Gotas de lluvia
Gotas de lluvia
Ser es existir.
No hay más esencia que la existencia.
Vivir es irse haciendo en cada instante.
El último texto es el primero que aparece aquí debajo.
129. LA DEVOCIÓN
Hoy he asistido a una escena delirante. Un buen hombre aparca su buen coche en la plaza donde está situada mi casa; inmediatamente hace sonar «salve madre», a un volumen que valdría para un estadio; se baja del coche y se dirige a la puerta de la Iglesia de la Virgen de la paz y se clava de rodillas, mientras suena toda la melodía sagrada.
No quiero ahora mostrar mi opinión sobre el hecho, pero sí sobre la motivación que lo procura. La devoción, téngase la opinión que se tenga sobre tal sentimiento, es algo que debe ser un diálogo piadoso e íntimo entre un alma y la divinidad con la que se conecta. Eso debe ser así, porque así lo estipulan los cánones sagrados, en los que todos no tenemos por qué creer, pero quienes lo hacen han de saber el sentido de los gestos, de las liturgias, de los rezos, de los ritos y demás parafernalia religiosa.
Así que, este señor, si duda, debe desconocer (lo cual es muy común entre españoles) que la devoción, si algo es, debe ser privada; si no, es puro teatro, pantomima, alarde, falsedad, hipocresía. O, quizá, no lo desconoce, sino que conscientemente convierte en público un acto que debe ser privado, tan solo por la voluntad de ostentar una profundidad en sus convicciones religiosas, en un alarde que no hace más que manifestar la verdadera índole de su interior: ser solo y nada más que superficie.
128. MISONEÍSMO
Se lamentaba Antonio Machado de que en España las cabezas embisten más que piensan. Y no es que elijan entre hacer una u otra cosa; no. Lo que ocurre es que aquí está proscrito el impulso racional; en lugar de razones, el español esgrime odio; un rencor del que no es consciente, porque no está mediatizado por ningún tipo de cálculo. La idea, si así se puede llamar esa anomalía, es que si es de los otros es malo; si no es de los míos carece de cualquier tipo de valor.
Por España, que ha sido un lugar tantas veces conquistado, tan pródigamente regado por tantas y diferentes culturas, no pasaron, sin embargo, ninguno de los grandes movimientos humanistas y civilizadores, que fueron cincelando las grandes naciones de Europa, la civilización europea.
Por variadas razones, España siempre quedó al margen, no solo de esas causas espirituales y económicas, sino también políticas. Eso ha hecho que aquí haya una especial aversión a las novedades, un culto al misoneísmo. Una de las desastrosas carencias ha sido la imposibilidad de que haya cundido entre nosotros el pensamiento democrático y todos los valores que conlleva de respeto, libertad, tolerancia, diálogo y acuerdo. Lo viejo es lo único valioso; lo que se ha hecho siempre, lo único respetable; la novedad es siempre una provocación, un intento superfluo y lamentable de minar la identidad nacional.
127. HUIR DE TU ÉPOCA
Todo producto del arte, los rezagados y los vanguardistas, todos, estarán siempre dentro de la ideología y de la sentimentalidad de su época. Hay, eso sí, personas, artistas, pensadores y demás fauna que son más resistentes a caer en las garras de las modas y de la volatilidad espiritual. Pero, con mayor o menor grado de aquiescencia, todos debemos, en definitiva, un peaje inexcusable e inevitable al tiempo que nos ha tocado vivir, al clima social y cultural que nos alberga, a las razones y sinrazones de cada época.
Huir, pues, de ella, parece cosa extravagante e imposible, pero sí que tiene que ser obligación de cada ser humano intentar levantase del sur, no pretender tener siempre los pies sobre la tierra. Hay que trascender, como una obligación moral que todo ser humano debe tener por abrir nuevos caminos y construir nuevos puentes. Ser diferente, inconformista, es intentar mejorar el presente de cada uno. Conformarse es lo antihumano; la negligencia es el peor pecado social.
126. LAS DOS ESPAÑAS (Un temperamento intempestivo)
La peor expresión de ese odio ancestral que se han dispensado desde tiempo ancestrales las dos Españas, fue, sin duda, la Guerra Civil de 1936 del siglo XX. Puntualizo, porque no ha sido el único conflicto fraternal que ha sufrido nuestra nación. Aquí las diferencias de cualquier cariz, casi siempre se han solventado a garrotazos.
Pero la vida continúa, avanza, siempre va hace delante y, alguna vez, (tengamos esperanzas) la cordura se apoderará del alma nacional española, tan proclive al rechazo, y apostará por la comprensión, por el entendimiento. Quizá, esas redes sociales, que ahora no hacen más que atizar el permanente fuego de la discordia, sirvan para algo bien distinto; nada menos que para propiciar, el encuentro, el diálogo, el acurdo y, la base y cimiento de todo eso, el respeto. El contrario no pude ser considerado un ser ruin e infame; tan solo es que piensa distinto, diferente, incluso justamente lo opuesto. Por ahí han de ir los tiros, porque solo la educación será capaz de atemperar ese indómito temperamento hispano.
125. LAS DOS ESPAÑAS (Una tarea compleja)
La maldad que se observa en la interacción de los políticos, que está medida, que tiene su lógica interna, que ellos piensan normal y cotidiana, porque han hecho de ella su “modus vivendi y operandi”, se traslada al ciudadano y éste la asume interiorizando un nivel de violencia acorde con su propio nivel, que suele ser precario. De ahí van surgiendo las conductas adheridas a descalificaciones, insultos y demás bazofia, que, a diario, comprobamos en el parlamento, las calles, los bares y las casas.
A eso hay que añadir que, aquí, en España, estas batallas se libran como si fuera la eterna disputa Madrid/Barcelona. Y esto no puede ser así. Esto es otra cosa. No es deporta, aunque no vendría mal alguna deportividad, es decir, dignidad en la derrota y nobleza en la victoria. El temperamento español, sin embargo, no se acomoda a estas lindezas, a estas finuras, a estas ñoñeces. El español prototipo es recio, machote e ignorante y en ese tipo de envase no caben contenidos refinados ni pretensiones elegantes. La tarea se presenta pues ardua, pero no podemos sentir que sea imposible
124. LAS DOS ESPAÑAS (La honestidad)
Yo entiendo que, en el mundo de la política, algo hay debe haber por ahí que obliga a simular el odio. No creo que sea real tanto rencor. Asistir a una sesión del Parlamento es algo que a la gente normal nos deprime de manera contundente, nos deja fuera de juego. No puede ser real tanto rencor, tanto odio, tanta animadversión, tanta repugnancia.
Alto tiene que haber, sin duda, en forma de dinero, que es el gran modulador de las voluntades. Cada diputado que alcanza un partido se concreta en forma de subvenciones. A más diputados, más riqueza y más posibilidad de crecer. Y de acceder a todas las prebendas que ofrece el mundo de lo público, ese en el que se en tiende que “el dinero de todos es dinero de nadie”.
Esta breve reflexión nos lleva al terreno de la honestidad personal. Seamos serios y responsables. Seamos “honestos”, es decir, honrados, limpios, íntegros. Al menos, intentemos acercarnos a esos valores ideales, que son previos a cualquier ideología y que, además, integrados en ellas, les confieren valor humano y decencia.
No es fácil, pero es imprescindible.
123. LAS DOS ESPAÑAS (Respeto y tolerancia)
Aceptar que otros piensen, no solo de forma diferente, sino, incluso, lo contrario, no merece odio ni desprecio; solo merece respeto. Esto es algo incomprensible en España. Los españoles tenemos programado de tal forma nuestro adn de convivencia, que no permite que se acepte ese axioma democrático fundamental.
El insulto, el menosprecio, la descalificación , y hasta el odio vienen a sustituir la virtud social de la tolerancia, esa que nace del respeto hacia los demás y sus ideas.
Los partidos, y es algo que casi nadie conoce, se llaman así porque defienden una “parte” de la potencial verdad, esa a la que todos aspiramos y casi nadie alcanza. De ahí no es tan complicado deducir, que uno no agota todo el potencial que esa diosa de la inteligencia atesora. De ese modo, hay que admitir que no tiene sentido negarle al “otro” toda la razón, descalificarlo de manera absoluta. Ahí hay otra posibilidad de esfuerzo que hacer, de insistir en la propia capacidad de uno mismo para intentar conciliar. Oposición no puede ser odio.
122. LAS DOS ESPAÑAS (Una motivación importante)
Hay un tema que los políticos deben meditar a fondo: ¿merece la pena utilizar to, cualquier cosa, incluso la muerte, para sacar rédito político? Cualquiera puede encontrar miles de ejemplos. No, necesariamente, obligatoriamente no. No puede valer todo. Tiene que haber unos consensos mínimos, aunque solo sea por el mero hecho de compartir patria y ciudadanía.
No se puede ensuciar todo, corromper todo, quemar todos los caminos. Porque, después, somos todos los que tenemos que transitarlos. Y, sobre todo, los políticos tienen que ser conscientes de su poder como ejemplo, como referencia. Si le transmiten a la gente solo grosería, intolerancia, incapacidad para el diálogo, fanatismo, su modelo calará y se extenderá. Ya lo estamos viendo a diario por la calle.
Y por último, una última motivación para superar el odio: tienen que convencerse de que no merece la pena ser un impresentable; definitivamente, no.
121. LAS DOS ESPAÑAS (Practicar la democracia)
No basta con aceptar los valores democráticos. Hace falta materializarlos en conductas y actitudes. No es fácil. Para empezar, un demócrata debe aceptar los resultados electorales. No puede estar sumido en un drama durante cuatro años ni montar pataletas en las calles, porque no han ganado los suyos las elecciones. Aceptar los resultados electorales es la mejor manera de respetar la decisión popular, es decir, de aceptar la democracia. Los ganadores de unas elecciones lo son porque así lo ha querido la gente; eso es sagrado y un demócrata tiene que aceptarlo. Y, a partir de ahí, hacer propuestas y convencer a la gente de que tiene mejores ideas para mejorar la vida de todos. ¡Ojo, de todos! No solo de los suyos, de los que supone que le votan, de los que mejor sintonizan con sus ideas. No. De todos.
Es, pues, una tarea de educación, es decir, de aprendizaje de unas normas elementales, pero que necesitan práctica, ejercicio, entrenamiento.
120. LAS DOS ESPAÑAS VI (Interiorizar la democracia)
La falta de arraigo que la democracia ha tenido en nuestro país es la causa primera del problema que andamos analizando. Salvo muy breves fogonazos, la habitual en España han sido los gobiernos totalitarios, dictatoriales o las monarquías absolutas. Muy poco en su historia se ha hecho para que prenda entre nosotros la llama del debate democrático, para que germine la semilla de la auténtica libertad.
Sin eso, no ha sido posible acceder al ejercicio de la tolerancia, del respeto hacia el contrincante, como tampoco ha sido posible aceptar que los de «la otra España» también son españoles. Una verdad de perogrullo en la que casi nadie cae. Se supone que es cuestión de tiempo y que el medio siglo que ahora llevamos de democracia habrá dejado ya una base firme para encarar el futuro de otra manera, aunque lo que ahora vemos no es para ser muy optimistas. El presente no augura un buen futuro, pero debemos confiar en que cada vez serán más los españoles que se irán sumando a unos modos imprescindibles para acabar con el tópico lacerante de una división irreparable.
119. LAS DOS ESPAÑAS V (Dos propuestas para los partidos)
Algo que sí tendrán que cuidar los partidos será la necesitad de ser muy estrictos y cautelosos en la selección de sus candidatos y cuadros directivos. Quienes han de orientar la opinión de los electores no pueden dar el lamentable espectáculo diario de la guerra total ni pueden alentar en aquellos semejantes actitudes salvajes. Tendrán que optar por militantes preparados, dialogantes, firmes en sus convicciones, pero flexibles para alcanzar acuerdos. Y, sobre todo, respetuosos con los interlocutores. El insulto no llena a nadie de razón. Desprenderse de fanáticos y de hooligans será imprescindible.
Y una segunda e imperiosa necesidad la de dedicar la mayor parte del tiempo orgánico y de las energías y los talentos personales a hacer propuestas. Parece que descalificando al rival es suficiente para merecer el voto. Eso es lamentable. Proponer, plantear temas, soluciones, alternativas, sin parar; siempre y a todas horas. Ofrecerse para solucionar problemas. Ahora ocurre que a eso no deja ningún espacio la permanente beligerancia, la acumulación de frases hechas e insultos vejatorios. Así se hace imposible la convivencia, se alienta la confrontación social y se pierde la oportunidad de introducir las propias apuestas y posturas.
118. LAS DOS ESPAÑAS IV (El rival como enemigo)
Ser capaz de trascender las consignas, las tácticas mezquinas, el atropello de la razón debe venir de participantes que partan de un elevado nivel de formación y de una estimable altura de miras éticas. Será, pues, necesario un planteamiento personal, que apele al bien común, que integre la imprescindible necesidad de no considerar al rival, al contrincante, como enemigo.
Decía Platón que una buena formación política debe partir de una buena base ética, sobre la que se cimentará una formación estética, que estimule la sensibilidad, la elegancia, el buen gusto y la honestidad. Solo a partir de ahí será posible la discusión argumentada, el respeto al adversario y la apelación permanente al bien de todos.
España no puede ser patrimonio de nadie, porque es patrimonio de todos. La principal aberración es considerar a quien se opone a unas ideas como enemigo de España. Luchar con nobleza por defender unos ideales no debe llevar a la descalificación de los otros.
117. LAS DOS ESPAÑAS III (Una propuesta ética)
Hay que partir de otra base firme: nadie va a cambiar sus ideas por mucho que otros le digan, por mucho que otros le argumenten. Eso no se toca. Las ideas propias son como principios inalterables, inamovibles, pedestales de los que no hay que bajarse nunca, porque de otra manera se vendría al suelo el propio andamiaje intelectual.
Ante tal intransigencia, ¿qué podemos esperar del arma humana más social, el diálogo? Nada, prácticamente nada. Por eso, la solución habrá que buscarla en otros terrenos, que trasciendan el mundo de la discusión civilizada; ésta es imposible. Un acercamiento a cierta forma de posibilidad de arreglo nunca podrá venir del mundo de los partidos políticos; ahí solo se mueven intereses y ambición por medrar y merecer, por lo que suelen ser premiados los que dicen o inventan las mayores rivalidades contra el «enemigo». Habrá de venir, en cambio, del posicionamiento individual, ético, de la educación.
116. LAS DOS ESPAÑAS II (El odio no merece la pena)
No es nuevo; ya Machado lo hizo ver en sus conocidos versos «una de las dos Españas ha de helarte el corazón». Es algo permanente, aciago, venenoso y letal para la convivencia. Un amigo, no hace mucho, se retiró de las redes sociales cuando notó que estaba perdiendo amigos por su insistencia militante en defender una de esas dos Españas. En este caso, él, partidario, del antiguo régimen, tenía entablada una guerra sin cuartel a todo lo que sonara a lo contrario. Ha meditado; mantiene sus ideas, pero considera que, más importantes que éstas, es la reconciliación. La amistad es algo más cercano y más importante que las ideologías anquilosadas y paralizantes.
Para alcanzar esa meta anhelada, no es mala palanca inicial empezar por los amigos; no perderlos adoptando una actitud conciliadora, puede ser una manera de relajar los rencores, que a manera de ideas fijas, lastran cualquier posibilidad de pensar, cualquier perspectiva de entendimiento.
115. LAS DOS ESPAÑAS I (Amargo veneno)
España es un país forjado a fuerza de voluntad más que de realidades homogéneas. Pariera que sus distintas comunidades y su vocación de independencia responden a su auténtica naturaleza, antes que el deso de vida en común. Pero, incluso, más que esa tendencia centrífuga de sus partes, el mayor contratiempo de nuestra patria es la configuración de dos realidades, tan contrapuestas, que son absolutamente antagónicas; tan diferentes que devienen enemigas. Me refiera a esa lacra de «las dos Españas», inalterable e inamovible, aunque pasen los años, las diversas circunstancias y los regímenes políticos. España tiene un ajuste, no difícil, sino imposible. Nada parece hacer congeniar a esas dos cosmovisiones, contrarias, enfrentadas y sin ninguna posibilidad de entendimiento.
España, más parece un concepto vacío que una realidad. Volveré sobre este tema, delicado y candente. Sé que molestaré a algunos; tal vez, a muchos, pero lo hago desde la conciencia de la honestidad intelectual que me anima. Alguien tendrá que decirlo: en algún momento habré que detener este sinsentido, porque no seremos nunca un país vertebrado, importante, civilizado, fuerte y respetado hasta que no hayamos logrado superar ese amargo veneno de «las dos Españas».
114. LIBROS
En los libros está todo; no hay ciencia, saber o técnica que no haya quedado plasmadas en ellos a lo largo de la historia. Quien quiera saber ha de acudir a ellos. Quien quiera aprender a pensar, de ellos tiene que servirse. Quien quera ser, entre ellos debe buscar la esencia de las cosas.
El problema es que a luna inmensa mayoría, ni le interesa saber, ni pensar, ni ser; le basta con estar y sentir, como lo hacen las plantas y los animales. Hay quien, incluso, se vanagloria de no haber abierto un libro en su vida y, “sin embargo, aquí estoy, reconocido y con un sueldo que ya quisieras tú con todos tus libros”.
Eso es muchas veces verdad, porque en esta vida los méritos, el reconocimiento social y el salario no suelen darlos ni el conocimiento ni la reflexión, sino el oportunismo, la pillería y el trapicheo, más o menos legal, más o menos moral. Pero, sin duda, se trata de una aberración. El camino recto es el otro, el que casi nadie elige.
113. VERGÜENZA
Es lo que siento ante la falta de escrúpulos, de coherencia, de dignidad, de altura, de escrúpulos, de generosidad, y la sobra de sinrazón y de mala leche, de una buena parte de mis compañeros humanos. No tengo que irme muy lejos; con España y los españoles tengo bastante.
Cada día me levanto con ilusión y me acuesto desilusionado: no puede ser que me encuentre en cada momento con el lamentable espectáculo de gente sin escrúpulos atacando con ferocidad de congéneres, que parecen enemigos agresivos de otra galaxia; a bípedos cultivando la vulgaridad, la entrega a los bajos instintos, a la estupidez más lamentable, a la insufrible asignatura de la mediocridad, de la falta de clase, de elegancia, a la simple función biológica de los inanes.
Banalidad, que se esparce como una enorme ola de ignorancia, como una enorme oda al oscurantismo, a la vanagloria de la brutalidad; como una inmensa ofrenda a la barbarie.
112. MADRID Y BARCELONA
Me encanta Madrid y no conozco Barcelona. No me gustan los nacionalismos; ninguno, ni siquiera el nuestro. Soy madridista, pero procuro no odiar al Barcelona, porque el odio envenena más al que lo cultiva que al que lo sufre. Digo todo esto porque quiero dejar mi siguiente opinión con la máxima neutralidad que pueda y sin que se vea afectada por mis filias o mis fobias.
Lamentable el espectáculo que está dando la Comunidad de Madrid en esta crisis del coronavirus, buscando la permanente confrontación con el gobierno, pidiendo cosas que sabe que no está en condiciones de conseguir, porque los números de la pandemia no se lo permiten. Barcelona, en cambio, conocedora de sus malos datos técnicos, ni siquiera solicita acceder a la primera fase. Sentido de la responsabilidad; la prudencia por encima de cualquier otro interés.
No sé si será una cuestión táctica la que empuja a las autoridades madrileñas a defender de una forma tan brutal la sinrazón. La política se está despeñando de una forma alarmante.
111. EL FUTURO
Lo que nos depare lo que venga es aún una incógnita, aunque cabe colegir que si seguimos en el camino que vamos trazando, la meta no será para nada halagüeña. Sobre todo, es preocupante la degradación que está sufriendo el planeta sometido a la depredación si control que ejerce sobre él un poder económico sin límites morales y con la aquiescencia de los países realmente poderosos. Si seguimos así no parece que la Humanidad pueda completar el siglo. Muchos, con una insolidaridad intergeneracional alarmante, se consuelan pensando que a ellos no les va a tocar. Otros, simplemente, no son conscientes de la extrema gravedad del asunto. Escondernos en la rutina de la vida cotidiana, como solemos hacer ante los problemas colectivos, no es la solución, pero también se hace complejo enfrentarte a omnívodos poderes con razones ecológicos. Por eso, la mayoría se entrega sin más al fatalismo de algo inevitable.
110. LO QUE DEFIENDEN ESTOS MOVIMIENTOS
Lo que nos depare lo que venga es aún una incógnita, aunque cabe colegir que si seguimos en el camino que vamos trazando, la meta no será para nada halagüeña. Sobre todo, es preocupante la degradación que está sufriendo el planeta sometido a la depredación si control que ejerce sobre él un poder económico sin límites morales y con la aquiescencia de los países realmente poderosos. Si seguimos así no parece que la Humanidad pueda completar el siglo. Muchos, con una insolidaridad intergeneracional alarmante, se consuelan pensando que a ellos no les va a tocar. Otros, simplemente, no son conscientes de la extrema gravedad del asunto. Escondernos en la rutina de la vida cotidiana, como solemos hacer ante los problemas colectivos, no es la solución, pero también se hace complejo enfrentarte a omnívodos poderes con razones ecológicos. Por eso, la mayoría se entrega sin más al fatalismo de algo inevitable.
109. MOVIMIENTOS ANTIGLOBALIZACIÓN
Otra consecuencia de la globalización es la cantidad de movimientos que, desde su aparición, han venido contestándola y advirtiendo de sus peligros y riesgos. Desde los primeros indicios hubo quienes alertaran de que las consecuencias del nuevo invento económico global iban a resultar más negativas que positivas.
Las cumbres del G.8, del Fondo Monetario Internacional, del Banco Mundial o de la Organización Mundial del Comercio, suelen ser contestadas por manifestaciones masivas de organizaciones sindicales y de otras agrupaciones en las que participan , ecologistas, campesinos, consumidores, indígenas, estudiantes, campesinos o intelectuales. Las principales reivindicaciones inciden en la necesidad de impedir las prácticas especulativas, los paraísos fiscales y la creciente ola de privatización mundial. Y, por supuesto, una imperiosa necesidad de volver a la democratización de las instituciones y a la recuperación de la soberanía d ellos Estados.
108. LAS PEORES CONSECUENCIAS
Como hemos visto, frente a algunas ventajas, se acumulan los inconvenientes de este sistema globalizado. Pero he dejado para un capítulo aparte los que se indican como perjuicios más perniciosos entre todos. Es fácil colegir, al menos, uno de ellos. Sí, estamos pensando en lo mismo, en la destrucción de la Naturaleza, tema no grave, sino definitivo. Pese a ello, las leyes del capital y los entregados a la causa liberal no solo no le dan ninguna relevancia, sino que, en plan despectivo, lo ven como una majadería más de los “progres”.
Se trata de una posición realmente alucinante, que, a no tardar mucha, traerá consecuencias tan graves y tan irreversibles, que, para entonces, ya no habrá forma de dar marcha atrás.
La otra consecuencia demoledora es la desorbitada movilidad personal, que ha propiciado la globalización. El covid-19, que ha venido a cambiar nuestras vidas, tal vez como un último aviso, es una prueba de que esa desacerbada manera de estar en continuo transito por el mundo no podía traernos más que problemas en algún momento.
107. LOS VERDADEROS CENTROS DE PODER
Los tres centros del proceso globalizador son los tres grandes núcleos del capitalismo: Estados Unidos, la Unión Europea y Japón. Pero los gobiernos de estos países o uniones de países no tienen capacidad alguna en la gestión económica; esa corresponde a las gigantescas corporaciones económico-financieras, que son las que dictan las reglas del juego. Los diferentes ejecutivos han tenido que abandonar una buena parte de su soberanía en aras de entrar en un sistema que los ningunea en el apartado más importante de su gestión.
Esa pérdida de control económico ha hecho que muchos países hayan perdido su tejido industrial, como es el caso de España, lo cual supone depender de terceros para asuntos extremadamente delicados, como ha puesto de manifiesto el famoso coronavirus y la necesidad de comprar material sanitario, que no podemos fabricar aquí. Otra consecuencia lamentable, que habrá que ir corrigiendo.
106. CONSECUENCIAS ECONÓMICAS DE LA GLOBALIZACIÓN
Quiero decir no estrictamente económicas, porque la realidad es que todo, absolutamente todo tiene en este mundo un fuerte componente económico. Pues bien, aunque la globalización es un proceso fundamentalmente económico tiene también reflejo en el terreno de la cultura. Por ejemplo, las pautas culturales norteamericanas se imponen en forma de tendencias dominantes arrasando las culturas propias de muchos pueblos y dejando en un plano secundario a las de los demás, que quedan totalmente subordinadas. Piénsese en la música, por ejemplo o en cualquier otro bien cultural de consumo, como el cine, los videojuegos o la moda.
Otra consecuencia bastante lamentable es que la desaparición de los mecanismos restrictivos ha propiciado también un considerable crecimiento de las redes de crimen organizado, que resultan mucho más complicado controlar y perseguir.
105. CONSECUENCIAS DEL MERCADO ÚNICO
La globalización ha tenido como primera consecuencia la concentración de los capitales. Como segunda, la llamada “deslocalización” (el traslado de las empresas en busca de mano de obra barata, ventajas fiscales o regímenes que permiten una corrupción sin control). Y como tercer efecto, la globalización, lejos de contribuir a una mejor distribución de la riqueza, ha empeorado un poco más la pobreza y ha aumentado la concentración de la riqueza en pocas manos (las tres mayores fortunas del planeta equivalen a la riqueza de los cuarenta y ocho países más pobres. Las diferencias entre el 20 por ciento de la población más rica y el veinte por ciento de la más pobre no ha dejado de crecer (de 30 a 1 en 1960, de 60 a 1 en 199o y de 80 a 1 en la actualidad).
Las dos peores consecuencias las dejo para otro artículo. Pero éstas no han sido solo económicas; hay otros terrenos en los que su influencia se ha dejado notar de manera aún más brutal.
104. EL CAPITALISMO GLOBAL
La globalización, o extensión de la economía capitalista en los últimos 20 años del pasado siglo, ha supuesto al menos tres cambios con respecto al capitalismo anterior. En primer lugar, la producción y la competitividad dependen del conocimiento (ciencia y tecnología) y del tratamiento de la información. En segundo término, las empresas y los territorios se organizan en redes de producción, gestión y distribución. Por último, las actividades económicas fundamentales tienen carácter mundial.
¿Qué ha hecho posible esto? Sencillamente, la liberalización de los mercados de capitales, es decir, la eliminación de barreras para los flujos financieros. Rentabilidad y beneficios ahora se calculan pensando en el mundo entero, sin restricciones.
En definitiva, lo que ha ocurrido es que las economías nacionales se han integrado en un único mercado capitalista mundial. Esto ha tenido consecuencia, que veremos en el próximo texto.
103. EL COMUNITARISMO
No confundir con comunismo, porque no tiene nada que ver. Es una corriente que aparece en os años 80 del siglo XX. Frente al liberalismo individualista, que considera que el individuo tiene una identidad y una autonomía, que está por encima del grupo al que pertenece, el comunitarismo considera que nuestra identidad como personas viene determinada por la pertenencia a ciertas comunidades y por las costumbres ligadas a ellas. Sin esos vínculos no seríamos quienes somos.
Frente a la idea descarnada de libertad que defiende el liberalismo, los comunitaristas defiendan el concepto de “libertad situada”, que ha de desempeñarse en un contexto concreto. Por eso mismo no defiende un “estado mínimo”, sino un estado comprometido con la defensa de la organización social sobre la que se asienta. Para el liberalismo, los individuos tienen prioridad frente a las cuestiones sociales; para el comunitarismo, la historia de nuestras vidas se inscribe en una narración mayor, que es la historia de nuestra comunidad.
102. EL ESTADO MÍNIMO
Es Estado Mínimo es un concepto ultraliberal que pretende reducir la maquinara colectiva a proteger a los individuos y sus propiedades, pero en absoluto debe ocuparse de ningún asunto relacionado con los bienes básicos, como la educación, la sanidad, la seguridad social o el trabajo. ¿Qué es esa milonga de la redistribución de la riqueza?, piensa su máximo teórico, Robert Nozik. Para él es injusto privar a ninguna persona de los bienes que ha adquirido legítimamente para, por vía fiscal, compensar a quien carece de medios o de trabajo.
Esto parece una barbaridad, pero tiene millones de seguidores en todo el mundo. Es una idea peligrosa, pero con muchos fanáticos detrás. Lo que subyace es la convicción de que quien no tiene unas condiciones de vida adecuadas es porque no quiere, que es por propia voluntad. Es terrible pensar así, pero lo hace una buena parte de la humanidad.
101. LA JUSTICIA
Hay cuestiones que no admiten controversia. De la misma manera que la virtud de los sistemas de pensamiento es la verdad, la virtud de las instituciones sociales es la justicia. Aunque las leyes fueran eficaces, si son injustas han de ser abolidas. Una injusticia solo es tolerable cuando es necesaria para evitar una justicia mayor.
La justicia se alcanza cuando cuando se consigue una distribución correcta de los beneficios y de las cargas de la cooperación social. Si no es posible ese reparto, la justicia necesita ser mejorada y engrasado su mecanismo para que no se resienta la convivencia. Para ello, habrá que minimizar las desigualdades inevitables y luchar por una armonía casi imposible. Pero por el ideal que se pretende, merece la pena luchar.
100. DOS FORMAS DE APRENDER
Cuando acudimos a una conferencia o asistimos a una clase magistral, que es lo que hacen a diario los alumnos de casi todo el mundo, cuando escuchamos una disertación de algún experto sobre un tema determinado, lo que nos queda, lo que retenemos una vez terminada no pasa del cinco por ciento. Es decir, si la charlo duró sesenta minutos, solo habremos aprovechado unos tres minutos.
Es el problema del aprendizaje pasivo. En cambio, con la participación activa en el acto de aprendizaje podemos acercarnos al cincuenta por ciento de retención o comprensión. La diferencia parece abismal. Sin embargo, a lo largo de los siglos, y aún hoy, es la primera opción la que se ha utilizado y se utiliza para medir los conocimiento de los alumnos.
Aproximarse a las materias a partir de cuestiones reales, de paradojas, de problemas del mundo real, resulta de una eficacia muy superior que hacerlo a través de datos y hechos que hay que memorizar o recordar tras una ardua exposición.
99. SÓCRATES Y PLATÓN
Para Sócrates, la educación tenía como objetivo mejorar su actuación en la vida pública, es decir, allí donde se dirimía el presente y el futuro de la gente. Platón, sin embargo, consideraba que había que alejar a los “mejores cerebros” de las preocupaciones prácticas y conducirlos hacia las preocupaciones filosóficas abstractas.
Ese es un prejuicio que se ha mantenido a través de los tiempos y que aún hoy tiene vigencia, en contra de las habilidades prácticas y en favor de la teoría pura.
Sócrates ofrece sus conocimientos a tos; en cambio, Platón considera que la contemplación de la belleza, la verdad y la bondad debe estar reservada a una élite muy preparada y elegida. Desde entonces, la educación siempre ha intentado separar a los más favorecidos para que accedan a una formación superior, dejando a la gran mayoría con la simple opción de unos estudios primarios, que los condenan para siempre a la subordinación.
Además, la praxis de Sócrates era la discusión y los argumentos; la de Platón, la copia y la memorización. Es evidente, que prevaleció, lamentablemente, la segunda.
98. ESCÉPTICOS
El escepticismo es una sabia posición, que suelen usar los científicos. Dudar de todo es, al parecer, la mejor manera de acercarse a la verdad. En la vida cotidiana tampoco es mala estrategia, porque nunca debe uno estar seguro de nada ni de nadie. Entregar la confianza de manera incondicional más parece cosa de ingenuos e inocentes, que de personas avisadas y avispadas.
A escepticismo te va llevando tu propia vida y los avatares que te vas encontrando. Es un muro que se va construyendo con las piedras del camino y la verdad es que se trata de una buena manera de enfrentarse a la realidad. Casi nunca las verdaderas razones o motivos de los actos, conductas y decisiones se suelen reconocer. Siempre hay un porqué de guardia, liviano e intrascendente que viene a sustituirlas y a mantenerlas ocultas. Por eso hay que ser cautelosos, por eso hay que acudir al escepticismo como método prudente de transitar por la existencia.
97. SUPOSICIONES
A diario nos encontramos usando certezas que no son más que suposiciones. Lo hacemos porque que ocurran determinados hechos tienen un grado elevado de probabilidad. Pero no tenemos seguridad absoluta. Consideramos que el Sol volverá a salir mañana como algo que no ofrece ninguna duda. Pero no tenemos certidumbre de que será así. La repetición de un hecho, de forma tan reiterada, además, como éste, nos lleva a afirmarlo como algo que tiene que ocurrir.
Así funcionan las cosas; para nada hay una seguridad total. Por muy extraño que parezca, incluso la lógica, las matemáticas y los argumentos filosóficos se basan en ciertas suposiciones subyacentes, sin las cuales no hay progresión posible. Lamentablemente, estos supuestos, a menudo, son cualquier cosa menos ciertos… Pero funcionan. En el mundo de la ciencia un alto grado de probabilidad es lo máximo que tenemos para poder decir que estamos cerca de la verdad. Que algo vaya a ocurrir en el futuro dependerá, sobre todo, de la frecuencia con la que ya ha ocurrido en el pasado.
96. DOS MUNDOS
Desde el origen del pensamiento clásico, alejado de los mitos y las fantasías de los tiempos primitivos, aunque hoy persisten con similar intensidad, se instalaron entre los pensadores dos maneras de entender la realidad y el mundo: los que consideraban (consideran), que la realidad es estática, que las cosas tienen una sustancia íntima inamovible, y aquellos que entienden que esa realidad es dinámica, activa.
Los dos pensadores griegos que representaron ambas corrientes de pensamiento son Parménides y Heráclito. La realidad como unidad y la realidad como dialéctica de contrarios.
Traigo a colación el tema, porque estas dos formas de pensar se han mantenido a lo largo de la historia, no solo en el mundo intelectual de la filosofía, sino también en el más tosco y primitivo de la política. El pensamiento estático, inmóvil puede asimilarse a la derecha, al mundo conservador; el dinámico pude homologarse con la izquierda, con el mundo progresista. Dos formas de acercarse a la realidad.
95. DESOLADOR
Los datos son la clave para sacar buenas consecuencias. Con ellos no hace falta tener ni grandes intuiciones, ni sospechas, ni corazonadas; tampoco prejuicios, ni tópicos falsos que se repiten porque interesa hacerlo. Hay tantos datos, que hoy es fácil acceder a ellos para apoyar argumentos recios y convincentes.
Uno de ellos llama poderosamente la atención, por lo demoledor que resulta y lo bien que explica este mundo repleto de intolerantes que nos hemos encontrado en estos comienzos del siglo XXI. Que un poco más de la mitad de la población del planeta aún crea que la Tierra fue creada por Dios hace unos 4.000 años es algo que explica tanto fanatismo, tanta superchería, tanta superstición como nos rodea ensuciando cualquier posibilidad de entendimiento racional, nada menos que con una de cada dos personas.
Se trata de un dato demoledor y deprimente. Trescientos años de ciencia rigurosa, experimental, basada en hechos, en pruebas en datos empíricos, no han servido absolutamente para nada para más de la mitad de la población.
94. LA VIDA COMO CAMPO DE BATALLA
El mundo, no son un escenario apacible, cómodo, acogedor y confortable. Nada de eso. A veces lo son y solo para una parte de sus habitantes. Pero lo común es que se presente como un campo de batalla, en el que el mejor adaptado sobrevive y el más fuerte lo tiene mucho más fácil que los débiles. Ocurre con los individuos , pero también con las sociedades y con las empresas.
La vida es una guerra en la que hay que matar, aunque solo sea metafóricamente, para vivir. La ley suprema es la depredación; a ella estamos sometidos todos los seres vivos. Es lo que hay. Sería mejor para un mayor equilibrio de nuestras frágiles mentes, que todo discurriera de una manera más amable, más pacífica, más cooperativa, pero, no, eso no es lo que ocurre. Por eso estamos cargados de demonios, de conflictos. El combate, la disputa, la contienda, son el escenario en el que nos desenvolvemos. Y hay que hacer un gran esfuerzo para parecer que lo que ocurre y nos ocurre es de otra índole, de aquella que nos gustaría, pero que nuestra naturaleza no permite.
93. EL PROBLEMA...
Como decía Locke, refiriéndose a los absurdos problemas que preocupaban a los filósofos de su tiempo, “el problema somos nosotros mismos, que primero levantamos una polvareda y después nos quejamos de que no podemos ver”. Esto es aplicable a la mayoría de las situaciones de la vida diaria en las que aparecen divergencias de opiniones o interese. Lejos de analizar las cosas, las situaciones, con la frialdad que facilitaría la resolución de los problemas, lo que suele ocurrir es que siempre aparece o aparecen quien/quienes se ocupan de embarrarlo todo, de confundir los principios, los métodos y a los demás, para sacar algún tipo de beneficio, aunque solo sea el de perjudicar a algún rival (en España, enemigo).
Pero es que, además, esos mismos tienen la desvergüenza de quejarse, porque en esas condiciones en imposible sacar nada en limpio. ¡Tremendo!
92. LA FILOSOFÍA
Hay una especia de maldición que obliga a los filósofos a tener que andar siempre justificando su materia y su profesión. Esto no le ocurre a ninguna otra profesión. La cuestión, tal vez, se deba al estatuto intermedio que ocupa nuestra materia con respecto a las dos que están a sus flancos: la ciencia y la religión.
La ciencia se ocupa de lo material, las leyes que lo rigen y demás cosas tangibles. La religión, por el contrario se ocupa del espíritu, del sentido. Y, en medio, casi sin terreno de juego por donde desplazarse, se encuentra la filosofía. Usando los codos de sus argumentos se va colando y haciéndose espacio, pero no lo tiene nada fácil. Muchos la ven como palabrería, otros la sienten tan elevada, que, por no rozar el suelo de lo cotidiano, no le prestan interés.
Pero ahí encuentra su sitio, porque, en definitiva, es una guía para la acción. Por eso, debe ocuparse en orientar a los demás saberes prácticos, como la ciencia; sobre todo, desde un punto de vista ético.
91. AMIGOS
Porque son amigos, se conocen; porque se conocen, se respetan; porque se respetan, buscan aquellos puntos de encuentro, que son muchos, puesto que son amigos. De manera que esos son los que cultivan. Por el contrario, suelen huir de aquello que pudiera crear aristas en su amistad. No es imponerse ninguna censura, es aceptar esa parcela que cada uno cultiva con independencia de su amistad, es, incluso, defender que cada uno pueda defender sus propios criterios con libertad, pero procurando que tales diferencias no sirvan para erosionar el afecto, que es lo más importante. Lo demás es secundario.
Por otra parte, ningún amigo, si lo es de verdad, querrá herir la sensibilidad, las ideas o las creencias del otro, por lo que cuidará de hacerlo de manera especial. Parece complejo, pero no lo es; basta con aplicar un solo principio de manera constante: la amistad.
89. LA EXPRESIÓN Y LA COMPRENSIÓN
Una de las mayores calamidades que asolan el buen sentido, la cordura y la educación es la incapacidad de la mayoría de los españoles para expresar lo que desea y para comprender lo que se le dice o debe interpretar leyendo. No hay más que echar un vistazo a las redes sociales para llevarse las manos a la cabeza y no bajarlas nunca más.
Es un síntoma de la falta de interés que hay en general por la inteligencia, es decir, por el cultivo de aquello que nos hace humanos. Pero, es evidente que hay gente que prefiere estar más cerca de los animales irracionales. Es una opción, sin duda, aunque se trata de una mala opción. El lenguaje es el elemento fundamental; no solo indica que detrás hay una mente que piensa, sino que, además, es un instrumento que configura el pensamiento (lo explicaré en otra ocasión). Pero casi nadie sabe expresarse y casi nadie comprende lo que lee. ¿Hacia dónde vamos así? Mal destino nos espera.
88. DARWIN
Su padre lo tenía destinado a la Iglesia, pero su espíritu científico y racional lo llevó por los l senderos de la investigación, del análisis exhaustivo de la realidad. Tan profundamente llegó con sus trabajos, que terminó descubriendo, nada menos, que el origen de todo, también el nuestro, el de los humanos. Y lo que allí encontró no ha sido nunca del agrado de los fundamentalistas religiosos, esos que tienen tanto poder sobre las almas y sobre los gobiernos. La evolución, ese demonio que contradice la fe, habla de cosas que cambian, que se transforman, que se modifican, mutan, alteran, progresan. Son todas ellas palabras terribles para muchos e inconcebibles para quienes entienden la Biblia al pie de la letra.
Que todavía hoy haya cafres que nieguen el evolucionismo muestra el grado de fanatismo al que pueden llegar determinadas ideas y determinadas personas. Y esas mismas criaturas son aquellas con las que tienes que lidiar a diario en la calle, en el supermercado, en las tiendas y, lo que es peor, las que tienen el mismo derecho que tú a votar.
87. ORFANDAD
La pandemia, que ha confinado al mundo entero a un retiro obligatorio y obligado, traerá muchas consecuencia desde todos los puntos de vista. Habrá que comprobar cómo evoluciona todo, pero cabe vislumbrar algunos efectos que parecen inevitables. Lo tengo analizado en la sección de mi web “Tiempo de crisis”. Pero ahora me interesa poner de relieve una consecuencia que tiene que ver con la diversión.
Antes de la “nueva normalidad” que se avecina se consideraba, en especial por parte d ella juventud, que la diversión más deseable (o guay) es aquella que se comparte con el mayor número de personas. La única diversión era aquella que procuraba la masa, sentirse inmersos en un colectivo amorfo y descerebrado, sin más función vital que las pulsiones más elementales, los instintos más básicos, los movimientos más primitivos.
Frente a eso, ahora se abre un horizonte de reuniones mínimas, de encuentros reducidos a la mínima expresión, de peligro ante la cercanía de los demás. Eso va a dejar a muchas criaturas huérfanas de su ámbito de ocio preferido: la inmersión en la masa. El desamparo más absoluto les espera.
86. LA BANALIDAD
Ese vivir amarrados al presente, a la inmediatez más radical, ese abandono de los viejos cuando ya, como aparatos gastados, se considera que son un estorbo más que un valioso capital familiar y social, esa estupidez de pensar que somos más importantes por tener más cosas, esa pasión enfermiza por el dinero como valor en sí mismo, ese… la lista de despropósitos sería interminable, nos han abocado al callejón sin salida de la estupidez individual y social.
La estupidez conduce a la banalidad. El vacío se ha apoderado de las cabezas. Dentro no hay nada; nada más que tópicos, creencias infantiles y consignas de todo tipo, que han sustituido a las razones y los argumentos, al sagrado deber humano de pensar.
Estamos rodeados de música insustancial, de ocio intrascendente y pueril, de relaciones superficiales, de “Día Internacional de…”, de “Año de tal o cual… Es algo absolutamente insoportable. Estamos cercados por el desprecio a las personas, por el insulto, por la grosería. La elegancia es un bien desconocido; ni se usa ni se estila, porque prevalece la vulgaridad, la ordinariez, lo mostrenco. El reino de la banalidad.
85. LOS VIEJOS
En las sociedades antiguas era común que los dirigentes de cada momento se rodearan de un Consejo de Ancianos, encargado de velar por el sentido común, el equilibrio y la sensatez que procura la edad. Los viejos estaban instalados dentro de una familia amplia, en la que ejercían un papel fundamental para la supervivencia de la misma.
Eran tiempos más difíciles, más precarios que los nuestros, en los que se respetaba el pasado y se trabajaba para legar un buen futuro a los vástagos. Hoy, por el contrario, estamos instalados en el reino del ahora; todo aquello que no sea actual, está fuera de la circulación, no tiene sentido ni importancia. Es el caso de los ancianos, que, amparados por razones varias, son desplazados del hogar en cuanto hay ocasión, porque molestan, porque no pertenecen al presente. Ellos son de otro tiempo, ya periclitado y, por eso, hay que apartarlos en cuanto hay ocasión .
La sociedad pierda así sus consejos, su sabiduría, su capacidad de afecto y de equilibrio racional y afectivo. En definitiva, pierde un capital humano imprescindible para no despeñarse por el precipio de la estupidez y la banalidad.
84. SI NO TE GUSTA EL GOBIERNO...
Cuando la opción que es elegida no es aquella por la que tú has optado, lo que manda la decencia, la elegancia y el faire play es aceptar los resultados, porque, de fondo, hay un respeto por las reglas del juego democrático.
La oposición al que manda no solo es buena, también es constructiva, recomendable, eficaz y valiosa. Su aportación es inestimable para que el funcionamiento del sistema sea correcto. Pero convertir la oposición en una negación del que manda, porque se considera que, pese a ser elegido en unas elecciones, es un gobernante espúreo, es un atropello y una falta de respeto al electorado que eligió aquella opción. No digamos ya, inventar todo tipo de mentiras, falacias y tropelías para justificar tal rechazo. Oponerse no puede sr descalificar ni insultar; eso descalifica a quien lo hace. Pero España es así. Ya hemos tenido sabios en el pasado que nos han avisado de esta nuestra artera condición.
83. HASTA AQUÍ HEMOS LLEGADO
Lo que te cuentan sin que tú quieras, lo que oyes sin querer, lo que te llega del ambiente, es realmente asqueroso. Partidos que ponen su seña de identidad en el patriotismo, extremamente orientados a destruir su querida patria, con tal de hundir a los usurpadores rojos del poder. ¡Es alucinante! Les puede más el odio al enemigo, que el amor a su querida nación española, bendito concepto, que define la unidad de destino en lo universal de todos los nacidos en esta parte del mundo; bueno, de todos no, solo de los que son de la cuerda de esos partidos; los demás, quedamos fuera porque, o no somos españoles o no quieren que lo seamos.
En una situación como la que ha creado el estado de alarma, todos tenemos que sumar, es antipatriótico no hacerlo. ¡Como no se entiende esto; ya habrá tiempo para las vendettas, para las disputas dialécticas; ahora no es el momento. Esto debiera pasarles factura, por irresponsables, por aprovecharse de una situación dramática para arremeter contra quienes ostentan el poder.
Ostenta y no detentan. Ostentar el poder es hacerlo de forma legítima; detentarlo es hacerlo de forma ilegal. Un gobierno democrático siempre es lícito, auténtico, genuino, porque ha sido elegido por el pueblo, como manda el sistema democrático. Es la razón definitiva. Quien es demócrata no puede tener dudas al respecto.
82. PROGRESO Y CONSERVACIÓN
Sin progreso no hay nada que conservar; sin conservación de nada sirve el progreso. Esta es una regla que no exige muchas explicaciones, porque su evidencia es manifiesta. La vida avanza y lo hace sobre la base segura de ir asentando aquellos cambios que favorecen su conservación. Pura ley biológica y social. No todo cambio es positivo ni eficaz, ni cualquier cosa merece la pena conservar.
A lo largo de los siglos este es el mecanismo que ha funcionado y que nos ha traído hasta aquí. Por algo será,
Sin embargo, los seguidores del progreso detestan a los conservadores y estos odian a aquellos como si fueran enemigos irreconciliables. Es evidente que no saben qué hay detrás de cada una de las caras de la misma moneda. Ambos se necesitan, se exigen, se complementan.
Si conocieran esto mis amigos votantes, se llevarían un disgusto tremendo al pensar que tienen a su repugnante y sucio rival tan cerca.
81. CONSIGNAS
El problema de nuestro tiempo, insustancial, vaporoso, frágil, es que las personas, en general, han renunciado al uso de la razón. Funcionan por instinto o, simplemente siguiendo aquellas consignas que les llegan de los que consideran sus líderes en los diferentes ámbitos de la vida. Es más fácil, porque pensar cuesta y si alguien lo hace por ti, mucho mejor.
Las consignas, las frases hechas se utilizan para sustituir las razones. Cuando no hay argumentos que ofrecer o que oponer, se echa mano de ellas; son útiles y, para muchos, son válidas y pueden hacer pasar a quien las usa por una persona informada. Pero no soportan el más mínimo análisis, no digamos ya, si éste es crítico. Se caen por su propio peso. Es una técnica que se ha generalizado entre los políticos; cuando hablan no apelan a la razón,sino al sentimiento, especialmente al de odio. Cuesta entender cómo no ocurren más barbaridades con la sarta de animaladas que se inyectan a diario en las aturdidas cabezas de los votantes.
El problema es que de esa manera estamos renunciando a lo más humano que hay dentro de cada uno de nosotros.
80. NACIONALISMOS
Identificarse con algo o alguien forma parte de la naturaleza humana. Fanatizarse con una identificación solo forma parte de los necios, con perdón. Lo pido porque tengo algunos amigos que se sienten bastante nacionalistas, hasta el punto de que hipostasian un concepto como el de patria hasta convertirlo en algo de orden superior, trascendente, cuasi divino. Mal asunto es ese. Querer a tu patria es normal; quererla por encima de todas las cosas es una enfermedad. Una enfermedad que ha costado mucho dolor y mucha sangre a lo largo de la historia.
Junto a la religión es una de esas ideas nefastas que propenden a la violencia, al rechazo y al odio. Es una idea, además que congrega muchos seguidores. Tiene, lo que se llama popularmente “tirón”, fuerza persuasiva. Es algo bastante incomprensible, pero es así. No exige ningún proceso argumentativa ni analítico. Además, para comprender hace falta usar la razón y los seguidores de esos conceptos se fían más del instinto o de la fe y así no hay manera.
Yo prefiero esos otros conceptos que ayudan a ser más libres, más sabios, más decentes; en definitiva, mejores personas.
79. GOYA
Goya es un personaje extraordinariamente atractivo. Un adelantado de su época, que supo ver y denunciar las hipocresías, las injusticias, las falsedades, las falacias de la política. Y lo hizo haciéndolo patente en sus dibujos, en sus cuadros, convirtiendo su obra en un alegado en favor de la dignidad y de los derechos humanos. Eso, en esta época en la que el fascismo, sus trampas y sus mentiras, se están apoderando de la vida política y del clima social, no viene mal recordar su ejemplo. Ejemplo que cobra aún más valor si se tiene en cuenta que era el pintor de la Corte, con lo que cualquiera de sus críticas podía acarrearle la ruina, y que, además, tenía a la Inquisición en permanente acecho y ya sabemos que enfrentase a ella era un juego extremadamente peligroso.
Que nos sirva de ejemplo a los que estamos excesivamente pasivo ante lo que se avecina y, no obstante, conocemos muy bien que el sueño de la razón produce monstruos. Usémosla sin que nos tiemble el pulso.
78. EL FASCISMO
El fascismo es un movimiento político totalitario y antidemocrático, que exalta hiperbólicamente la patria, la tradición, la bandera, el himno, y demás símbolos y los considera superiores al derecho de las personas, colocando a las minorías en situación de precariedad: negros, gitanos y demás desfavorecidos. Grupo en el que colocan también a las mujeres, que deben permanecer sometidas al varón, como siempre ha ocurrido y como Dios manda.
No hay nada en ese párrafo que no aterre a cualquier persona sensata, culta y decente. ¿Cómo es posible, entonces, que tantas personas apoyen a grupos que defienden estas barbaridades? Supongo que la razón está en que no se cuestionan de verdad lo que están respaldando; hay una especie de ofuscación, de malestar contra otros, de frustración personal, que debe justificar esa conducta. Conozco a unos cuantos ciudadanos que lo hacen y los tengo bien considerados como personas, profesionales y amigos. No lo puedo entender.
77. EL MIEDO A LOS OTROS
Lo que le faltaba a este mundo disparatado que hemos construido con tesón, es un virus que venga a separarnos un poco más de lo que ya estábamos. Una sociedad basada en la hipocresía, en la rutina, en la falsedad, en el consumismo, es decir, en valores sustancialmente negativos, muy alejados de aquellos que promueven, de verdad, la riqueza del ser humano.
A mí me genera mucho desconsuelo este universo de relaciones ficticias, repleto de estupideces, infestado de dogmatismos, cada vez más revuelto en la intolerancia, en la sinrazón, en la barbarie. Cada vez más alejado de la razón, del sentido común. Definitivamente instalado en la pamplina y la frivolidad de aplaudir todas las tarde a las 8 a los sanitarios abnegados y, a la vez, contravenir todas las disposiciones técnicas para intentar protegerlos.
Y eso es así, porque estamos instalados en los gestos sin sustancia, en la superficie sin profundidad, en la celebración permanente de la banalidad.
76. LA IMPERFECCIÓN
La búsqueda obsesiva de la perfección que agobia a tantas personas, perturba considerablemente sus vidas y las aleja desesperantemente de esa pizca de felicidad a la que podemos aspirar los humanos. Y lo hace, porque alcanzar ese límite superior de excelencia es imposible. Luchar contra eso recuerda a Don Quijote peleando con los molinos de viento. Todos tenemos que relajarnos en ese sentido y comprender de verdad, que lo verdaderamente humano es la imperfección. Todos tenemos alguna; algunos muchas y solo unos pocos se pueden vanagloriar de tener solo unas pocas.
La imperfección nos humaniza, nos convierte en seres que controlan su propia vida desde el conocimiento de sus propias limitaciones. Eso es lo más parecido a acercarse a la perfección. Lo otro es soñar, eso a lo que tiende tanta gente.
75. LUTERO
Lutero es un nombre que suena horrible a los sacros oídos de los católicos, que apenas conocen nada, ni de su vida ni de su obra. Su propósito cuando se enfrentó a la Iglesia de su tiempo no era otro que limpiar la podredumbre acumulada en su seno durante siglos. Tan podrida estaba, que Lutero, con rigor evangélico, consideraba que más que ayudar perturbaba la vida religiosa. En definitiva, creía que la Iglesia era, más que obra de dios, obra del demonio. De lo cual dedujo, que la relación del creyente con Dios debía hacerse directamente, sin mediación.
Lutero, en principio, no pretendía romper con la Institución, sino sustituir la vieja iglesia por una nueva, más pura, más decente, más limpia. Pero varias circunstancias ajenas a él lo llevaron al cisma y de ahí al nacimiento de una nueva corriente, el protestantismo.
74. FACHAS Y PROGRES
En España no hay ni conservadores ni progresistas. Ellos mismos se tildan unos a otros de fachas y progres. Es decir, se acude directamente al desprecio para nominar al que nunca debiera ser enemigo, sino rival. Así son las cosas. Despectivamente se escupe una u otra expresión según el origen de la misma.
Es la maldición de las dos Españas, de la que algunos amigos míos (pocos) se están bajando, pero que siga viva y coleando en una gran mayoría, que constituye una amenaza sera para la convivencia. Es, más o menos, lo mismo que desear constantemente que una de las ods sobra y que los otros son unos golfos indeseables, que no merecen nuestra nacionalidad.
Triste destino el de este entrañable y extraño país. !Me gustan tantas cosas de ti! Pero tú cada vez me gustas menos. Yo necesito ya más paz.
73. CONSERVADORES Y PROGRESISTAS
Los conservadores, en España, no creen que los progresistas tengan derecho a abrir la boca; deberían desaparecer. Los progresistas consideran que los conservadores son una rémora para la vida del país y que deberían desaparecer. Repito la palabra desaparecer, porque en ningún sitio como en este país se tiene al pensamiento único: los que no piensan como yo no tienen derecho a ser ciudadanos de mi país.
Eso es así, tal vez, porque nunca se han planteado esto: conservador procede de conservar, que es un acto fundamental para la evolución de la vida; sin conservar lo logrado no sería posible haber llegado hasta aquí. Progresista vine de progreso, un elemento clave para el desarrollo vital. Sin progreso no hay avance; sin esa voluntad de cambiar, de mejorar, no hubiera sido posible llegar hasta nuestro presente. En la vida ambos verbos son igualmente imprescindibles: conservar lo alcanzado y progresar para seguir avanzando.
72. COPÉRNICO Y SU REVOLUCIÓN
Ni la francesa, ni la técnica, ni la informática, la mayor revolución d ella historia es la copernicana. Frente al inmovilismo tradicional, Copérnico anunciaba, nada menos, que la Tierra no era el centro del universo, sino un planeta más, un elemento no especialmente relevante dentro de un enorme conjunto de piezas que se mueven alrededor del Sol, en una danza solemne y majestuosa. Algo que no solo contradecía las enseñanzas de la Iglesia, sino también la experiencia obvia diaria, pues lo que las criaturas vemos es al Sol saliendo y poniéndose mientras nosotros en la Tierra permanecemos inmóviles.
Pero aquello chocaba frontalmente con lo impuesto por la Iglesia y, entonces, enfrentarse a ella era precipitarse directamente en la hoguera. Por eso no mandó divulgarlo hasta después de su muerte. Y así fue, aunque se adelantó un poco: los editores le dieron la oportunidad de gozar de un ejemplar ya en su lecho de muerte. La respuesta de la Iglesia, ya que no podía matar al autor, fue incluir su obra en la lista de libros prohibidos. La misma historia de siempre: “que la gente no conozca la verdad; es muy peligrosa para nosotros”..
71. IZQUIERDAS Y DERECHAS
Existir existen y están constituidos como grupos irreconciliables, antagónicas, con tal nivel de virulencias en sus incompatibilidades, que donde debiera haber rivalidad hay odio, porque no se consideran adversarios, sino enemigos. Mal asunto; nefasto para la convivencia y la paz que necesitamos las personas y las instituciones. A mí, al menos estas cosas me fastidian la vida bastante. Últimamente, además, vale todo: bulos, mentiras, falsedades… crean un ambiente irrespirable, en el que no hay lugar para el debate sereno, las tomas de posiciones razonadas, la colaboración la oposición constructiva.
Uno que ha estudiado disciplinas científicas en las que te enseñaban que la honestidad, la objetividad, el rigor, eran imprescindibles, se encuentra (me encuentro) desubicado en este contexto, porque esto es una pelea callejera sin sentido ni nivel, que nos arrastra a todos a una disputa barriobajera, en la que los argume
70. EL ERROR DE COLÓN
Poca gente sabe que Cristóbal Colón no buscaba con sus viajes descubrir un nuevo mundo. Nada de eso. Él solo quería llegar a China, recoger todo el oro y especias que pudiera y regresar para empezar a organizar el siguiente viaje , depredador. Pero había algo más en sus intenciones: había celo evangelizador, afán de convertir a los paganos a la verdadera fe; había también afán de aventuras, como es natural en quien se embarque en semejante locura; y había sed de conocimientos científicos, de ampliar las exiguas cartas marinas.
Colón, sin embargo, consiguió justo lo que no se proponía, aunque también como un segundo valor dada la importancia concedida al descubrimiento. Lo que nunca supo Cervantes ni sus hombres es que habían alcanzado unas tierras desconocidas por los europeos hasta entonces. Y así murió, sin saber lo que realmente había alcanzado. Y sin sospechar lo más mínimo el papel extraordinario que le iba a conceder la historia.
69. EVOLUCIÓN ÉTICA
Hace, más o menos, 35.000 años, había dos especies humanas diferentes, el HOMO SAPIENS y el HOMO DE NEANDERTHAL. Los dos eran seres humanos, pero de especies distintas. Justo por aquel tiempo, la primera especie acabó con la segunda para siempre y, a partir de entonces, empezó nuestro desarrollo humano.
Son muchos 35000 años, comparados con la cortedad de la existencia individual sobre todo, pero apenas son nada comparados con los miles de millones de años que necesitaron la evolución del Universo y de la vida para llegar hasta ahí. Muy poco, pero cuántas cosas han pasado. ¡Cuánto avance científico y técnico, sobre todo concentrados en los últimos cien! Y qué poca evolución en el campo de la ética, de la moral. Apenas hemos avanzado nada, y por cada paso que se da adelante, (abolición de la esclavitud, Declaración de los Derechos Humanos), damos unos cuantos más hacia atrás (falta de honestidad, desvergüenza, decencia bajo mínimos). Creo que estamos en una época especialmente delicada. Tal vez sea porque aún estamos en los albores de nuestra existencia como especie.
68. EL ANALFABETO MÁS CULTO
Carlomagno fue analfabeto durante casi toda su vida; solo al final pudo aprender a leer y a escribir. Pero, desde que accedió al trono tuvo claro que para ser un buen rey, como él lo fue, debía rodearse en su corte de los mayores sabios de su época. El saber es el mejor salvoconducto hacia la gloria. Pero es una inversión a largo plazo y, desde siempre, los gobernantes y los poderosos se han dejado seducir más por el poder, por el dinero…
Hasta fue capaz de articular un “plan general de educación”. Y estamos hablando del siglo IX. En ese proyecto fue capaz de articular todo un programa de igualdad de oportunidades, consciente de que la igualdad, o empieza por ahí, o es imposible alcanzarla después. Lo curioso es que era una igualdad al revés de lo que se haría hoy. Entonces, las gentes acaudaladas eran los mayores enemigos de los estudios; solo iban a las escuelas los hijos de los siervos de la gleba, es decir, de los pobres, que así eran reclutados para la Iglesia. Así que el rey obligó a los pudientes a mandar a sus hijos a los centros educativos. Instituciones que se expandieron por todo el Occidente civilizado.
Una isla en un mundo desierto de cultura, pero, al menos, una semilla de la que más adelante brotará el Renacimiento.
67. ALEJANDRO Y BENITO
Uno con la espada y el otro con la cruz, ambos pusieron los cimientos de la civilización occidental. Una civilización occidental fraguada a base de oraciones y de mandobles. ¿Podía haber sido de otra forma? Tal vez. Se podría haber derivado por el uso de la razón como guía básica de operaciones; y también por el refinamiento, el cultivo de la sensibilidad, de la delicadeza. De la elegancia.
Pero, lo cierto, es que se optó por la fe y por la fuerza. Esas son nuestras raíces. De ellas somos herederos. Ahora es casi imposible desprenderse de ese atavismo y somos lo que somos, porque no hay forma de que una semilla no dé el fruto que lleva grabado en su código genético. Alejandro Magno enseñó la eficacia del valor, de la estrategia y de las armas; Benito de Nursia sembró el mundo de monasterios bajo el lema “ora et labora”. Todo somos hijos de esas dos enseñanzas: ambición de poder y confianza en la divinidad.
66. EL LIBREPENSADOR
El librepensador es un ser que no existe, que está en perpetua construcción. Quiero decir que por mucho que uno ponga en el empeño, no es posible desembarazarse de rémoras intelectuales, morales, familiares, tradicionales, religiosas o filosóficas cuando tiene uno que posicionarse ante cualquier cosa y pensar sobre ella. La libertad absoluta no existe; pero sí, debe existir y es imprescindible para un filósofo, la innegociable voluntad de pensar con la máxima libertad posible, huyendo como un titán de la tentación de seguir caminos fáciles, de apriorismos y de prejuicios.
Ponerlo todo en cuestión, hasta los propios principios, es la tarea de fondo, el pórtico intelectual en el que ha de moverse el pensador. Huir de filias y de fobias es el primer ejercicio que debe practicar a diario. Y siguiendo ese camino, armarse de valor para luchar contra las miles tentaciones que se presentan para tomar atajos y abandonar la senda del esfuerzo de neutralidad, de imparcialidad, de rectitud. No es fácil, pero es imprescindible.
65. LOCURA
Me parece indigno, aberrante, el espectáculo de la oposición acosando al gobierno en un tema tan dramático como la invasión mundial del coronavirus. En estos casos no cabe otra actitud que ponerse al lado del que tiene que tomar decisiones, sumar, apoyar, desear lo mejor. En cualquier parte del mundo se está haciendo así. Es un enemigo externo el que ataca y ante eso no cabe más que la colaboración. Ya habrá tiempo de disputa y, haciendo un cálculo inteligente por parte de la oposición, ya llegará el momento de cobrar el apoyo.
En lugar de eso, se aprovecha la trágica coyuntura para hacer política zafia, de una mezquindad que hace enrojecer a los que tenemos dos dedos de luces. Alcanzar el poder a toda costa no puede valer y, además, a mí me parece una estrategia equivocada desde el punto de vista de los réditos. Lo más probable es que esta chabacanería, esta golfería les termine pasando factura. Estas cosas deben pagarse y se pagarán.
Son cosas que solo ocurren en este país, del que muchos están tan orgullosos. Yo, antes estas cosas, la verdad es que me avergüenza bastante ser del mismo país que esta gente. Y lo lamento especialmente, porque el partido del gobierno actual no es santo de mi devoción. Pero este es mi gobierno, y no me importa el color. El drama que estamos viviendo exigía un alto el fuego.
64. LAS DESVENTAJAS DEL CAPITALISMO
De forma breve, como hice con las que a mí me parecen los principales beneficios del sistema capitalista, paso a enumerar, sin apenas desarrollo, las que considera sus principales inconvenientes.
La primera es que se desentiende de las necesidades básicas de la gente, como la salud, la educación, los alimentos y la vivienda. Todo eso se lo deja al Estado para que apechugue con ellas.
Como segundo tema hay que lamentar que no propicia una distribución equitativa de la riqueza. Eso, a lo largo de la segunda mitad del siglo XX se corrigió gracias a la socialdemocracia, y su programa del Estado del Bienestar, pero es algo que ya apenas interesa y se está desmontando concienzudamente.
El tercer tema, que a mi me preocupa especialmente, es que los valores éticos que promociona están basados de forma casi exclusiva en el más descarnado individualismo.
Un cuarto valor negativo es que antepone la libertad individual al resto de derechos humanos y eso es bastante peligroso por la cantidad de desheredados que deja en el camino.
Y por último, entiendo que genera una competencia por alcanzar objetivos económicos, lo cual coloca al dinero como el dios supremos de todo el sistema. Mal asunto.
63. VENTAJAS DEL CAPITALISMO
Es un tema que me interesa y que a todos nos debiera preocupar. Mucho más que andar insultando a los representantes del partido contrario, que es ahora mismo el deporte nacional; le sigue a corta distancia el lanzamiento de bulos infantiles, a ver, si cuelan, intentando denigrar a los oponentes y mostrar lo malvados que son. Pues bien, a lo que iba, voy a intentar resumir en cinco puntos las grandes virtudes del sistema liberal capitalista, de una manera objetiva, tal como haré con sus maldades, vicios o deficiencias estructurales. Lo haré muy sucintamente.
La primera es la enorme capacidad del capital privado para generar riqueza a través de la producción. Esto es indudable, pese a los matices que se puedan hacer.
La segunda virtud es que permite a los ciudadanos acceder a la propiedad privada, esa realidad que tan connatural parece a nuestra naturaleza.
La siguiente es que también permite a los ciudadanos ejercer sus derechos individuales.
La cuarta virtud, entiendo yo, la extraordinaria capacidad que tiene para autorreformarse, para adaptarse a las diferentes circunstancias históricas; tiene una inmensa capacidad de supervivencia.
Por última, y tal vez la ventaja más importante: sostiene y promueve las libertades individuales.
Son cinco valores indiscutibles, pese a que algunos de ellos llevan dentro sus propias contradicciones.
62. LOS CIUDADANOS
De izquierdas, de derechas, centrados, conservadores, progresistas, radicales, nacionalistas, indiferentes, agobiados por tanta politización barata, cansados de todo, defraudados, fanáticos, decepcionados de la política, de los políticos, y otros grupos que podamos formar con la fauna social, todos somos sistemáticamente orientados y encaminados hacia donde les interesa a los dueños del mundo, los que controlan el poder económico y el mercado.
Los conceden el título de ciudadano, lo cual nos eleva por encima de la categoría de súbditos, de siervos y demás ralea medieval. Dicha categoría nos concede derechos y deberes, nos obliga a someternos a la ley y nos permite votar en las elecciones. Nos permite, teóricamente, pensar, pero eso ya es otro cantar. Porque nuestra pensamiento está siempre fuertemente mediatizado por las instancias que deciden lo que debemos pensar y cuáles son la líneas rojas que nunca debemos traspasar.
¿Pura especulación? ¿Radiante fantasía? Nada de eso. Pura verdad; está ahí al alcance de cualquiera; de cualquiera que quiera saltar por encima de sus pequeñas filias y de sus pequeñas fobias.
61. LOS QUE MANDAN
Manda quien controla la opinión pública. Esta opinión es controlada de una manera casi hegemónica por quienes tienen el verdadero poder, el auténtico, es decir, el económico. ¿Cuándo nos vamos a enterar? Los políticos son unos simples mamporreros de los que controlan el mercado; están a sus órdenes; no tienen ninguna autonomía. Ninguna. Ni los llamados de derecha ni los de izquierda. Ninguno puede ir más allá de un límite estricto y férreo, que tienen marcado a fuego en sus programas reales, aquellos que nunca exponen públicamente. Esto podría parecer una hipótesis aventurada, pero puede constatarse en los hechos políticos de cada día. No es política-ficción.
Los que mandan controlan el poder político, controlan la propaganda, porque tienen todo el dinero para hacerla y controlan los medios de comunicación, es decir, las que dan las noticias que interesan, silencian lo que conviene, y crean la opinión que hace falta en cada momento.
Tienen el poder y nada podemos hacer por evitarlo. Nuestros medios, más que limitados, son inexistentes. Saberlo, conocer cómo funciona esto, ya es una forma de disidencia.
60. RECONSTRUIR EL CAPITALISMO
Aunque se enfaden los fanáticos del sistema capitalista, no hay duda de que está pidiendo a gritos una mano de pintura. Si no, corre el riesgo de desaparecer, víctima de su propia autosatisfacción, de su propia autocomplacencia. Avisados estáis los fanáticos, los que consideráis que todo en él es perfección, que no caben reformas, que la autorregulación forma parte de su misma esencia, que sabrá salvar cualquier envite, cualquier crisis, cualquier contratiempo.
Pero no es así. Sus debilidades son notorias: las burbujas del mercado, las desigualdades económicas, las recesiones recurrentes, la depredación del medio ambiente. Todo eso y muchos más cabos sueltos, terminarán pasando factura, tarde o temprano, pero lo harán. De hecho, lo hacen de forma cíclica, algo que ya se ha aceptado como algo que forma parte de su naturaleza, pero de lo que siempre sale bien librado.
El capitalismo ha sacado, es cierto, a millones de personas de la pobreza; ese es su gran mérito, pero, también es verdad, deja a muchos otros en el camino, sin que muestra la más mínima compasión hacia ellos. Por eso, los poderes tienen que dejar su cortoplacismo y situarse un un nivel más vanzado de análisis, para corregir las deficiencias, que son muy graves y peligrosas.
59. ELEGIR
La forma palmaria de la libertad es la elección. Somos libres en la medida en que podemos elegir. Si otros lo hacen por nosotros, no somos libres. Así que, en la medida en que dejamos en manos de los demás las opciones que nos corresponde hacer, estamos haciendo una deplorable dejación de nuestra libertad.
Los seres humanos estamos obligados a elegir; la vida nos obliga a ello a diario, sin que ella otra alternativa. Continuamente estamos haciendo elecciones, desde la física ¿me levanto o no?, pasando por la psicológica ¿creo esto o aquello?, hasta la social, ¿sigo relacionándome con este tipo o no?, o la política, ¿a quién voto? A esto añádanse las más pedestres, referidas a nuestros actos fisiológicos o elementales , que realizamos sin cesar.
Elegir nos hace humanos, nos constituye, estamos obligados a ello. Ya lo decía Sarrte. “Estamos condenados a ser libres”. Condena en el sentido de deber ineludible de tomar decisiones. Tales actos van conformando nuestra vida: “somos lo que vamos decidiendo”. Pero, ¡ay!, somos lo que hacemos, pensamos o decimos, pero también somos lo que no hacemos, pensamos o decimos. Es decir, aquellas cosas por las que no optamos, que se quedan en el camino, también forman parte de nosotros. Unamuno llamaba “ex cadáveres” a estas opciones descartadas en beneficio de que aquello por lo que vamos optando.
58. CORONAVIRUS
Por primera vez, en tiempos de paz, estamos sometidos a un estado de alarme. Algo demasiado tremendo, una especie de mal sueño del que no sé si alguna vez despertaremos. Hasta ahora veníamos lidiando como podíamos los avatares de la vida cotidiana, siempre acelerada, nuca tranquila y sosegada. Cada uno toreaba sus propios miedos, dudas e inseguridades; casi en solitario, de manera íntima y personal.
Pero esto ha cambiado; el miedo ahora es general; hay algo que nos tiene confinados en la casa, esperando su evolución, temiendo su reaparición y, con la certeza, de que aquellos tiempos no volverán y que cada vez irán apareciendo nuevos fantasmas, nuevos peligros, nuevas amenazas. Todos, además, nos hemos vuelto eso para los otros, un motivo de inquietud, de riesgo. No son buenas estas perspectivas.
Y como es la primera vez en tantos años, uno tiene que incubar la inevitable sospecha de que esto es algo fabricado, que a alguien le interesa, por supuesto, desde el punto de vista económico. ¿Será así? ¿Es un barrunto? No hay quien se trague que esto sea algo natural, justo cuando la ciencia está tan cerca de aclarar tantas dudas, de resolver tantos males. No, no me lo creo.
57. LOS RICOS DE VERDAD
No hablo de los nuevos ricos ni de aquellos que con sus empleos consiguen una posición confortable. Ni de los que con gran visión y sacrificios iniciales ponen en marcha un negocio con el que sacan adelante a sus familias; ni de los que consiguen buenos empleos, bien remunerados, gracias a su capacidad de trabajo y talento. Podría seguir enumerando; la casuística es innumerable. Cuando hablo de ricos de verdad me refiero a esos que aparecen las listas que divulgan las revistas, que son citados en los telediarios, cuyos capitales superan el presupuesto de cualquier país mediano, que usan aviones privados y que, por supuesto, no pagan impuestos, porque eso no va con ellos. Son los que mandan en el mundo y los gobiernos, todos, están a sus órdenes. Son los que, de vez en cuando, aparecen haciendo grandes obras de caridad, o creando fundaciones con su nombre para atender las necesidades de algunos de los tantos necesitados que hay en la Tierra. Así calman su conciencia y se ponen a bien con el fisco, pagando siempre, como es natural, mucho menos de lo que les correspondería pagar. Pura demagogia.
56. LOS OPUESTOS
Cuando dos cosas, dos personas, dos movimientos filosóficos, dos sistemas sociales, políticos a artísticos, están imbricados mutuamente en su condición de contemporáneos o en su naturaleza temática o en su similitud de finalidad, tendemos a juzgarlos, no en su condición de entes autónomos, sino en su relación con su oponente. Realismo y abstracción en pintura, clasicismo y romanticismo en literatura, capitalismo y comunismo en política, pueden ser buenos ejemplos de parejas encadenadas y condenadas a perder su propia identidad.
Un problema secundario aparece, aparte del sustancial antes anunciado, y consiste en que cualquier juicio o análisis sobre uno condiciona la valoración sobre el otro. Actúan como vasos comunicantes, como parejas inevitable. Las bondades de uno se conviertes en maldades para el otro; lo positivo de cada cual se convierte en negativo para su homólogo. Con lo cual, se trabaja sobre unos métodos incorrectos, porque ni el éxito ni el fracaso de uno de ellos conllevan la bondad o la maldad del otro. Pero, así están las cosas, y es bueno saberlo.
55. EL CONSUMISTA
Hasta los más austeros de los filósofos más escépticos sucumben en el presente al poder del reclamo publicitario y a la necesidad que inculca por poseer cosas. Es algo que no conoce fronteras ni hay voluntad que no se doblegue. Es verdad que en mayor o menor medida, con más o menos criterio, lo cierto es que cada uno de nosotros, y todos a la vez, somos consumistas.
Si no lo fuéramos no podríamos sobrevivir en este mundo. Es inevitable hacerse, al menos, con lo imprescindible, comida y ropa; pero puestos ya a comprar, ¿quién no se da algún capricho, de vez en cuando. Por ahí se entra y si no por otras de las millones de puertas que el sistema económico ha ido articulando para doblegar las voluntades, incluidas las más invulnerables.
El consumista común, no el avisado, el consciente, el que controla y sabe y conoce el mundo en el que se mueve, pone todas sus esperanzas de felicidad en la adquisición de cosas. Esas cosas le hacen momentáneamente feliz. Pero se trata de un sentimiento que no suele ir más lejos del momento en el que aparezca la próxima pulsión de compra.
54. EL COMUNISMO
No hay concepto más denostado ni palabra más maldecida. Lo odian los pocos que lo conocen y los muchos que lo ignoran. Un concepto y un vocablo maldito, que parecen haber sido engendrados en el mismo vientre del invierno. Quienes lo hicieron nacer y desarrollarse fueron los mismos que lo hicieron desaparecer. No necesitó ningún enemigo exterior, aunque lo tuviera, bastó con que sus mismas contradicciones internas lo llevaran a la tumba.
Dentro tenía la propuesta de un mundo mejor, de una sociedad injustas, que buena falta hacía. La frustración, por eso, fue más grande. Sus males lo derrotaron. Lástima para los que esperaban la salvación en su seno. Pobres ingenuos.
Su derrota confirmó al capitalismo como el gran triunfador, pero un ganador exhausto, que, si no cambia, tendrá que terminar de la misma manera que aquel: víctima de sus propias contradicciones internas.
Que no nos coja por medio.
53. SEGURIDAD Y LIBERTAD
He aquí una pareja de concepto que es un test completamente eficaz para detectar la posición ideológica y la radicalidad de la misma.
Si planteas a alguien en qué medida hay que proteger una u otra opción, en el caso de que hubiera que optar por una de ellas, ocurre lo siguiente: el conservador defenderá siempre la opción de la seguridad; eso de la libertad no es más que una palabra y alguno dirá que, incluso, una tontería. Su nivel de conservadurismo vendrá dado por el grado en que estima la libertad. Pero, en general, en esta coyuntura, la libertad le parece algo perfectamente prescindible.
En cambio, el progresista, tendrá indefectiblemente a poner la libertad como un valor supremo, sideral, ante el que merece la pena correr los riesgos que hagan falta, porque se trata de un valor que hay que conquistar y del que un ser humano no puede prescindir sin perder su dignidad. Su nivel de progresismo, igualmente, correrá parejo al grado de entusiasmo con que pone a la seguridad como subordinada de la libertad.
Es una prueba curiosa: hacedla, si queréis desenmascarar a quienes tienen por costumbre eludir su filiación política.
52. EL POSCOMUNISMO
Cuando el comunismo implosionó, víctima de sus propias contradicciones internas y de una praxis absolutamente descabella, el otro sistema, el capitalismo, con euforia desmedida, consideró que había ganado definitivamente la guerra, que habíamos llegado, en palabras de Fukuyama, al “final de la historia”. El sistema liberal capitalista era el objetivo perseguido a lo largo de la historia de la humanidad y que, gracias al último episodio de destrucción de su gran rival, ya podía cantar victoria de manera absoluta.
La coexistencia pacífica durante buena parte de l siglo XX de estos dos sistemas económicos, puso en evidencia sus diferencias, pero también sus bondades y debilidades. Lo abordaré en un trabajo que tengo pendiente. De momento me limitaré a constatar, que aquel entusiasmo neoliberal era bastante exagerado e inocente. El capitalismo no había ganado nada, simplemente había desaparecido el comunismo, que es algo bien diferente. Las maldades de éste no añadían ningunas bondades a aquel. El capitalismo también lleva dentro sus propias contradicciones, no es un sistema in inocuo ni decente, sino más bien todo lo contrario. Es cierto que, hasta ahora, ha funcionado, y al primer mundo le va decentemente bien con él, pero deja fuera a demasiada gente, tiene flecos inhumanos y, al verse solo como ganador, ha agudizado más sus problemas.
El poscomunismo solo ha sido bueno para los que se libraron de él. El equilibrio roto nos dejó a merced del capitalismo, ese otro sistema, que habrá que corregir y matizar antes de que acabe consigo mismo, después de acabar con nosotros.
51. RIESGO
Han sido muchos años de lucha, obrera, de defensa de la razón, de la inteligencia, de la cultura, de la civilización, de la opción del diálogo como herramienta básica de las controversias, de oposición a los privilegios, a los beneficios gratuitos, a la desmemoria de los olvidados.
Han sido demasiadas esperanzas depositadas en la posibilidad de que, alguna vez, todo pudiera ser diferente y pudiera cambiar para conseguir algo tan sencillo y poco revolucionario como pretender que cualquier ser humano pudiera acceder a una vida digna y razonablemente agradable. Ha sido una lucha humana, más que política. No creo que la política sirva para luchar por nada bueno; es más, pienso que las cosas buenas suelen conquistarse a pesar de los políticos. Han sido conquista alcanzadas a través de los empujes que la civilización va dando de vez en cuando, sin que apenas nos demos cuenta.
Han sido puestas muchas expectativas, demasiada confianza en un futuro, que ya iba a mirar siempre adelante, que ya nunca más iba a volver al pasado. Pues bien, ahora corremos el riesgo de perderlo todo. Ya de hecho lo estamos haciendo. Vease la precariedad con la que la sanidad está teniendo que enfrentarse al coronavirus, piénsese en los recortes que ha sufrido el sistema educativo. Hay que declarar el estado de alerta como sociedad. Hay un enorme riesgo de perder por completo las conquistas sociales que tanto esfuerzo, sacrificios y vidas han costado a lo largo de la historia. Ya se ha iniciado el proceso.
50. VIRUS
No me refiero al covid-19, terrible amenaza biológica, negro presagio de futuras catástrofes, auténtico y demoledor testimonio de nuestra pobre naturaleza, de nuestra triste precariedad. No quiero hablar de éste, que es cosa de técnicos en epidemias y de médicos especialistas. Lo que deseo es poner de manifiesto un , creo, más terrible epidemia de fanatismo, de intolerancia, de radicalismo extremo, que ha invadido España como una siniestra ola de decadencia y oscurantismo.
Estaban aquí, disueltos en otras formaciones políticas, influyendo a través de los púlpitos, pero ahora se han quitado el antifaz y disparan a cara descubierta.
Si fueran una opción política más, no habría más remedio que respetarla, asumir que tienen todo el derecho a defender sus opciones, pero visto lo que pregonan, lo que defienden, lo que proponen, lo que están dispuestos a negarnos, más vale que estemos preparados y dispuestos a defender nuestras trincheras. Lo que buscan es acabar con la democracia, con el constitucionalismo, con un estilo de vida occidental basado en la tolerancia y el respeto, con el estado de bienestar. Y todo ello, a base de demagogia y de predicar que defienden lo contrario, nada menos que la libertad. ¡Qué sabrán ellos lo que es eso!
49. FRUSTRACIÓN
He aquí el más imprescindible de los instrumentos sociales. Permite tantas cosas y evita tantas, que si no existiera habría que inventarla. La doblez, el fingimiento, la simulación, en el mundo inauténtico que hemos creado, son imprescindibles. Para darles una pátina de nobleza se inventó la palabra diplomacia, que es la encargada de que digamos lo que se debe y de que hagamos lo que se espera de nosotros. Toda la vida social está entretejida de forma que las convenciones se cumplan, que lo previsto ocurra, que lo debido suceda para que todo siga funcionando.
Imaginad por un momento que siempre fuéramos sinceros, que dijéramos exactamente lo que pensamos, que actuáramos guiados tan solo por los instintos, sin ninguna atadura moral o social. La sociedad se convertiría en un galimatías imposible de controlar, incapaz de procurar la necesaria cordura para su eficaz funcionamiento.
¿Qué sería de la convivencia si no fuéramos mintiendo continuamente, a cada paso? Sin duda, lo hacemos con buenas intenciones, pero lo cierto es que, aunque movidos por nobles motivos, no dejamos casi nunca de mentir; exactamente cada vez que es necesario para que no se rompa el orden social.
48. HIPOCRESÍA COMPARTIDA
He aquí el más imprescindible de los instrumentos sociales. Permite tantas cosas y evita tantas, que si no existiera habría que inventarla. La doblez, el fingimiento, la simulación, en el mundo inauténtico que hemos creado, son imprescindibles. Para darles una pátina de nobleza se inventó la palabra diplomacia, que es la encargada de que digamos lo que se debe y de que hagamos lo que se espera de nosotros. Toda la vida social está entretejida de forma que las convenciones se cumplan, que lo previsto ocurra, que lo debido suceda para que todo siga funcionando.
Imaginad por un momento que siempre fuéramos sinceros, que dijéramos exactamente lo que pensamos, que actuáramos guiados tan solo por los instintos, sin ninguna atadura moral o social. La sociedad se convertiría en un galimatías imposible de controlar, incapaz de procurar la necesaria cordura para su eficaz funcionamiento.
¿Qué sería de la convivencia si no fuéramos mintiendo continuamente, a cada paso? Sin duda, lo hacemos con buenas intenciones, pero lo cierto es que, aunque movidos por nobles motivos, no dejamos casi nunca de mentir; exactamente cada vez que es necesario para que no se rompa el orden social.
47. LAS PATRIAS
No me fío, como veis, del concepto Patria, tan vacío como tantas y tantas palabras, tras las que las criaturas han ido, dócilmente ofreciendo inocentemente sus vidas. Sí estoy convencido, porque los uso a diario, de la existencia de otros asideros afectivos, esos que ayudan a sentirse en comunidad con otros, que honran la inteligencia y el corazón.
Uno de ellos es la patria chica, ese lugar que nos vio nacer, en el que crecimos y del que nos sentimos deudores. Mi paisaje, sus gentes, sus árboles, sus caminos, son los mío; ellos me colman, me dan sombra y por ellos transito. Ésta sí es mi patria, en ella me encuentro como pez en el agua.
Otra de esas patrias reales y auténticas, no solo conceptuales, es mi lengua, mi idioma, ese que me permite expresar mis sentimientos, comunicar mis ideas, trasladar mi mundo a los demás y recibirlo de ellos. Esa es mi patria, de ella recibo todo lo que necesito para sentirme un ser humano de verdad.
Otra patria, no sé si tan esencial como las anteriores, pero para mí básica, son mi familia, mis amigos y todas las redes de afectos que forjan a mi alrededor. Estos son también tangibles, imprescindibles.
Son mis patrias, tan importantes, tan necesarias, que no necesito ninguna otra.
46. LA PATRIA
La Patria es un concepto, una idea. Es, por tanto, una irrealidad, algo que no tiene consistencia material. Algo parecido a Dios, La Patria, como mucho, es una realidad afectiva, algo que alude a los sentimientos, a los lazos espirituales, a las redes que teje la emotividad compartida.
Entiendo, que se trata de un concepto social. La Patria es algo que se comparte con otros patriotas. Y ahí radica lo negativo del concepto: la capacidad que tiene para envenenar conciencias, para crear falsas camaraderías y organizar complejas orgías en su defensa. Porque la idea de Patria lleva implícita la de exclusividad, la del supremacismo de sentirse superior a cualquier otra patria. Nace como oposición , como un concepto negativo que, incapaz de proponer positividades, niega las potenciales de las demás.
No conviene aferrarse a su nombre, ni girar en su órbita, ni rendirse a sus encantos. Porque en su universo solo suele crecer la palabrería de charlatanes, que buscan satisfacer oscuros interes personales.
45. EL INSULTO
El insulto aparece allí donde terminan los argumentos. Lo podemos comprobar en cualquier discusión, en la que, siempre que no hay arreglo, una de las partes pierde los papeles cuando ya no tiene recursos para seguir arguyendo. El insulto es la falta de recursos para debatir, que es una posibilidad estupenda de que disponen los humanos para aclarar sus cuitas.
Pero hay tanta gente incapaz de fabricar argumentos (o que impide pensar, elaborar, discernir, meditar…), que no tienen más armas que la difamación, el desprecio, la increpación y el mal gusto. Por eso, el insulto es un indicio inconfundible de falta de razón, de juicio, de derecho a reclamar nada.
Insultar es mostrar la propia incompetencia, la incapacidad para utilizar recursos intelectuales en la resolución de los problemas. Es rendirse a voces, es entregarse sin batalla al enemigo; es, paradójicamente, perder la guerra antes de empezarla; es mostrar la debilidad suficiente para que tu enemigo quede perfectamente informado de ella.
44. UNA CANCIÓN
Las canciones tienen la inmensa capacidad de evocar, de convocar recuerdos, sensaciones, momentos. Nada como ellas; ni siquiera una fotografía. Una canción puede ser un puñetazo en el estómago o una caricia en el alma. Puede convocar fantasmas, alentar palpitaciones, producir insomnio, salvar obstáculos, reabrir heridas, calmar ausencias, llamar al sosiego…
Una canción puede ser un bálsamo, una aventura, un beso, un abrazo, un reproche; un delirio, un grano de locura, de exaltación, casi nunca de sensatez ni de medida. Su esencia es el derroche, la pasión, la arbitrariedad, la heterodoxia, la disidencia, la exuberancia, la opulencia.
Una canción, cualquier canción, sin que tenga nada que ver su armonía, los instrumentos, la melodía, los músicos, al margen de ellos, por fuera de ellos, por encima de ellos, sobrevuela libre, sin ataduras, dispuesta a posarse en ese corazón que en ese momento la necesita.
43. LA PACIENCIA
Virtud cristina que, en ese contexto no me interesa. Pertenece ahí a un mundo limitado y decadente, que no vale para el análisis. La paciencia tiene mucho que ver con soportar estoicamente, y esto es mucho más fácil, si entendemos que cada uno de los demás, es decir, cada yo d ellos que no es yo, tienen su forma de entrar y de salir, de pensar, de ser, de comportarse, de perderse, de envenenarse y de afrontar la realidad.
Entender y admitir que cada cual tiene exactamente los mismos derechos que yo es la clave para ser paciente, paran entrenar y cultivar la paciencia. Es, en suma, un correlato de la tolerancia, esa virtud
laica, que nos permite aceptar al prójimo tal como es, sin que tenga que adaptarse a lo que a nosotros nos gustaría.
La tolerancia, unida a la empatía, esa capacidad para ponerse en el lugar del otro, sentir como él, son básicas para entender la paciencia. Ésta es imprescindible para cultivar aquellas; aquellas son la base que sustenta a ésta.
42. LA HISTORIA
De la historia se espera el conocimiento del pasado. Pero no conviene hacerse muchas ilusiones. Las cosas no suelen ser tan lineales ni siempre los mismos actos suelen llevar a las mismas consecuencias. Lo común es que quienes la escriben pongan la inevitable subjetividad a funcionar, por mucha imparcialidad que atesore su decencia. Incluso de esos hay que sospechar, porque suelen acudir a los hechos con la intención personal de interpretarlos. Qué sospecha no habrá que tener de aquellos que son miserablemente tendenciosos, los que alteran los datos por bien de su ideología, los que prefieren contar cuentos a aceptar realidades.
Todo esto nos alumbra de una actitud que siempre debemos mantener ante cualquier texto histórico. Consiste en recelar con criterio, en contrastar con ciencia y, sobre todo, tener en cuenta que los hechos, los datos, las hazañas están en la líneas escritas y que la verdadera historia hay que buscarla entre líneas.
41. LA DEMOCRACIA
Democracia es, literalmente, poder del pueblo. Significado literal, que poco dice a quienes no saben ni lo que es poder ni lo que es pueblo. Sistema también imperfecto para la elección de los gobernantes, pero moralmente superior a todos los demás, por lo que implica de reconocimiento de una legítima igualdad de base de todos los votantes.
El mecanismo básico de la democracia es la elección, hecha con garantías e igualdad de oportunidades, como corresponde. Quiere ello decir, que al derecho de elegir corresponde, entiendo yo, el deber de aceptar los resultados de las elecciones. Y aquí aparece el gran problema:solo una minoría, educada en los valores democráticos y consciente de sus valores, es capaz de consentir de buen grado lo que las urnas dictaminan. La inmensa mayoría, acepta la victoria de “los otros” con muy poco espíritu democrático. Incapaces de ejercer la imprescindible tolerancia, consideran ilegítimo cualquier gobierno que no sea el que debiera corresponde a “los suyos”.
Pero la más mínima cultura democrática exige respetar la elección de los conciudadanos y, en aplicación de la ley de las mayorías, consentir los resultados. Es decir, el perdedor debe respetar los resultados, en cualquier caso, porque responden a la voluntad mayoritaria. Y eso, al margen del disgusto que le acarree el recuento de los votos. Esto es básico. Esto es desconocido por casi todos.
40. LA PASIÓN
La pasión es el complemento perfecto de la acción. Los seres humanos estamos impelidos a actuar, a hacer cosas. No es posible eludirlas. Las hagamos bien, mal, correctamente, de forma defectuosa, es algo que no es esencial. Lo sustancial es hacerlas.
Lo que pasa es que para tener cierta certeza de que lo que hacemos está en la línea acertada no tenemos más remedio que aplicar ese componente anunciado al principio, la pasión. Sin ella, la acción se vuelve desvaída, sin tensión ni fuerza, sometida sin más a los vaivenes de lo que quieran los vientos, de lo que otros impongan.
Ser humano, actuar como tal implica poner, añadir pasión a todo lo que proyectamos, y en su mismo diseño, ya deberemos haber colocado ese elemento radical, que nos vivifica y nos conforta, que se nos impone y nos humaniza.
Vivir es pasión; sin pasión no hay vida verdadera. Vivir es apasionarse, vibrar con todo aquello que nos afecta, palpitar en el contacto exigente del mundo, que ya sabemos que es todo aquello que no soy yo.
39. LA AUTOESTIMA
Parece que lo más lógico sería que cada uno depositara su máxima estima sobre sí mismo. ¿A quién se puede querer más? Puro sentido común, pero la experiencia demuestra que no es así. Por el contrario, son los menos aquellos que se valoren en su máximo esplendor, quienes están encantados de haberse conocido, quienes sienten que más que ellos no los va a querer nadie.
La mayoría andamos inundados por complejos y conflictos psicológicos, que merman ante nuestra propia percepción los auténticos valores que poseemos. Tantos y tantos que se infravaloran, que no creen en sí mismos, que sospechan que todo está en su contra. Criaturas que no aprecian sus méritos y que carecen o tienen muy escasa autoestima
Esa que, algunos, solo algunos, en realidad muy pocos, tienen a espuertas, transportan a toneladas, acarrean con pesadez de náufragos. Ellos no se minusvaloran, ni sienten ningún complejo de inferioridad. Por el contrario, andan orgullosos de su apreciada condición, aunque no responda a la realidad, aunque no sea cierta. Muestran esa pasión personal por lo propio, por perdonarse continuamente. No hay nada que lamentar. Ellos lo pasan estupendamente bien.
38. LA AUDACIA
No me gustaría parecer muy audaz en estos texto. Sé, sin embargo, que me gustaría ser más heterodoxo, saltarme más de lo que hago el sentido común. Pero la idea básica que me animó a recoger estas Gotas de Lluvia era más didáctica que rompedora; más educativa y esclarecedora que audaz.
En un próximo proyecto me comprometo de escribir más libre sobre lo divino y lo humano, con más vocación de transgredir, de traspasar fronteras de quebrantar normas inútiles o arcaicas. Por ahora, me quedo con aquella intención de aclarar conceptos, de destapar ambigüedades, de deshacer equívocos, de sortear vaguedades. Sin duda, mi vocación docente se impone en este caso para quedarme demasiadas veces en la orilla, sin arrojarme a aguas más profundas.
El otro objetivo que me anima no es otro que colaborar, en la medida de mis posibilidades, a esclarecer todas aquellas dificultades que impiden una correcta forma de pensar. Sin claridad en las palabras, sin nitidez en los conceptos, lo que nos espera es la confusión y el desorden, esos dos peligros que nos terminan convirtiendo en tendenciosos e irracionales.
37. LA PAJA Y LA VIGA
Es propio de las almas huecas, de los espíritus vacíos, atribuir diferente valoración a las conductas de unos y otros, de uno mismo y los demás, aunque sean similares y, la mayoría de las veces, exactamente iguales. En el territorio de los fervores políticos esto es especialmente notorio. Conductas que en los tuyos toleras y de parecen, como mucho, correctas, si son mantenidas por los rivales (enemigos a muerte, en España) se consideran atentados al sano juicio, a la moral, al buen gusto y a la salud pública.
Comportamientos que en los otros se consideran vergonzosos, aberrantes, escandalosos, una ruina para el país, si los hacen los tuyos, simplemente, o se obvian, o se consideran parte del juego político; a veces los líderes tienen que tomar decisiones que bordeann peligrosamente la legalidad o la moralidad. ¡Ay, cuánta manga ancha! La corrupción propia es,, como mucho, calificada de corruptela y de algo inevitable que conlleva el juego político. Ese mismo solar, si lo juegan los otros, es algo que no se puede consentir, inadmisible, intolerable, incalificable, el final de los valores que sustentan nuestra civilización.
Se acude a grandes palabras, a potentes eslóganes y a vergonzantes consignas que, además, se saben huecas, pero que como rinden beneficio, se usan sin ningún pudor. Es la desvergüenza y la desfachatez elevadas a la máxima potencia.
36. LA DECENCIA
He aquí una palabra gastada, un concepto vacío a base de manosearlo y exprimirlo. Tradicionalmente se ha aplicado a definir conductas sexuales, sobre todo o en exclusiva, referidas a las mujeres. Formas de vestir, conductas demasiados libres…siempre han sido miradas con lupa en las criaturas femeninas. Para los hombres, por las mismas cuestioes, siempre ha habido otra vara de medir (cuidado que te llaman”femiprogre”).
Pero donde procura verdaderos estragos es como conducta social y todos sus derivadas, económicas, políticas y demás relaciones de poder. Se honesto, está grabado en el imaginario colectivo que no reporta beneficios (económicos, que son los únicos beneficios para la mayoría) ni procura ascensos en la escala social. Ser íntegro no permite más allá que mantener una vida modesta y sencilla. Ser intachable te aboca a una vida de santidad, con todos los efectos secundario perjudiciales que eso conlleva.
Así que, puestos a escoger, no es muy conveniente la decencia, desde un punto de vista material (no reporta ni dinero ni poder), aunque sí pueda serlo desde un punto de vista moral. Vistos los comportamientos generales de la gente, no parece que se coloquen en pie de igualdad ambos planos a la hora de comportarse.
35. LA INCOHERENCIA
Más bien habría que hablar de su lado positivo, la coherencia, pero ésta es tan escasa, que es preferible hacerlo de esa hermana suya que la niega. Está tan extendida entre los mortales, que tal vez sería preferible pensar que pertenece a la condición humano. Mas yo creo que no y que no es preferible pensarlo así, entre otras cosas porque atribuirlo a ésta nos convierte de irresponsables de aquella.
La falta de correspondencia entre lo que se dice y lo que se hace da como resultado la incoherencia. Predicar una cosa y hacer otra; pedir que se haga, mas no estar dispuesto a hacerlo, son ejemplos de es maldita hipocresía que todo lo ensucia y que a nada ni a nadie beneficia. La única explicación que se me ocurre podría estar en una terrible confusión de planos, que se consideran paralelos, imposibles de coincidir, de cruzarse. Decir, hacer y pensar vendrían a ser tres niveles de dimensiones distintas , tres universos sin contacto ni conexión. Lo que digo no tiene nada que ver con lo que hago y mucho menos con lo que pienso. Esta teoría no solo explicaría esto, sino, además, muchos más comportamientos y desvergüenzas.
34. LAS MASAS
Después de lo que ya reflexionó Ortega y Gasset sobre las masas, poco puede uno elucubrar sobre ellas, al par que muy atrevido debe uno encontrarse para hacerlo. Pero algo se puede ahondar. El concepto masa no es aplicable solo a una aglomeración de elementos, de cosas o personas. Es, y se refiere, fundamentalmente, a un estado mental, que admite sin reflexión cualquier consigna, que se apunta a ir detrás de cualquier bandera, que admite sin criterio cualquier ideología o creencia, que ha renunciado por completo a su mismidad. Que piensa como todos, que actúa como cualquiera, que carece de personalidad. Pura masa, dispuesta a repetir sin pensar, a estar sin ser, a perseguir sin saber a quien.
Ser masa es desistir de la obligación ineludible de ser uno, aplazar para siempre el compromiso de ser tú, evitar la obligación de ser humano, resignarse a la condición de no ser, mostrar una pasión incomprensible por cosificarse. Y todo aquello que se nos puede ocurrir para mostrar el triste destino de quien no quiere ser un individuo, sino una amalgama; que prefiere ser muchedumbre, que opta por ser gente.
33. EL MUNDO
En el mundo cristiano, el mundo tiene una connotación negativa, al significar todo aquello que se opone a ti y anda por ahí puesto por el demonio para tu perdición.
El mundo, tal como yo lo entiendo, y siempre es bueno precisar los conceptos para evitas ambigüedades, es todo aquello que no soy yo, tanto las cosas, como las personas y cualquier útil, animal, concepto o abstracción que nos rodea.
De esta forma, yo paso a ser mundo para todos los demás individuos que me encuentran, de la misma manera que ellas pertenecen al mío, al mundo. Esa doble condición de mundo y ser personal nos pone en condiciones de enfrentarnos al nuestro, que es algo a lo que se nos requiere a diario.
El mundo se nos enfrenta y opone; frente a él ejercemos nuestras iniciativas y con él chocan todas nuestras apetencias y deseos.
Ambos hemos de entendernos, más que eso, hemos de concedernos todas las indulgencias, sencillamente, porque ambos nos necesitamos. Somos dos caras de la misma moneda: sin mí deja de existir el mundo; sin el mundo yo pierdo mi sitio en la existencia. Da para mucho más este tema, pero como esbozo creo que es suficiente.
32. FUERA
Hay una palabra en nuestro rico idioma castellano, que a mí me parece especialmente hermosa y, más aún, el concepto que encierra. Se trata de la voz “ensimismado”. Algo que ya no se estila, que casi nadie cultiva, que apenas se usa. Viene a significar la actitud de adentrarse en uno mismo, aislándose de todo aquello que le rodea. Resumiendo, colocarse dentro, situarse en el interior, echarse un rato con uno mismo.
Lejos de ser lo más común, porque lo más fácil debiera ser andar con quien tiene uno más a mano, lo que solemos hacer es salirnos fuera. Algo así como deshabitarnos, salir al exterior a buscar lo que no somos capaces de encontrar dentro. Y es así como fuera de nosotros apenas encontramos manera de orientarnos en la realidad exterior. Si, al menos, de vez en cuando hiciéramos una breve introspección, podríamos manejar mucho mejor al sujeto que, sin apenas herramientas, echamos fuera a bregar con las cosas que menos le incumben.
Quiñen sí se ensimisma, ejerce una pulsión plenamente humana y la que mejor alcanzará a su crecimiento espiritual y moral, porque a medida que se va acostumbrando a estar dentro, menos voluntad tendrá de salir fuera..
31. EL PESIMISMO
La base de nuestro sistema social es el optimismo. Sin él no sería posible consumir cosas, confiar en la gente, aceptar a los políticos y fiarse de las razones que nos dan para aceptar las barbaridades que nos rodean. Si no fuera por esa actitud positiva no habría manera de que la rueda social siguiera funcionando. Es la disposición optimista la que procura el buen ambiente imprescindible para que todo siga su rumbo, el que marcan los que mueven los hilos del consumo y los consumistas. Esto es así, al margen de la calificación moral que nos invoque, cuestión en la que yo ahora no voy a entrar, por falta de procedencia.
La positividad empuja a la acción; la acción obliga al gasto, al uso de bienes y cosas, casi siempre innecesarias, pero cuyo consumo se hace imprescindible para el funcionamiento de la maquinaria. El sistema capitalista exige el movimiento del dinero; esa es la clave: el dinero que se mueve crea riqueza y va dejando un rastro de ganancias que a todos conviene.
Pero, repito, la actitud de fondo, es básica y es la que hace que la riqueza siga circulando: el optimismo confiado e inocente.
30. El optimismo
La base de nuestro sistema social es el optimismo. Sin él no sería posible consumir cosas, confiar en la gente, aceptar a los políticos y fiarse de las razones que nos dan para aceptar las barbaridades que nos rodean. Si no fuera por esa actitud positiva no habría manera de que la rueda social siguiera funcionando. Es la disposición optimista la que procura el buen ambiente imprescindible para que todo siga su rumbo, el que marcan los que mueven los hilos del consumo y los consumistas. Esto es así, al margen de la calificación moral que nos invoque, cuestión en la que yo ahora no voy a entrar, por falta de procedencia.
La positividad empuja a la acción; la acción obliga al gasto, al uso de bienes y cosas, casi siempre innecesarias, pero cuyo consumo se hace imprescindible para el funcionamiento de la maquinaria. El sistema capitalista exige el movimiento del dinero; esa es la clave: el dinero que se mueve crea riqueza y va dejando un rastro de ganancias que a todos conviene.
Pero, repito, la actitud de fondo, es básica y es la que hace que la riqueza siga circulando: el optimismo confiado e inocente.
29. La caridad
He aquí una palabra controvertida, por su raigambre religiosa. Ahí radica su polémica: los religiosos la encomian; los irreligiosos la prefieren sustituir por el vocablo solidaridad, más desgajado de connotaciones devotas. Pero, en suma y en lo esencial, ambas apelan al buen talante de ayudar a los desfavorecidos, de socorrer a los más vulnerable, que es algo a lo que no solo debe apelar la buena religión, sino también cualquier doctrina filantrópica y atea que se precie.
Ahora está de moda que las grandes fortunas hagan gestos benéficos, encomiables sin duda, pero inevitablemente encaminados a mejorar la imagen dudosa que pudieran proyectar tamañas acumulaciones de capital.
He aquí mi posición: en primer lugar, agradecer los gestos de generosidad, de compromiso con los demás, entre otras cosas, porque, bien podrían no hacerlo y si lo hacen, movidos por el resorte que sean, bienvenidos sean, porque seguro que remediarán algún desmán. En segundo lugar, no tener en cuenta este tipo de gestos a la hora de juzgar lo lícito, lo moral de estas acumulaciones de riqueza, teniendo en cuenta la endeblez económica de la mayoría de la gente. Los gestos de caridad no deben hacernos olvidar la inevitable capacidad y obligación de analizar el derecho de tales acopios.
28. La tolerancia
Este es un tema recurrente en mis escritos, en mis reflexiones. Y lo es, porque en él está la clave de una convivencia pacífica, relajada, democrática en suma.
Aceptar que no tenemos toda la razón; que los demás tienen, como poco, una parte de ella, es algo tan complicado que apenas unos pocos son capaces de aceptarlo sin hacerse extrema violencia interior. Aceptarlo como algo natural, como fruto de la meditación pausada, del conocimiento de los hechos históricos y su interpretación correcta y científica, procurando eludir lo más posible la ideología contaminante.
La tolerancia es, pienso yo, el primer valor social. Sin ella, no cabe presumir que los otros y sus ideas son tan valiosos como nosotros y las nuestras. Y ese es su valor esencial: la posibilidad de pensar que los demás son tan necesarios, tan imprescindibles como cada uno de nosotros. Aceptar las otras opiniones, distintas, diferentes, incluso contrarias, es el acto humano social de mayor enjundia. En él está la clave de la convivencia en el futuro.
27. Los instrumentos de la razón
De modo que solo cabe atribuir la razón a quienes usan los instrumentos de nuestra suprema facultad. Quienes apelan a poderes absolutos, a mitos y leyendas, a supersticiones, sortilegios, magias o idolatrías, quedan fuera del ámbito del raciocinio. Propondrán oraciones, arengas, alocuciones, peroratas, pero nunca serán argumentos, que son la herramienta básica de la razón.
Pero no solo los argumentos son valiosos al buen pensar; también se acude a datos, hechos, opiniones consensuadas y consagradas por la experiencia, inferencias, deducciones, inducciones, silogismos y demás arsenal lógico que ayuda al correcto pensar, que es la consecuencia del buen uso de la razón. Y muchas más cosas que aquí no cabe esclarecer, pero que, en cualquier caso, prescinden de cualquier tipo de prejuicio, de ofuscación, de arbitrariedad, de obcecación, de apasionamiento cegador. La razón se obtiene por usar bien la razón. Casi nadie lo sabe; casi nadie la utiliza.
26. La razón
No estoy pensando ahora en la facultad superior, esa que dicen los entendidos que solo pertenece a los humanos, aunque solo sean unos pocos lo que la usen. Tener una facultad no implica su aprovechamiento. Puede tenerse y, sencillamente, no usarse, como quien compra una bicicleta y no se monta en ella jamás. ¿Pasa con tantas cosas; pasa tantas veces!
Ahora me refiero a “tener o no tener razón”, es decir, estar en lo cierto o no, pensar lo correcto o no. ¿Y cómo puede saberse eso? ¿Quié es el árbitro que dictamine quié la tenía, quién no la llevaba? Arduo es el tema, pero alguna precisión cabe. Prescindiendo de valoraciones subjetivas, siempre cabe atender a lo que dicta el sentido común, a lo que ordena la lógica, a lo que mandan los antecedentes y, sobre todo, a los que ordena la razó, aquella de la que hablaba al principio. Siempre hay que apelar a ella y, desde luego, d elo que no cabe ninguna duda es de que nunca tendrán la razón aquellos que solo apelan a la sinrazón, a la barbarie, a la superstición.
25. El aspecto
No hay ni un ser humano que ponga por delante en el catálogo de sus méritos su apariencia física, frente a su rico y poderoso mundo interior. Cualquiera se considera más valioso por dentro que por fuera y, por supuesto, estima que es objetivamente más valioso lo que anda dentro de la epidermis, que lo que configura la propia pinta. Pero es ésta, la estampa, la apariencia, la que nos presenta ante los otros, la que nos abre y cierra puertas, la que, más que ninguna otra cosa va a servir para que el mundo se haga una idea de nosotros. Es nuestro aspecto el que nos marca y nos define, el responsable de nuestra posición en el reino de la superficialidad , que es el mundo. Lo de dentro no le interesa a casi nadie.
24. Los sueños
Nadie puede vivir sis sueños. Los sueños nos vuelven esclavos del limbo. Puesto que los sueños siempre andan elevándose por alturas imposibles de alcanzar, el resultado es que nos alejan de las metas posibles, que sí estarían al alcance de nuestra limitada capacidad. Es por ello que la sociedad de consumo, hábilmente manejada por quienes sacan de ella el máximo beneficio, fomenta las quimeras y las fascinaciones de lo inalcanzable en perjuicio de aquello que habría que desear con un alto grado de realismo, pero que seguro dañaría los intereses de los que diseñan las cosas. Así que… a soñar. Mientras estamos por las alturas no caeremos en la tentación aterrizar y enterarnos de la verdad, esa que sería imprescindible para tener el móvil imprescindible para apetecer y procurar que las cosas cambien.
23. La actitud más correcta
Pensar con independencia no es fácil; es, por el contrario, algo tan complicado, que solo unos pocos pueden hacer. Hace falta mucha coherencia, mucha honestidad para buscar la neutralidad, que supera la lógica subjetividad de cada uno. No hay que olvidar que esa palabra procede de “sujeto” y ya sabemos que cada uno es como es.
Pero algunas reglas pueden/deben seguirse:
1. Cuestionarse todas las cosas, por muy trilladas que uno las tenga y por mucha seguridad que nos proporcionen.
2.- Alejarse lo más posible de verdades inamovibles y de lealtades absurdas. Éstas hay que dejarlas para el equipo de cada uno, porque eso es un juego y ahí es donde únicamente valen.
3.- Estar dispuesto a negar las propias conclusiones si los datos de la experiencia nos muestran su incapacidad o su insolvencia. Postura opuesta a lo habitual de acomodar la realidad a las propias hipótesis, fundadas casi siempre en suposiciones y opiniones interesadas.
4.- Asumir la imprescindible voluntad de aceptar las buenas intenciones en las palabras, las ideas y la conducta de los demás. Lo habitual es suponer que el otro dice, piensa o hace tan o cual cosa respondiendo a intereses miserables.
22. Lo que somos
Ardua tarea es la de conocer de verdad lo que somos. Tenemos atisbos, aproximaciones de lo que valemos, pero nunca es alcanzable una plena y segura posición al respecto. Somos el resultados de nuestros actos y no de nuestras palabras; ya sabemos que éstas son realmente flexibles y manipulables; aquellos, no, aquellos nos desnudan y ponen en solfa los discursos edulcorados y complacientes.
Los hechos nos delatan, nos afirman y nos confirman y dan la auténtica medida de lo que somos. Aunque tampoco hay que hacerse demasiadas ilusiones, pues somos esclavos de la percepción que los demás tienen de nosotros y es la suma de todas ellas, diferentes, contradictorias, las que darán el mejor cálculo aproximado de nuestro ser.
En cierto (o mucho) sentido, no somos más que el producto de las mentes que nos piensan. Nuestra imagen es el resultado de las imágenes que construyen de nosotros cada uno de los demás. Poco podemos hacer para cambiar eso, porque apenas depende de nosotros.
21. Los momentos felices
Los momentos felices siempre se reconocen como tales después de haber desaparecido. Por una lamentable incapacidad humana para valorar y gozar con plenitud los instantes presentes, mientras duran no son juzgados de la misma manera que cuando la pátina del tiempo los convierte en material abocado a la melancolía.
Se admiten cuando ya no están. Se sueñan cuando ya no es posible disfrutarlos. Se desean, se anhelan y se magnifican hasta llevarlos a dimensiones que sobrepasan con creces las que tuvieron en la realidad estricta en la que existieron, una vez que la ola del presente borra todas las huellas dibujadas en la arena del pasado.
Así es: el mayor disfrute se obtiene en los archivos de la memoria; solo allí adquieren nuestros momentos felices la plenitud que no le reconocimos en su tiempo. Así, esa plenitud del disfrute es imposible: en su presente no se le reconoce todo su valor; desde la distancia se contamina y se mancha de nostalgia.
20. Dentro
En el territorio infinito del subconsciente se amontonan sin orden aparente los fracasos, las dudas, los desvaríos, los agravios y demás basura, que vamos acumulando con nuestro paso por el tiempo. Allí hay un duendecillo que los baraja y los va posicionando en orden de salida. Poco a poco los va sacando, sin que alcancemos a comprender con qué criterios lo hace, y nos los va colocando en la sala de máquinas que maneja el control de nuestras decisiones, pensamientos y emociones. Una vez allí, toman el mando y nos colocan justo en el lugar que nos corresponde, la de espectadores y víctimas de aquellas entelequias que nos manejan a su antojo.
Creemos que somos dueños de nuestros actos, pero la verdad es que no somos más que marionetas manejadas por los hilos de los demonios que nos habitan.
19. El lenguaje
He aquí al más elástico de todos los contenedores que cupiera imaginar en el universo humano. Por mucho que lo intentes henchir, siempre le cabe algo más. Es víctima y es verdugo, pero, sobre todo, es capaz de ampliar sus fronteras hasta el infinito. Y todo eso pese a que su naturaleza básica es la simplificación económica.
Sí, es el lenguaje, ese pobre ser, pocas veces acariciado, casi siempre maltratado. En él cabe todo: la verdad y la mentira, las medias verdades y las medias mentiras. Sirve para engañar y para herir; para simular y para disimular, para fingir, para embaucar y timar…
Es una herramienta muy peligrosa el lenguaje. La más peligrosa de todas, porque irradia más que ninguna otra. No se posible dar un martillazo en dos lugares a la vez, pero una palabra, una sola palabra, puede golpear brutalmente a muchas personas al mismo tiempo.
18. El poder
He aquí al rey de la fiesta, el sumo sacerdote, el dios sin cielo que habita en la Tierra. Os presento al puto amo; no hay otro igual. Hay quienes discuten que tal lugar pudiera corresponder al dinero. No hay tal; éste no es más que un medio, uno más, quizá el más importante, para conseguir el summum, el no va más, el poder.
El poder implica subordinación y nada es más grato al común de los mortales, que sentirse fuerte sobre la obediencia debida de quienes están exigidos a acatamiento, yugo y servidumbre. El sentimiento de que otros están sometidos a tu voluntad es de una voluptuosidad, que ya la quisiera el mismísimo sexo.
Nada engancha más que el poder; es la droga más poderosa, porque es la que crea más dependencia. Eso lo saben muy bien quienes han perdido, aunque solo sea un trocito, del que alguna vez tuvieron.
17. La memoria
Llama especialmente la atención la capacidad selectiva de esta maravilla de la fisiología y la química neurológica. La memoria olvida con facilidad pasmosa determinados archivos importantes de su estantería, mientras se obstina en recordar, a veces, rayando la obsesión, otros que no merecerían ni siquiera un rinconcito de la biblioteca cerebral. La instancia que maneja qué debe y no debe permanecer almacenado allí, no utiliza criterios razonables, ni productivos, ni éticos ni estéticos, ni de ninguna otra clase registrados y controlados por la ciencia.
Más pareciera que son aleatorias y que vienen guiadas sus decisiones por el mero y simple capricho de un jugador empedernido empeñado en su lúdica tarea de combinar dados y cartas siguiendo las más elementales normas del azar.
El psicoanálisis dice otra cosa, pero, ¿quién sabe?
16. El deseo
Toda acción humana viene determinada por un deseo. Los deseos son movidos por múltiples motivaciones: desde cubrir necesidades fisiológicas hasta cumplir aspiraciones éticas, voluptuosas o, sencillamente, caprichosas. Es decir, los deseos vienen movidos, a su vez, por deseos más profundos. Unos son palmarios; otros, latentes, y otros más, desconocidos e imposibles de descifrar.
La vida se mueve accionada por una cadena interminable de deseos. Unos a otros, los deseos van satisfaciendo su propia y radical naturaleza.
Por cierto, yo deseo escribir estos apuntes, porque deseo poner en orden y por escrito mis desvaríos sobre la perversa realidad. Ese es el que yo percibo, pero, ¿qué otro deseo oculto mueve los hilos que mueven este deseo? ¡Ah! Materia reservada.
15. El cambio
Heidegger lo vio claro. Hasta entonces, el siglo XX, la filosofía se dedicó infructuosamente durante siglos, abusar el principio radical de todas las cosas como si fuera algo estático, inalterado e inalterable. Ya otros, como Heráclito, más de dos mil años antes, había intuido la realidad cambiante, pero fue el maestro alemán quien comprendió que la realidad de las cosas debe explicarse desde unos principios que contengan su misma naturaleza.
Las cosas cambian, los seres vivos cambiamos, constante, permanentemente. Lo que hay detrás de todo eso no puede ser algo invariable, sino dinámico y móvil, diabólicamente móvil.
Somos hijos del cambio…y no es una consigna política.
14.Dios
Dios no necesita ni oraciones ni sacrificios. Los humanos han humanizado siempre a Dios, le atribuyen nuestras virtudes y defectos, nuestros deseos, nuestras pasiones y nuestras carencias. Pero Dios es un concepto y quienes lo humanizan desconocen o simulan que ignoran sus atributos. El más totalizador de ellos es la perfección. La perfección es incompatible con cualquier tipo de apremio o de requerimiento. Dios no precisa nada, luego los sacrificios que lo honren son ociosos; no sirven para nada. Tampoco hay que suplicarle ni enviarle pesadas y tediosas oraciones, porque su oído es divino y escucha y sabe sin necesidad de mensajes ni mensajeros.
Menos mal que su paciencia, también divina, es, asimismo, perfecta, porque soportar a tanto melindre dando la vara con tanta rogativa sería insoportable sin esa celestial cualidad.
13.Un concepto manipulado
Dios es un concepto manipulado. La iglesia, los poderosos lo han usado y lo siguen usando para defender sus particulares intereses. Dios es el argumento más fuerte para que los que mandan puedan vivir tranquilos, protegidos por la mala conciencia de los pobres creyentes. Demasiado potente es semejante ser como para no sentirse absolutamente disminuido ante su amenaza. Los sacerdotes, los potestados tienen en sus manos un arma más poderosa que la más letal de las bombas. Y la usa, la han usado y la usarán sin ningún tipo de vergüenza ni remordimiento, porque les reporta unos dividendos, imposible de soñar sin la colaboración de semejante contribución divina.
12. Dios y la justicia
Dios es un concepto o un ser, que se define por una serie de atributos, cuya vara de medir es la excelencia. Siendo algunos de ellos la máxima perfección y la máxima bondad, no sería descabellado pensar, que lo que más debe parecerse a tal cúmulo de perfecciones debe ser un estricto sentido de la justicia. No puede ser injusto un ente perfecto. No se entiende, entonces, la extraña providencia que derrama sobre un mundo manifiestamente mejorable. O no se ocupa de sus criaturas, lo que no sería nada extraño dada la condición de la mayoría de ellas, o su poder no es omnímodo.
Si Dios fuera providente no tendría la connivencia con ellos, que los poderosos le reconocen.
11. El pensamiento Simple
El pensamiento sin matices, la argumentación de todo o nada conduce al pensamiento simple. Los devotos de esta forma de pensar tienen claro que todo problema tiene una solución y que cualquier inconveniente se soluciona aplicando una simple acción. Como norma general, suelen apelar a la fuerza como terapia para cualquier achaque social o político. O mandan el ejército o disparan sencillamente contra todo discrepante. ¡Que se enteren de una vez quién manda y cuál es el orden establecido! No hay gama ni tonalidad en sus opiniones, y como suelen pontificar desde sus estupendos trajes coronados por sus espléndidas corbatas, poco puede discutírseles. Lo mejor es dejarlos ladrar; nadie va a convencerlos de que la vida no es así ni nada puede solucionarse de esas simples maneras.
10. Facebook
Las redes sociales son el reino de la trivialidad, de la intrascendencia, de la vulgaridad. La densidad de un mensaje es inversamente proporcional al grado de aceptación. Toda complejidad es obviada, despreciada; toda simpleza es premiada, distinguida con una ristra de entusiastas “Me gusta”, que producen grima. Cualquier texto es relegado ante la simple exposición de una imagen explícita.
Es el triunfo de lo simple y lo directo frente a lo complejo y sofisticado. Es el éxito de lo vulgar frente a lo elegante, de lo mostrenco y zafio ante lo excelente y encomiable.
Es el signo de estos tiempos. Pero no hay que rendirse: más vale soñar en minoría, que recibir aquiescencias vergonzantes de la masa acéfala y embrutecida.
9. La masa adocenada
Hablar de la masa desde la asepsia de una actitud descomprometida es una postura tan ventajista, que hay que descartarla de antemano. Así que, puestos a implicarse, hay que asumir que uno es también masa y que corre los riesgos que se suelen correr por pertenecer a tal entidad acéfala. Somos todos masa, pero solo unos pocos sabemos y reconocemos que lo somos. Es decir, sujetos a manipulación y perseguidos sistemáticamente para ser convenientemente entontecidos.
El primer paso para huir de la masa es reconocer que se forma parte de ella. Solo a partir de ese esfuerzo de identificación es posible intentar apartarse de esa terrible condición. Empezar a tener ideas propias es solo el principio. Pero un principio que casi nadie es capaz de principiar.
8. Tu vida
Dice mi interlocutor: “Tu vida será lo que tú decidas que sea”. Ese tú soy yo y ¿a qué parte de mi yo se refiere? Como es natural, a mi yo consciente, que es el que conoce mi preceptor. Él desconoce que mis actos, en buena medida, vienen condicionados por una instancia que no controlo, mi subconsciente, y que en buena parte, también proceden de mi estado de ánimo cambiante, que hace que mis comportamientos estén marcados por las paradojas y las contradicciones, que hacen que yo sea a la vez muchas personas..
Así que habrá que discernir qué porcentaje real es responsabilidad absoluta de mi voluntad, que es a la que cabe pedir cuenta de lo que le ocurra a mi existencia. Mi interlocutor es un simple.
7. Los años
Te llenan de sabiduría y de achaques; te invaden de recuerdos y melodías, te asaltan con el arma secreta del día a día como quien no quiere la cosa. Te siembran el alma de surcos y la cara de arrugas. No saben nada de ti, pero juegan contigo como el futbolista con la pelota. Se van instalando dentro de ti, acumulando sueños, decepciones, esperanzas y frustraciones y, sin embargo, pese a formar una parte tan íntima de tu propia naturaleza, sin la menor compasión, algún día, dejarán de sentirte y de vivirte y pasarán de ti sin ninguna compasión ni misericordia.
Los años pasan por ti y de ti con indiferencia y, a la vez, se van quedando dentro, cobijados en tu pobre osamenta humana, mientras como una terrible carcoma, la can consumiendo hasta acabar con ella por completo .
6. El pasado
La memoria es tan compleja y tan global, que el pasado también forma parte del presente. No hay presente sin pasado. El presente se construye sobre los cimientos de aquel. No hay alternativas. El presente no es, como ingenuamente podríamos entender, el instante de ahora, este mismo momento, no. El presente es el tiempo que nos va tocando vivir; la realidad que nos acoge y encoge dentro de unos márgenes más o menos difusos y que llamamos con ese mismo nombre, “el presente”. Para unos será unos días, para otros unos meses y puede que, para algunos sea unos años. Una realidad circunstaciada por unas características homogéneas; lo que podríamos denominar, desde un punto de vista más científico, una época.
5. La Semana Santa
Con vocación de catequesis para divulgar la doctrina que cada vez ganaba más adeptos, nacieron las procesiones, patrocinadas por las Hermandades gremiales de la Edad Media. Hoy, unos quinientos años después, aquel objetivo básico ha desaparecido y el desfile de desfiles que colapsan las calles de las ciudades andaluces responden a otros fines menos académicos. La tradición y la costumbre andan detrás de la mayoría de los entregados a su causa, a los que son ajenas cualesquieras motivaciones de índole religioso.
Los patrocinadores del nuevo dios, al que todos adoramos, el consumismo, encuentran en tal parafernalia de espectáculos gratuitos para la gente, un motivo único y extraordinario, para convertirlo en reclamo turístico y comercial. La lógica del capital es llana y simple: el máximo provecho con el mínimo de esfuerzo. Es la ley del mercado.
4. El fin de la inocencia
No es cuestión de izquierdas o derechas, centros o radicalismos. No es eso. Es un tema de conciencia, de saber el sitio que ocupamos en el mundo, de saber de donde venimos y de entender la lógica del funcionamiento de las cosas.
Si alguna vez la hubo, no es el caso de que permanezca entre nosotros. La inocencia ya no nos acompaña. Todo tiene un por qué en la lógica de quienes mueven los hilos. Pensar que las cosas ocurren porque sí es inconsciente, infantil y lamentable. Detrás de lo que vemos, vivimos, pensamos hay manos negras interesadas en que veamos, pensemos o vivamos de una determinada manera; justo la que le interesa a los dedos de esas siniestras manos.
Hay que abandonar la inocencia; esa que ellos nunca han tenido entre sus virtudes. Entender eso es fundamental para ser un ciudadano responsable. De borregos están los mataderos llenos.
3. La música pegajosa
Nada hay con más propensión a engancharse en los clavos de las meninges que las frases, los compases y los fragmentos musicales. Allí se grapan y se trasladan a la boca para tenernos esclavos de sus voracidad por definirse en un cuerpo humano
Mientras más chabacana es más difícil será desprenderse de esa melodía que te atosiga y, como una lapa, se adhiere a ti, sin que haya posibilidad de deshacerse de ella. Mientras más luchas pro echarla de ti, más firmemente se agarra con sus ventosas invisibles.
Hasta que, de pronto, notas que ha salido por su propio pie, sin que tus intentos valieran para nada. Se va porque sí y cuando quiera. Se hace su voluntad y no la tuya.
2. Tu lugar en el mundo
Escasos son los seres humanos consciente de su lugar en el universo. Ciegos para ver más allá de sus pequeños mundos y cargados de la irracionalidad que proporcionan los prejuicios y las supersticiones, casi nadie es capaz de comprender dónde estamos. La ciencia tiene las respuestas: de dónde venimos, adónde vamos, qué nos cabe esperar aquí. No hay muchas sorpresas; sí realidades incómodas, para algunos insufribles, de ahí la apelación a mitos, fantasías y a “otros mundos”. Cada cual se puede consolar como quiera, pero sería más humano buscar explicaciones. Y esas existen, están por ahí y, si las buscas y las persigues, se dejan atrapar. Pero es mucho más cómodo suponer y esperar que alguien va a venir a salvarte.
1. El reino de la nada
Entre los filósofos podrían hacerse dos grupos según su posición con respecto al sentido: los que entienden que la vida carece de él y que el absurdo es el que preside nuestra existencia y aquellos que ven un orden superior llenando de significado los actos humanos.
Entre estos alienta la suposición esperanzada de que la vida, nuestra historia humana, está enfrascada desde su origen en una suerte de camino de perfeccionamiento con rumbo a un final de plenitud.
Nada de lo que ocurre en este nuestro tiempo de comienzos de 2018 hace presumir que estén en lo cierto. Más bien parece que nos estemos despeñando por un tobogán en el que, en la caída, vamos dejando el escaso bagaje que en otros tiempos habíamos ido adquiriendo. No hay más que escuchar a la gente o ver la televisión para corroborar la peor de las sospechas: El vacío se ha apoderado de nosotros y es muy probable que aquella anhelada plenitud hacia la que se orientaban nuestros destinos no sea más que el reino de la nada.
INTRODUCCIÓN
A falta de un nombre mejor, éste puede servir para dar una idea aproximada de lo que pretendo. Son gotas, porque van a ser breves diatribas, reflexiones, dicterios, pensamientos en voz alta y escrita, desahogos. Son de lluvia, porque mi deseo es que como ésta, mojen por donde pasen, si lo que mojan son las conciencias, mejor. Vivimos en un tiempo en el que pensar, cuestionarse la realidad y ofrecer alternativas es algo que pertenece al terreno de la utopía. La mayoría de la gente opta por seguir la corriente, sin complicarse con análisis, más o menos, concienzudos, tal vez como la mejor manera de entender aquel famoso pareado de Zorrila:
Si quieres ser feliz como me dices,
no analices, muchacho, no analices.
Tal vez no sea una mala manera de tomarse la vida, porque tranquilidad se gana con esa actitud, aunque se pierda buena parte de nuestra condición humana ante semejante dejación.
Decía Sócrates, “Prefiero ser un hombre infeliz, que un cerdo satisfecho”. Pues eso; si lo dijo un sabio, poco puede uno añadir. Parecerse a tal sabio merece que arriesguemos algo de nuestro torpe e irracional bienestar.
Aquí no hay ciencia; hay pasión, por la vida, por las cosas, por las historias personales, tejidas y entretejidas con el calostro sublime de la humanidad. También hay voluntad de aclarar conceptos, por supuesto, desde mi atalaya, que es mi punto de mira por donde se me cuela la realidad.
Y hay, sobre, todo, voluntad de controversia, de abrir y promover las imprescindibles discusiones, que nos acerquen a algo parecido a ¿la verdad? No, eso es demasiado pretenciosos, pero sí a un cierto grado de compromiso con la honradez intelectual, aun a costa de someternos a juicios ajenos poco amables o, incluso, hostiles. Pero hay que aceptarlo: el oficio de pensar tiene sus riesgos y el más evidente de todos ellos es la incomprensión.
Y la indiferencia. No está el personal por reflexionar ni mucho ni poco sobre sus pasos, su situación en el mundo, su presente o su futuro. La inmediatez de la vida cotidiana impide cualquier acercamiento juicioso sobre el mundo y sus cosas y protagonistas. Es así, pero no debiera serlo. Es obligación torcer esa patraña de que esa es la realidad e intentar cambiarla es de insensatos. Pues bien, ¡viva la insensatez! Será un disparate, pero también es obligación pensar en voz alta e intentar iluminar el camino, por si alguien anda a oscuras y puede aprovechar nuestras pequeñas linternas.
Muy pocos entrarán en este juego. Los textos ahuyenta. Pero mientras creo imágenes capaces de ofrecer mi visión de la realidad, tendré que hacer uso de ellas, aún a riesgo de que la gente, ante su presencia, corra despavorida. Yo cumplo con mi obligación; lo otro, ya no me corresponde.