano , Niño de la Palma (hijo), tomó la alternativa en Ronda el 8 de septiembre del año 1.946. Después le siguió su hermano Juan, que terminó siendo mozo de brega de su hermano Antonio; Antonio merece cuestión aparte; Pepe fue visto y no visto; podría haber sido una gran figura del toreo, pero a las primera de cambió dejó ese mundo; y Alfonso no pasó de novillero, pero ha sido uno de los mejores peones de brega que ha habido, siendo disputado por la figuras del toreo, aunque él, mientras Antonio estuvo en activo, lo fue de su hermano.
Y como colofón de esta dinastía rondeña de toreros, “Antonio Ordóñez”; él rompió con la dinastía «de la Palma»; sus hermanos se habían hecho llamar con ese apelativo: Cayetano se hizo llamar “Niño de la Palma, (hijo)”; su hermano Juan, se hizo llamar “Juan de la Palma”. Él empezó nombrándose tambíen de esa manera, pero ya desde sus tiempos de novillero se hacía llamar Antonio Ordóñez, y con éste nombre ha pasado a la historia.
En una ocasión torearon los cinco hermanos de la Palma en una corrida en Ronda y todos ellos se pusieron en el cartel, de la Palma. Solo Cayetano y Juan eran toreros, Antonio, Pepe y Alfonso eran novilleros. Antonio nació en Ronda el 16 de Febrero del año 1.932; tomó la alternativa de manos de Julio Aparicio, siendo testigo El Litri, el día 28 de junio de 1.951, con un toro de Galache de nombre “Bravío”. A partir de ahí toreará más de mil corridas hasta su retirada en San Sebastián en el año 1.971, aunque después, mientras físicamente pudo, toreó la clásica Corrida Goyesca de Ronda, que él lanzaría al estrellado como una Fiesta Taurina que nadie se quería perder y que nadie se quiere perder en la actualidad, aunque por motivos bien distintos.
Antonio Ordóñez ha pasado a la historia como “el torero más completo de todos los tiempos”. Diestro que crea el arte con su tranquilidad, su elegancia, su prestancia, su saber estar y su maestría delante del toro. Sobre él se han escrito las más bellas páginas que sobre un torero se pueden escribir. Con él han estado de acuerdo lo más importantes críticos taurinos al destacar que ha sido el torero del siglo XX. Siempre se mantuvo en la vanguardia de la Fiesta y mientras estuvo en activo, por donde él pasaba la gente se volvía para verlo andar elegante y esbelto.
En Ronda se le adora y se le odia a la vez, cosas del amor y del cariño. El año 1.997, en la gran fiesta de septiembre se inauguró un Monumento al Niño de la Palma y otro a su hijo Antonio Ordóñez, justo delante de la puerta principal de la Maestranza . Sus cenizas reposan, desde su fallecimiento en diciembre de 1.998, delante del toril de su Plaza de Ronda, porque para siempre ésta será suya.

DINASTÍA DE LOS ORDÓÑEZ

Tu cuerpo se estremece, goza y gime
cuando tu mano traza la distancia
que media entre el valor y la elegancia,
que va desde la gracia a lo sublime.

Del alma del azahar y del romero
de la recia y vetusta serranía
se alimenta el volcán de la armonía
que brota por tu cráter de torero.

De Ronda se engrandece tu muleta:
del puente, su equilibrio y majestad,
del Tajo, vertical y sobria hondura

que recogió tu espada de poeta
para elevar al sol de la verdad
su firme y proverbial arquitectura.

Ningún torero
pudo hacer lo que hizo
Pedro Romero.

Flor de leyenda
de aquella dinastía
que convirtió en historia
la torería.

Pedro Romero:
la joya más brillante
sobre el albero.

Y fue el primero
en matar a los toros
como un torero.

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PEDRO ROMERO

El conocido como Pedro Romero, de oficio carpintero como su padre y su abuelo, arranca desde niño acompañando a aquél en eso de enfrentarse a los toros. Ya por el año de 1.771, cuando sólo tenía 17 años, toreó por primera vez en Jerez de la Frontera.
Pedro Romero Martínez nació en Ronda en noviembre de 1.754 y murió en la misma ciudad el día 10 de febrero de 1.839. Su padre ,Juan Romero había nacido en Ronda el día 8 de Marzo de 1.727 y tuvo cuatro hijos toreros, el mayor Gaspar, el segundo Pedro, el tercero Antonio y finalmente el cuarto y más pequeño Pepe. Todos ellos fueron toreros como su padre y su abuelo, al que se le atribuye haber sido el iniciador de la tarea de matar toros a pie.
Juan Romero fue un buen torero y se le atribuye haber sido el personaje que aportó el nombre a la actual muleta, pues él, se cuenta, mandó que se hiciera, como buen carpintero, un tal aparato para apoyarse en él y poder matar los toros con más facilidad. Se retiró en el año 1.779 y murió a la edad de ciento dos años en su ciudad natal. De los hijos de Juan, dos fueron muertos por asta de toro, Antonio, en Granada, en el año 1.802 y Gaspar, en Salamanca, aunque se desconoce el año de su muerte. Los otros dos hijos de tan ilustre rondeño tuvieron más suerte y sobrevivieron a las astas de los toros. José Romero, que había nacido en Ronda en el año 1.760, tomó la alternativa de manos de Pepe Hillo en la Plaza de Madrid el mismo día en que un toro mató a su padrino. Era el año 1.818, cuando el maestro de Ronda se cortó la coleta en Madrid; murió a los 75 años en Ronda.
Y ahora vayamos al personaje más importante de la dinastía, a Pedro Romero. Quizá la leyenda es la que nos ha traído a nuestros tiempos esta figura importantísima en la vida de la tauromaquia e importantísima en la vida de Ronda. Se presenta en Madrid el año 1.775 y a partir de ahí se convierte en el personaje imprescindible en cualquier festejo de importancia que se diera en la tierra patria. En el Barrio de San Francisco, donde había nacido, se cuenta que murió, después de haber estoqueado 5.600 toros, sin que ninguno de ellos se pudiera llevar en sus astas ni una gota de sangre del rondeño, de una insolación, ¡vamos, de tabardillo! , que se decía antiguamente. ¡Una tontería!
Se retiró de los ruedos a los veintinueve años de haber iniciado su periplo taurino y se vino a descansar a su Ronda natal; por poco tiempo, porque el rey Fernando VII le nombro Director de la Real Escuela Taurina que el propio Rey había creado en Sevilla y a la que había dotado con doce mil reales anuales, una fortuna para la época.
En la Alameda del Tajo, desde el año 1.954, cuenta con un nonumento erigido por el pueblo de Ronda y realizado por el escultor Vicente Bolós. Pedro Romero, en la actualidad, es festejado en Ronda – Cuna del Toreo – como el creador del toreo a pie y maestro de maestros de este arte ancestral. Para ello, desde el bicentenario de su nacimiento, en 1.954, se celebran unas Fiestas y Ferias que llevan su nombre y dentro de las que, cada año, se hace una corrida de toros al estilo goyesco en memoria de sus aportaciones a este mundo tan particular que es el de la Fiesta Nacional.

Estamos ante otro rondeño nacido en el siglo XIX. Finalizando éste, Joaquín Peinado Vallejo nace en Ronda en el año 1.898 y muere en París en el año 1.975.
Con sólo veinte años se traslada a Madrid para realizar sus estudios de pintura en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, obteniendo en el año 1.921 y 1.922 el premio del Paular, concedido a los alumnos más destacados de la Escuela.

En el año 1.923 se traslada a París para perfeccionar su estilo y avanzar en el conocimiento de los pintores impresionistas; sobre todo fue un admirador y continuador de Cezanne, habiendo sido considerado como el sucesor de éste. En París conoce y entabla una amistad profunda con su paisano malagueño Pablo Ruiz Picasso.

Se percibe en la pintura de Peinado la influencia que ejerció sobre él el pintor malagueño; tanto es así, que se ha dicho que era “el hijo espiritual de Picasso”. Fue cofundador con él de la Escuela Española en Paris. La preferencia por las formas derivadas del cubismo y la geometrízación de las formas le llevaron a ser considerado el continuador de Cezanne.

En el año 1.927, recibe el Premio de Pintura de la Diputación de Málaga y en el 1.931 es nombrado Vicepresidente del Patronato de Turismo de la República Española en París. En el año 1.969 es nombrado Académico Correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo de Málaga.

Pintor prolífico y reconocido en todo el mundo, su obra se encuentra en los países más importantes y, asimismo, en los museos más prestigiosos. Gran parte de ella la compró, en vida del artista, Agustín Rodríguez Sahagún, político español de la UCD y alcalde de Madrid. Posteriormente, la Caja de Ahorros de Ronda, en contacto con la familia de aquél, que ya había fallecido, consigue una buena parte de la colección y crea en esta ciudad el Museo Joaquín Peinado, situado en la antigua Casa de los Marqueses de Moctezuma. Un honor que este rondeño se merecía.
Yo tuve la inmensa fortuna de conocer a Joaquín Peinado en su casa de París, donde tomamos té, mis hermanas Mari, Bea y Ana y mi primera mujer Mª de los Ángeles. Era un hombre encantador y con una añoranza profunda de Ronda. 
Recuerdo que me dijo que tenía miedo de volver a su tierra y no encontrar la ciudad que él dejara. Ya le advertí que Ronda, ese sector en el que él había nacido, la última casa de la calle Nueva y la parte monumental, no habían cambiado nada, pero tendía a ser una ciudad moderna y grande. Corría el año 1.969.

Este encuentro fue totalmente fortuito. Mis hermanas se habían marchado, como muchos andaluces, a buscar su futuro por esa Europa que en los años sesenta nos abrió las puertas. Un buen día, de regreso a casa, en el metro y hablando en andaluz, se les acercó un señor, entrado en años y les dijo que él era español y que pensaba que por el acento ellas eran andaluzas; mis hermanas le dijeron que sí, que lo eran y además de Ronda. A él le cambió el color y enseguida les respondió, casi con lágrimas en los ojos, que también era de nuestra tierra y que le gustaría que le hablaran de su pueblo, del que salió en el año 1.923 y no había vuelto. 

A partir de ahí mis hermanas y mis cuñados se convirtieron en confidentes de Ronda y del rondeñismo ante aquel paisano expatriado. Fueron muy frecuentes y muy intensas las relaciones de estas Ortega con este Peinado al que mantenían informado de la Ronda que ellos visitaban cada verano. En una de estas visitas me lo comentaron y quedamos en la promesa de que ellos le hablarían de mí y nos invitaría a tomar el té en su casa, como así fue.
En la actualidad poseo dos pinturas de Peinado, una, un boceto de su gato en el sofá de su casa, de cuando yo estuve con él, y otra, una acuarela con un desnudo de mujer, dedicado a mi hermana Beatriz y a su marido Fernando.

JOAQUÍN PEINADO

JOAQUÍN PEINADO

Él fue capaz de llenar
su apasionada cabeza
con la luz de las mañanas
y el brillo de las estrellas;
con el color de las flores
de jardines sin fronteras.
Y con inmensa ternura
depositó en su maleta,
el perfume de estos campos;
la desnudez de estas sierras,
el orgullo de sus gentes
y su natural nobleza.

JUAN PÉREZ DE GUZMÁN

Que este hombre fue importante,
Ortega, no lo discuto;
pero a mí, ahora y antes
de una manera constante,
me sigue oliendo a instituto.
A días de amor y rosas,
a juegos adolescentes,
a notas, clases y cosas,
en su tiempo deliciosas
y en el recuerdo inocentes.

Nace este ilustre rondeño el 25 de febrero del año 1.841, hijo de D. José Pérez de Guzmán y de su esposa, Dª María Merino Gallo. En el siglo XIX alumbró Ronda una serie de personajes que jamás en su historia se ha vuelto a repetir; ya hablamos de algunos de ellos en estas páginas y hay otros muchos que por cuestiones de espacio no podremos recoger. Pero nacieron en el siglo más convulso de la historia de España; siglo de sometimientos patrios a fuerzas extranjeras; siglo de demasiadas tinieblas, siglo de la primera República, siglo de reyes extranjeros, siglo de nuevas constituciones, siglo de regreso de reyes, siglo controvertido…
En este siglo vio la luz este personaje rondeño, que aprendió dando sus primeros pasos de la mano su padre profesor versado en latín y elocuencia castellana, aficionándolo a las lenguas clásicas y dotándolo de unos conocimientos que no le abandonaron nuca. Cuando muere el cabeza de familia, Juan completa su formación solamente en Andalucía: Málaga, Cádiz y Sevilla son ciudades en las que deja constancia de su valía, colaborando en diversos diarios que serán su pasión. Ya en Ronda en el año 1.860 le encontramos de director en el “Avisador de Ronda y su Comarca”.
Se traslada a Madrid en contra del criterio de su familia, pero él necesita volar en busca de perfeccionar su formación y ampliar sus horizontes, por lo que se deja convencer por sus amigos que estudiaban allí, Manuel Izquierdo y Manuel Troyano. Allí avanzó tremendamente en perfeccionar sus estilos, hasta tal punto que con sus artículos periodísticos provoca más de una crisis ministerial. Su prestigio le llevó a la dirección de “El Progreso” (1.873), “La Brújula” (1.875) y, sobre todo “La Época” (1.875). De una importancia preclara fue su obra de investigación, que aún hoy sirve como motivo de estudios: el “Dos de Mayo en Madrid”, “El cancionero de la rosa” y “Cancionero de Príncipes y Señores” son obras notables en este aspecto.
Fue un hombre enamorado de Ronda y llevó sus rondeñismo por dondequiera que pasaba; tan así, que no se negó cuando le pidieron que asumiera la alcaldía de su ciudad. En sus artículos no faltaron nunca referencias a su patria chica, a la que amaba profundamente.
En una ocasión tuvo que intervenir en un asunto relacionado con la noticia de la venta de la Casa de la Duquesa de Parcent (Casa del Rey Moro), que, como ya indicamos en otro capítulo, fue comprada por un americano, propagando éste el bulo de que en un pasaje secreto que encerraba había encontrado ánforas llenas de riquezas, lo que era totalmente falso y así lo hizo saber nuestro paisano en la Corte cuando la noticia llegó a Madrid, por la especulación que se había creado sobre estas riquezas desconocidas.
Hombre serio, escrupuloso y honrado pasó por la corte dejando un halo de rondeño inteligente, tenaz e imparcial. No pudo acudir a la muerte de su madre y esto lo dejó tocado para siempre, dejando escrita este cuarteto en la que renuncia voluntariamente a volver:
“Ya jamás te he de ver ilustre Ronda,
no la he visto morir, no la vi muerta
y nunca he de volver a aquella puerta
donde a mi voz mi madre no responda”.

ANTONIO DE LOS RÍOS ROSAS

Antonio de los Ríos Rosas nació en Ronda el 5 de diciembre de 1.812, haciendo los primeros estudios de la mano de su padre, D. Francisco de los Ríos Zambrano.
 Al salir de la tutela paterna, estudió Derecho. Una vez Licenciado, aceptó la Diputación de Málaga en 1.835. En el año 1.836 fue nombrado Diputado a Cortes por la ciudad de Ronda; después fu sucesivamente Diputado a Cortes por Córdoba, por Málaga y por Almería en 1.844. Fue nombrado miembro del Consejo Real en 1.849, recibiendo la Cruz de Carlos III. 
Es difícil entender, si pensamos desde estos tiempos nuestros, que un político pueda mantenerse dentro de los niveles de honestidad, honradez y caballerosidad que mantuvo a lo largo de su vida D. Antonio. Gran orador, en el Congreso tuvo enfrentamientos sonados con lo lideres de los otros partidos. Él militó en las filas de los moderados.
Se opuso a Espartero y después tuvo la oferta en 1.850 de la cartera de Gobernación, que rechazó por no estar de acuerdo con los Ministros Narváez y Bravo Murillo.
 Tuvo varias ofertas de carteras ministeriales, pero no se dejó influir por ellas, hasta que accedió a serlo de La Gobernación en el Gabinete que presidió el Duque de Rivas. Fue elegido en las Constituyentes que la revolución nombró en 1.854.
En esta época es cuando demuestra con más fuerza su capacidad oratoria y la gran importancia y fama que ya tenía como tribuno.
 Fue Embajador en Roma en el año 1.858, llegando a grandes acuerdos con la Santa Sede. Presidiendo del Congreso en el año 1.862 defendió el cargo con tanta dignidad y mesura que podría servir de ejemplo a todos los que lo desempeñaron posteriormente.

Proporcionó a O’Donnell la base política de la Unión Liberal y éste le volvió a nombrar Ministro de la Gobernación. Después de 1.868 colaboró con los sucesivos gobiernos de la etapa revolucionaria. Murió en Madrid en el año 1.873 y sus restos reposan en el Panteón de Españoles Ilustres de la capital, en la que una de sus calles principales lleva su nombre.

A tan ilustre político rondeño su ciudad natal le dedicó un monumento que preside la Plaza más importante de Ronda, la Plaza de España y la calle en que naciera, llamada antiguamente de la Parra, lleva también su nombre, como homenaje y reconocimiento.

Diputado, pragmático y prudente,
erige su elegancia Ríos Rosas,
ocupado en cuidar las mismas cosas
que ocupaban al pueblo y a su gente.

Luchó como un jabato entre titanes
defendiendo la lógica y la ética
en una España escuálida y patética
de políticos zafios y rufianes.

Rondeño de talante y de talento
aún sigue vigilante en su tribuna
de la plaza de España, siempre atento;

su palabra certera y oportuna
sigue viva alentando el Parlamento,
brillante y sideral como ninguna.

RIOSROSAS3

TRAGABUCHES

Llega José en su caballo,
fatigado del camino
con una pierna maltrecha,
buscando en su casa abrigo.
Nadie le abre la puerta:
su mujer con «el listilllo»,
consuman el adulterio
que lo conduce al abismo.
En un momento tres vidas
de pronto se hacen añicos
y la muerte se apodera
del corazón malherido.
La leyenda se abre paso
y vuelve a los muertos vivos.

Siempre ha sido esta ciudad tierra de hombres valientes, hombres arriesgados, hombres con coraje. José Ulloa, fue uno de ellos. Incluso fue torero famoso de la escuela rondeña.

Aunque nació en Arcos de la Frontera, el 21 de septiembre de 1.781, de muy niño sus padres se trasladaron a Ronda, donde vivió sus primeros años y su juventud.
 Siendo muy joven formó cuadrilla en la de los toreros rondeños de la dinastía de los Romero, José y Gaspar, siendo después sobresaliente de espadas con este último, de quien recibió la alternativa en la misma corrida celebrada en Salamanca el día 12 de Septiembre de 1.802, en la que dicho torero fue cogido y muerto en su primer toro, viéndose Tragabuches obligado a terminar la corrida.
El apodo de «Tragabuches» le venía dado de su padre, que al parecer era un buen glotón, pues cuentan que de un trago se podía comer una perdiz entera. 

Un buen día, negro para su historia, mandaron llamar a José para torear unas corridas en Málaga y para allá salió con sus trastos, pero la mala suerte hizo que no llegase, pues a la altura del Puerto del Viento, una víbora le espantó el caballo y en la caída se rompió una pierna, así que como pudo recogió a aquél y puso rumbo a Ronda, pues mal torero iba a ser con una pierna de tal guisa.
 Al llegar a su casa se encontró con la puerta cerrada. Llamó y llamó y nadie le contestaba, hasta que finalmente, después de quince minutos, salió la mujer toda azorada y nerviosa, lo que indujo a José a sospechar de su posible infidelidad; la apartó de mala manera y como pudo se puso a registrar la casa. La búsqueda fue infructuosa, ya que no encontró nada sospechoso; se tranquilizo y, apurado y sudoroso como venía, cogió un jarrillo para tomar agua fresca de la tinaja. ¡Mala suerte, José!
 Al intentar cogerla se encontró con que dentro de la misma estaba escondido el acólito de Santa María, Pepe «el Listillo», que era el amante de la mujer y que tenía, como se puede suponer, muy cerca los amores de su amada, ya que se cree que José Ulloa vivía en los alrededores de la Iglesia.
 No lo dudó un momento, tomó su trabuco, mató al acólito y tiró a la mujer por el balcón de la casa, que al caer a la calle murió al instante. 

En aquel rapto de desesperación que le había llevado a esta tragedia, la única solución que encontró fue la de «echarse a la Sierra», uniéndose, según cuentan a la partida de “Los siete niños de Écija”, cuyo cabecilla, a la sazón, era Juan Palomo, que estaba en pleno apogeo por ese tiempo.
Cuando se disuelve la partida de los Niños de Écija, a muchos de ellos les concedieron el indulto, pero no así a Tragabuches. Desde ese momento desaparece y se deja de hablar de él, sin que nos hayan llegado más noticias de su persona, por más que se haya investigado; ni su fecha de defunción, ni cómo ocurrió, ni cuándo.
 Sí corrió una coplilla que cuentan que él decía y que era ésta:
“Una mujer fue la causa 

de mi perdición primera.

No hay perdición de los hombres, 

que de mujeres no venga.”

Vicente Gómez Martín, hijo de Francisco Gómez y de Juana Martín, nació en Ronda en los últimos días del año 1550 y consta bautizado en la parroquia de Santa Cecilia (Padre Jesús en la actualidad), por el párroco de la misma D. Francisco de Valdealmendra, el 28 de diciembre del mismo año. Aunque el registro bautismal de la citada parroquia se destruyó en la Guerra Civil, se encuentran dos copias del original en la Biblioteca Nacional, en el manuscrito 7.155, donde consta: “Notas para ilustrar la vida de Vicente Espinel”.
De dónde pudo venir el apellido Espinel, que él utiliza en la Universidad de Salamanca cuando se registra con él, es un tema muy controvertido, aunque se cree que pudo ser del tercer apellido de su padre Francisco Gómez Adorno y Espinel, ya que en la casa donde vivió, en la parte posterior de Santa María, se encontraba una placa de mármol en la que se podía leer lo siguiente: “Aquí vivió en el año 1596 el príncipe de los poetas líricos Vicente Martínez Espinel y Gómez Adorno”. Pero como se puede ver es muy raro, ya que él mismo se hizo llamar Martínez Espinel, cuando su padre era Gómez y su madre Martín, y no Martínez, aunque los hermanos de ésta, como queda constancia, eran Martínez Labrasola, creadores de un beneficio para su sobrino en Santa María, del que éste disfrutó mientras vivió, dejándoselo, al morir, a su sobrino Jacinto.
Aunque se haya creado esta confusión con el apellido lo que sí está demostrado es que nació en Ronda, en el entorno de la calle Peñas, al final de la actual calle Real, a la derecha. Y, asimismo, está demostrado que vivió en esta ciudad hasta los veintiún años, ya que a esta edad aparece matriculado en la Universidad de Salamanca, en el curso de 1571/72.
Por lo tanto, se supone que estudió Humanidades en Ronda con el maestro D. Juan Enciso y que sus tíos le ayudaron para que se fuese a la citada capital a completar los estudios y acceder al sacerdocio, que era la intención de éstos. Vicente Espinel pasa por ser el escritor, poeta y músico andaluz, más importante del Siglo de Oro español. Como escritor, publicó, bajo el mecenazgo de la Casa de Alba, “La vida del Escudero Marcos de Obregón”, obra básica de la picaresca española, autobiográfica, aunque no en su totalidad. Creó para la poética española, la estrofa llamada “décima”, a la que Lope de Vega dijo se le pusiera el nombre de
“Espinela” en memoria de su creador, y publicó un libro de poemas al que él mismo llamó “Diversas Rimas” y que es un compendio de la riqueza de versificación que poseía el rondeño. Finalmente, como músico, se sabe que estudió órgano con el Maestro Salinas en Salamanca, habiendo llegado a ser un gran intérprete. De hecho, murió con el título de Organista Mayor de la Capilla del Obispo de Plasencia. También como músico se le atribuye el haber sido el personaje que le puso la quinta cuerda (la nota LA) a la guitarra que, a partir de ahí, se llamó “guitarra española”.
Sobre este tema se ha derramado mucha tinta, con historiadores que le niegan esta capacidad y otros que no sólo se la dan sino que lo alaban, como es el caso del mismísimo Miguel de Cervantes, que en su “Laurel de Apolo”, dice: “Agradezcamos al Maestro Espinel que le haya añadido una cuerda más a la guitarra, con lo que ésta ha quedado tan perfecta como cualquier otro instrumento”. Otros han escrito y demostrado que Espinel fue el músico melódico que afinó la guitarra “en cuartas”, partiendo de la quinta cuerda a la que le puso la nota LA, afinación que se ha mantenido desde entonces hasta nuestros días.
Él se acompañaba con su guitarra en las fiestas a las que le llamaban para tocar, cantar y recitar, con lo que conseguía un extra para sus estudios y necesidades. Lo que sí es verdad es que Vicente Espinel en su tiempo fue un gran melódico, escritor, poeta y músico. Tenía un sentido de la melodía muy sensible y desarrollado y compuso algunas que no han llegado escritas a nuestros días, aunque actualmente suenan sin que se pueda demostrar su origen.

VICENTE ESPINEL

Poeta primero
que Ronda engendró,
para seguir tu sendero
yo quiero ser tu escudero
como Marcos de Obregón.
 
Guitarra, poemas, Ronda,
Vicente Espinel,
el alma de nuestra tierra
atrapada en un papel,
notas volando en el tiempo,
versos que ruedan en él.
 
 Redondillas y cuartetas,
décimas enamoradas,
palabras que traen los vientos,
palabras, dulces palabras
que como flechas caminan
y como dardos se clavan

Con su sabia pluma en ristre,
su sotana y su bonete
caminó por los senderos
haciendo caminos siempre,
abriendo nuevas veredas
aún a costa de perderse.
 
Faro y guía de poetas
y de genios consagrados,
vivió Vicente en la Corte
como maestro de sabios
y Ronda siempre latiendo
en su corazón serrano.
 
Poeta primero
que Ronda engendró,
para seguir tu sendero
yo quiero ser tu escudero
como Marcos de Obregón.