Ronda y son entorno son austeros, como corresponde a quien es consciente de grandeza. No necesita alharacas; los aspavientos son innecesarios cuando el fondo supera a la forma, cuando el continente está repleto de contenido. Ronda recurre a sí misma para ser lo que es. No necesita folletos turísticos, ni ferias internacionales del gremio; no necesita ni siquiera turistas. Incluso, me atrevería a decir, que es lo único que le sobra a Ronda, si no fuera porque suponen su única fuente de ingresos. Ronda regala sobriedad, austeridad; no necesita fuegos de artificio.