RECITAL POÉTICO EN EL RESTAURANTE "MARUJA LIMÓN"

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El jueves, en el Restaurante «Maruja Limón». Todo un lujo, un lugar espléndido y lleno a rebosar.
Presenté de nuevo el disco «Ronda, verdad imposible». Público ejemplar y compañeros de reparto extraordinarios. Allí estuvieron mis amigos Fali, Lina, Queco, Salvador Lobato, El Canijo…

Lo que yo dije (más o menos)

RECITAL POÉTICO “ATARDECERES AL LIMÓN”

Como caída del cielo
en medio de la montaña
de una forma natural
lo mismo que cae el agua.

Ronda encima de su Tajo
por la roca se derrama,
sueño de dioses que sueñan
una celestial morada.

Ronda de espaldas al tiempo
permanentemente clásica,
como una diosa de piedra,
de piedra con luz y alma.

Así empieza la primera canción que da nombre al disco “Ronda, verdad imposible”. La compuse para el pregón de Ronda Romántica del año pasado. Como ya habréis adivinado, yo vengo a hablar de Ronda, una de mis pasiones. Y del disco que, en compañía de mis socios de ENTREAMIGOS salió hace un par de meses. Un trabajo minucioso y muy profesional, en el que muestro toda mi pasión por esta tierra entrañable.

Yo accedo a la poesía a través de la música. Cierto que he leído mucho, sobre todo ensayo y novela, al margen de mis estudios de Pedagogía, Psicología y Filosofía, pero mi llegada al mundo de los versos y de la lírica se produce a través de la canción. Siempre ha habido música detrás de lo que escribo, porque yo soy, sobre todas las cosas, músico.
Por eso, un componente sustancial de lo que escribo es la armonía, la musicalidad, la cadencia. Y por eso utilizo la rima como el elemento básico para conseguirlas. Sin rimas no es posible construir una canción.
Al margen de la música que puedan llevar dentro, algunos de esos poemas van envueltos también en melodías, acordes, arreglos y orquestaciones. Pero todos llevan música, porque eso es lo que a mí me interesa. Y porque a través de la música se pueden transmitir mejor lo que te propongas. La música es un vehículo esencial para eso.
También bebí en las fuentes de Machado, Lorca, Miguel Hernández y Juan Ramón Jiménez. Pero siempre he estado ajeno a los ismos y a las corrientes de moda.
Aquí va otra de las canciones, en las que se recuerda al maestro Aldehuela.

RONDA, SU TAJO Y SU PUENTE
Como dos eternidades,
ahí siguen Ronda y su Tajo,
condenados a entenderse
como dos enamorados.

Su Tajo parte su alma,
su alma vive en su Tajo,
entregados a su suerte,
al abismo encadenados.

Ronda y su Puente embebidos,
un mismo sino en sus manos;
condenados a entenderse
como dos enamorados.

Ronda, su Tajo y su Puente,
la misma verdad grandiosa,
pese a ser tan diferentes
son los tres la misma cosa.

El Tajo mismo es el Puente,
el Puente es la misma roca,
como la boca es los labios
y los labios son la boca.

Hermosa locura
de un sabio valiente,
que regaló a Ronda
su Plaza y su Puente.

Ronda se mira en su Tajo,
Ronda se extasia en su Puente,
con sus chumberas, sus grajos,
su Levante y su Poniente.

Soñador impenitente,
arquitecto sin escuela,
por los ojos de su Puente
sigue mirando Aldehuela.

Hermosa locura
de un sabio valiente,
que regaló a Ronda
su Plaza y su Puente
y el agua bendita,
que riega las casas
y llena de vida
el cuerpo y el alma.

¡Ay, amor!
Amor que tejió su nido
en los pretiles del Puente
y con la puesta de sol
se lo llevó la corriente.
Ay, amor!

Otra de las canciones del disco se llama directamente “Ronda”, sin apellidos ni adjetivos.

RONDA
Ronda sabe a cal,
a miel y a aceituna,
a Sol y azahar,
a luz de la luna,
Ronda es emoción
intensa y profunda.

Ronda es ese lienzo
que pinta el Poniente,
es el Puente Viejo,
su cielo y su gente,
Ronda es ese bar,
que huele a aguardiente.

Ronda es esa amante,
que mata de amores
a los paseantes
y a los ruiseñores.
Ronda es la esperanza,
Ronda es el destino
de los caminantes
y los peregrinos.

Ronda es ese Puente,
es aquel rincón,
Ronda es ese Tajo
que la parte en dos.
Ronda es un arpegio
en el corazón.

Ronda es esa calle,
que sube y que baja,
Ronda es esa reja,
Ronda es esa plaza,
Ronda es esa luz
que despierta al alba.

Ronda es ese Puente,
Ronda es la Alameda,
Ronda es la montaña,
Ronda es Aldehuela,
Ronde es ese polo
y es una rondeña.

Ronda es esa torre,
Ronda es ese barrio,
Ronda es esa iglesia
y ese campanario,
Ronda es ese beso
que endulza los labios.

Ronda es el grajo que vuela,
es el furioso levante,
es su guitarra y su cante,
y el puchero de la abuela.
Ronda es la luz que te inunda,
Ronda es la Iglesia Mayor
y Ronda es la primavera
que brota en cada balcón.

Mi memoria sentimental tiene un espacio sagrado en esta ciudad. Es la Alameda del Tajo. Allí siguen echando sus buenos ratos el niño y el joven que llevo dentro. Y esta es la letra de la canción que le dedico en el disco.

AY, MI ALAMEDA
El niño que llevo dentro
sigue jugando en tu arena,
en tus calles y en tus fuentes
entre la risa y la pena.


El niño sueña horizontes
y en tu regazo se queda,
mirando siempre hacia el monte
¡ay, mi Alameda!

2
Mi niño sigue en su sueño,
desde mis años lo miro,
mientras se ahoga un suspiro
en mi corazón rondeño.

El niño del alma mía
en tu frescura se queda
retozando su alegría,
¡ay, mi Alameda!

3
El joven que llevo dentro
sigue soñando contigo,
y entre tus árboles viejos
cultiva nuevos amigos.

El fuego de mi memoria
entre tus flores se quema,
encadenado a tu historia,
¡ay, mi alameda!

4
El joven que me acompaña
sigue tejiendo ilusiones
y en un banco, tercamente,
sigue hilvanando canciones.

En el tropel de tus hojas
mis ilusiones se enredan,
mientras yo sueño en tu sombra,
¡ay, mi Alameda.

María Villalón tuvo la generosidad de participar en el disco. La canción que ella canta se llama “Mi tierra”. No os la perdáis. La podéis escuhar en las diferentes plataformas digitales o en formato físico, en el disco que vende el Ayuntamiento en sus dependencias, al módico y simbólico precio de 5 euros. El libro va acompañado de un libreto con los textos y los nombres de los participantes.

MI TIERRA
Mi tierra está al sur del Sur
entre barrancos y sierras,
escondida y olvidada,
la quiero, ella es mi tierra.

Mi tierra tiene la piel
engalanada de encinas,
de rastrojos y olivares,
jilgueros y golondrinas.

Mi tierra es parte de mí,
como yo de mis verdades;
no puedo reconocerme
sin mirarme en su paisaje.

Ronda tiene fronteras
que limitan con el cielo,
Ronda es pasión, es fuego.
Ronda, patria pequeña,
Ronda, bendita canción,
que acaricia el corazón
de esta rondeña.

Mi tierra tiene el sabor
de los verdes olivares,
de su gente buena y sabia
y del calor de su sangre.

Mi tierra tiene ese Sol
que dibuja por la tarde
arreboles misteriosos
y tapices celestiales.

Mi tierra tiene una luz
que derrama por las calles
como un tesoro infinito
de todos, pero de nadie.

Ronda tiene fronteras
que limitan con el cielo,
Ronda es pasión, es fuego.
Ronda, patria pequeña,
Ronda, bendita canción,
que acaricia el corazón
de esta rondeña.

A Bárbara, la dueña de este paraíso le gusta especialmente una canción del disco, que es una marcha fúnebre, un réquiem en honor de ese ser desgraciado abocado a la marginalidad y a la perdición, pero convertido en auténtico mito por la fantasía popular: el bandolero.

ALUMBRA LUNA, LUNERA
Alumbra luna, lunera,
alumbra luna, lunera,
alumbra luna, lunera,
alumbra a ese bandolero
que del amor prisionero
se transformó en una fiera.

Con vocación carcelera
entre los riscos se encierra
contra el mundo en feroz guerra
desigual y suicida.

Olvidado de la suerte
se alista en una partía
y jugando con la muerte
transita la Serranía,
en su pecho está su herida
y su esperanza en la sierra.
Alumbra luna, lunera…

Dicen los que conocen mis canciones que esta que viene es la mejor letra que yo he escrito. Yo no estoy de acuerdo, pero si ellos lo dicen… Es una sevillana, que no es un género en el que yo me prodigue.

CADA ATARDECER EN RONDA
1. El cielo azul de la tarde
en Ronda se hace poesía
cuando el puñal de la noche
empieza a matar el día,
mientras la luna se esconde
detrás de la Serranía.

Y Ronda, siempre en el centro,
sueña con el horizonte,
ataviada de encinares
y circundada de montes.

2. Cada atardecer en Ronda
deja un lienzo diferente
y como un juego de magia,
la magia se hace presente
y Ronda llora en silencio
extasiada en su poniente.

Y Ronda, siempre en el centro…

3. Cuando va a acostarse el sol
una lágrima carmín
se derrama por su rostro
porque se tiene que ir.
en busca de otro horizonte,
que es lo mismo que morir.

Y Ronda, siempre en el centro…

4. Cada atardecer en Ronda,
la voz se queda sin voz,
porque como si tal cosa
se hace un milagro de Dios.
¡Silencio, mucho silencio!,
que se está poniendo el sol.

Y Ronda, siempre en el centro…

Pero abandonemos un momento el tono grave y serio y ocupémonos de cosas rondeñas más lúdicas; acudamos al humos, que es la cosa más seria que existe.

LA PICHA DEL MORO
Un cipote que brota de la tierra,
haciendo competencia al mismo Tajo;
intrépido y fantástico carajo
que apunta al limpio cielo de la sierra.

Pichorra que levanta su cabeza,
unida al esplendor de la muralla,
erótica y frenética atalaya
que contempla impasible su grandeza.

Ronda entera se rinde a tus poderes,
eterno torbellino de pasiones,
visceral remolino de placeres,

que llena de ansiedad los corazones.
Por tu gracia suspiran las mujeres
y se mueren de envidia los varones.

RONDA Y SUS ROTONDAS
¡Ay, Ronda, mi vieja Ronda,
encadenada a su Tajo,
con tan poquito trabajo
y tantísimas rotondas!

¡Ay, Ronda, mi hermosa Ronda
flor de gloriosos pinceles,
dormidita en sus laureles
y preñada de rotondas.

Rotondas grandes, pequeñas,
rotondas como estandartes,
rotondas con las que sueñas,
rotondas por todas partes.

Islas de asfalto que ocultan
la claridad de las vías,
atrocidades que insultan
la razón y la armonía.

Ronda, profundo misterio,
belleza profunda y honda,
pero a sus calles, en serio,
les sobra alguna rotonda.

Ciudad soñada simpar
es Ronda, mi vieja Ronda,
capaz de hacerte soñar
o perderte en sus rotondas.

Y ya para terminar una décima dedicada, como no, a esta joya serrana, tan hermosa como olvidada.

Ronda te invita a volar,
a trascender lo corriente,
a fundirte en la inconsciente
insensatez de soñar.
Ronda es lo mismo que amar
lo inaudito, lo intangible;
igual que la imprescindible
aventura de sentir,
la locura de vivir
al filo de lo imposible.