Cuando Ronda se empieza a desarrollar hacia la parte Norte de la garganta del negocio, se empiezan a abrir, en esta parte, los primeros bares que se conocieron en nuestra ciudad.
En la época menos antigua de Ronda, acudían muchísimas personas de la Serranía que, después de las recolecciones de los distintos productos de sus tierras, venían a reponer sus despensas con productos que eran de primera necesidad: vestidos, zapatos, telas, medicinas, y productos de ultramarinos, que ellos no tenían en origen: azúcar, harina, legumbres, y otros que compraban después de vender lo que ellos producían y traían para su venta. Era un intercambio de unas necesidades por otras. De camino, aprovechaban para satisfacer sus necesidades en las casas de comidas y bares de aquí.
Al pairo de estas numerosas visitas nació el servicio necesario para atender estas urgencias de los visitantes esporádicos, pero continuos día tras día. Entre los bares y estas casas, caben destacar los siguientes: El bar Oliva, de los hermanos del mismo nombre; el Gonzalo, de los hermanos Cañestro y el Jerez, de los hermanos López Ramírez.
Si empezamos por el bar Oliva, diremos que era el que se encontraba justo pasado el Puente Nuevo a la derecha, donde en la actualidad está el Hotel D. Miguel y que los hermanos Oliva alquilaron, cuando Rafael Flores se trasladó un poco más adelante, donde está situado actualmente, y que Rafael Flores comprara, para instalar su negocio y su casa.
Los hermanos Oliva montaron un bar con un buen salón, en el que daban desayunos a los serranos y elaboraban platos de cocina tradicional para cuando llegaba la hora de almorzar. Debemos tener en cuanta que antiguamente los autobuses de la Sierra llegaban todos al centro de Ronda: Los Portillos, a la calle Nueva; Los Amarillos, enfrente de la Puerta de la Plaza de Toros y Los Transportes Generales Comes, a la Plaza del Teniente Arce, donde estaba el Bar Jerez.
Tanto Manolo como Fernando Oliva, eran unas bellísimas personas que ayudaban en sus negocios a los serranos que tenían dificultades con la venta de sus productos; ellos siempre estaban dispuestos para almacenar o comprar y venderposteriormente. Manolo, el menor de ellos, un buen día se montó en una moto con un loco y se estrellaron contra el puente, con tan mala suerte que del golpe quedó ciego, aunque tuvo la suerte de no saltar por encima del pretil; si no, no lo hubiera contado. Así quedó solo Fernando al frente del negocio, que ha mantenido hasta hace unos años en que lo dejó, por jubilación.
Mi madre, que era muy cafetera, y como en aquellos tiempos no se podía permitir el lujo de comprar el café, me enviaba de vez en cuando a este bar para – 373 que Fernando o Manolo me dieran un cartucho de granzas que ella volvía a hervir. ¡Señor, Señor!
Los hermanos Cañestro tomaron el bar de su padre Gonzalo Cañestro, de ahí el nombre que el bar ha tenido durante tantísimo años. Lo han regentado al alimón hasta su jubilación, tanto Gonzalo como Manolo.
El sistema era el mismo que el de los Oliva: barra de mármol y salón grande donde los serranos desayunaban y almorzaban; también les servía para dejar sus matutes, que recogían a la hora de partir. Por las tardes, los rondeños venían a tomarse su café y jugárselo al dominó o al subastado. El bar tenía un ambiente particular, principalmente cuando “El Niño de la Palma” se sentaba en la puerta con su sombrero y su particular elegancia y hacía tertulia con su amigo y compañero de fatigas Juan de Dios Vargas Machuca, su mozo de espadas durante tantos años.
El Bar Jerez toma este nombre porque en su esquina se vendían los billetes y se tomaba o dejaba el autobús que venía e iba a Jerez. Con esta justificación nace el pequeño negocio, en el que, en principio, se podía tomar un café o un trago mientras se esperaba la salida del autobús.
Ése es el origen también de la calle de ese nombre, que era la salida de estos autobuses hacia la ciudad vecina. Este pequeño bar se convirtió con el tiempo en símbolo de reuniones y punto de encuentro de los rondeños y de muchas de las personas que nos han visitado. Era obligado, a la hora de citar a alguien, decirle: ¡nos vemos en el bar Jerez! Al estar enfrente de la Plaza de Toros era muy fácil ubicarse usándolo como referencia.
El actual Restaurante Jerez, fue ese pequeño bar que han regentado tradicionalmente los hermanos López, heredado de su tío que, al no tener hijos, se lo legó a sus sobrinos. En la actualidad está dirigido por los hijos de Fernando, ya que José Luís y los suyos se encargan del Restaurante “El Escudero” y “El Tragabuches”. Los tres restaurantes son de muy buena calidad. En la actualidad, de los mencionados sólo queda el restaurante Jerez. Los bares Oliva y Gonzalo han desaparecido, convertidos en otros negocios, hotelero uno y para el servicio turístico el otro.

OLIVA, GONZALO Y JEREZ

OLIVA
En la orilla del puente,
a cuatro pasos
y con vino corriente
llenos los vasos,
el bar Oliva llena
su buen ambiente
con cuatro tapas buenas
y mejor gente.
¡Ay qué penita,
que te fuiste por siempre
por la Esquinita!

JEREZ

Elegancia y esplendor,
mucha luz y mucho bronce
y excesivo mostrador
para la talla de entonces.

Todo el mundo se citaba
en la puerta del Jerez,
¡qué bueno estaba el café
que el sheriff te preparaba.

GONZALO

Los tiempos se llevaron
este bar que era nuestro
y detrás de la barra
los hermanos Cañestro
y en la puerta, elegante,
se sentaba un maestro.

FLORES

El agobio y los calores,
se alivian con su cerveza;
el dolor y la tristeza
te los quita Jesús Flores.
Entre vinos y licores
te encuentras a este serrano
que con el alma en la mano,
arte destila a granel.
Alzad la copa con él,
brindemos por el DECANO.

Ronda y su Serranía, tradicionalmente, han sido tierra de vinos, mostos, aguardientes y licores. No se debe olvidar que ya en la época de Roma, desde Acinipo se mandaba el sagrado licor a la capital del Imperio. De hecho, Acinipo quiere decir, según algunos etimologistas, “lugar del vino”. En las orillas del río Guadalevín se encontraban bastantes viñedos, como igualmente en bastantes pueblos de la Serranía: Setenil de “las Bodegas, Igualeja, Parauta, Cartajima, Pujerra, Faraján, Atajate…
Todos ellos han sido productores de vinos de más o menos calidad. Sobre todo, han sido famosos y lo son en la actualidad sus mostos, uva recién pisada y con un par o tres de trasiegos. Por lo tanto, el rondeño siempre ha tenido caldos que han consumido con fruición.
Se dice que Ronda es la ciudad donde más bares hay de Andalucía. Los ha habido famosos y algunos, adaptados a los tiempos, que aún persisten. De aquellos desaparecidos nombraré algunos como añoranza de los tiempos en los que la diversión de nuestros mayores era tomarse unos cuartitos antes de llegar a casa.
Conocido como “El Decano”, hablaré del Bar de los Flores, con D. Rafael Flores al frente, justo en el rincón de la izquierda de la Plaza de España, donde estuvo el Bar Oliva y hoy está el hotel D. Miguel. Rafael Flores tuvo una pléyade de hijos que le sucedieron en el negocio: Paco, Luís, Ramón y Jesús. Era un bar de manzanilla, café, aguardiente y cuartitos de vino. Tenían sus correspondientes tapas, sobre todo el salmorejo de Paco Flores, como él decía, “salmorejo con huevos” y enseguida, a continuación te decía aquello de: “los huevos los tiene que poner el cliente para tomarse el salmorejo”.
Los Flores han sido unos hermanos muy particulares, pero el padre no quiso que se perdiese la tradición y dejó dicho que el bar sería para el que se quedase siempre en él. Así que al final de todos, fue Jesús, mi compadre, quien terminó administrando la herencia de D. Rafael. En la actualidad se ha convertido en un pequeño restaurante familiar, que ha regentado hasta su jubilación, Jesús, tras lo cual lo ha dejado en manos de su hijo menor Manuel Jesús, que con su mujer, y tres empleados más lo conducen con éxito. El Restaurante se encuentra en la calle Virgen de la Paz, y es conocido como “El Decano”.

Hay otros muchos bares que han sido típicos en Ronda, aunque actualmente ya no existan, como es el caso de los tres que enumeramos en esta ocasión. Eran negocios de tradición, que en la actualidad, por jubilación de sus dueños, han desaparecido. Tomemos como referencia el Barrio de San Francisco que, en Ronda, ha sido el barrio de los agricultores y ganaderos. Aquí debemos recordar tres pequeñas tascas que existieron y que por su popularidad recogemos. Empecemos por el que ha sido el más tradicional y de mayor fama en Ronda. En un principio, su primer dueño, Antonio, era conocido en ese barrio, como “El Sucio”, no sabemos realmente por qué, aunque si nos atenemos a la letra debemos pensar que debería tener un litigio con el uso del agua y el jabón.
A este Antonio le compró el bar mi amigo Andrés González Lara, que recoge el negocio con el nombre que ya tenía y lo mantiene hasta que se jubila, de tal manera que pasa el apodo a este nuevo dueño, al que se empieza a conocer con el nombre de “Andresillo El Sucio”. De toda la vida ha sido famoso por sus mostos, que hacían ellos mismos, y sus chorizos al vino, también elaborados por la familia.
Se trataba de un chorizo cocido en vino y puesto en un pequeño panecillo que hacía las delicias de todo el que visitaba este pequeño bar familiar. Era obligado, al visitar Ronda, ir al “Sucio” a probar aquellos deliciosos bocados.
Donde actualmente se encuentra la sucursal de Unicaja, en el Ruedo Alameda, en la esquina de la calle San Francisco que da a la Plaza, estaba situado otro bar típico que era regentado por Arcadio. Era más antiguo que el de El Sucio y también se dedicaba a la venta de mostos. Arcadio era muy madrugador, de manera que desde primeras horas de la mañana ya estaba vendiendo su aguardiente y sus cafés a los vecinos del barrio que salían para sus labores. El mosto ha sido una tradición de este lugar de Ronda, casi desaparecida en la actualidad, aunque aún se mantienen algunos puntos de venta y bares en los que se suele ofrecer esta bebida típica de la zona. En pueblos de la Serranía se produce bastante, como por ejemplo en Atajate, Cartajima, Parauta, Igualeja, Júzcar, Pujerra y otros pueblos más del Valle del Genal. Algunos rondeños, de vez en cuando, organizan excursiones a las que llaman la “ruta del mosto”, y con esta excusa, ¡mosto al capote!
El Cafelillo, como su nombre indica, era un bar – recién cerrado – donde por la mañanas, antes de salir para el campo, los agricultores se tomaban su pequeño refrigerio y su copita de aguardiente. Era una tradición que se ha mantenido a lo largo de los años, pero Gonzalo, su último dueño, no ha tenido más remedio que clausurar por razones de su jubilación.
Era muy típico ver a los empleados de obras, albañiles, carpinteros, cerrajeros y otros, venir a este establecimiento a tomar los célebres molletes del barrio con su café a la hora del desayuno. Algún bocadillo de tortilla francesa me he comido allí cuando he ido a esperar a algún grupo de turistas a la Puerta de Almocábar.
Estos tres bares ganaron mucho ambiente, cuando al primer alcalde de la democracia, Juan Harillo, se le ocurrió la idea de poner un zoco en la Alameda y entonces, al ruido del mercadillo, acudíamos los rondeños, que aliviábamos nuestra sed en alguno de estos abrevaderos.
En la actualidad estos han desaparecido, pero sí una serie de otros nuevos y modernos que le han dado al Barrio de San Francisco la popularidad suficiente, retomando la anterior, como para que los rondeños bajemos a degustar alguno de los platos típicos de estos modernos establecimientos: Almocábar, San Francisco, Casa María, Benito, El Convento, El Barrio, La Cuadra, Alonsito…

SUCIO, ARCADIO Y CAFELILLO

EL SUCIO

¡Ay Sucio, como te añoro!
Yo que añoro pocas cosas
me acuerdo de tus chorizos
y me vence la memoria.
No es bueno mirar atrás,
hay que mirar adelante,
pero aún llevo esas delicias
prendidas en mi almanaque.
Cuando paso por tu puerta
lloro solo al recordarte.

BAR ARCADIO

A las claritas del día,te tenía
preparado el aguardiente.
cuando dormía la gente,
Arcadio ya te tenía
preparado el aguardiente.

EL CAFELILLO

Ese perfume a aguardiente
que emanaba el Cafelillo
era un perfume sagrado
que embriagaba los sentidos.
Si entrabas dentro ya era
Entrar en el paraíso.

CAPRI, EL PORTÓN, LOS MARISCOS Y VALENCIA

CAPRI

En Ronda hay tapas sublimes
y primorosos bocados,
pero los callos de El Capri,
¡qué callos, madre, qué callos!

 

EL PORTÓN

En este invento de El Bola
hubo riñones sabrosos,
jamón de lujo, buen queso,
poemas y cante jondo.
Hoy mantiene aquel prestigio
que Joaquín le supo dar,
en las manos de otro artista,
de Pepito El Criminal.

Esta serie de bares son, en general, modernos, aunque proceden de aquellos típicos que existieron en Ronda desde mediados del siglo XX, y algunos han llegado hasta nuestros días. Aún recuerdo a aquel orondo y simpático alpandeirense, Miguel, que con su mujer, Guillermina y sus dos hijas, se vino a Ronda y se instaló en la calle Santo Domingo, un poco más abajo de donde yo vivía y justo en la misma casa de vecinos donde lo hacía María de los Ángeles, mi novia de entonces. Esta buena
persona alquiló o compró, no lo sé, ese pequeño local sito en plena calle Virgen de la Paz y montó un baresito al que llamó Capri.
El Capri es un bar pequeñito en el que se vende en temporada un mosto de la sierra excelente y unos callos que son famosos en toda Ronda; muchos rondeños saben que los callos del Capri son buenísimos. Además, pescaíto frito, carne en salsa y otras tapas hacen las delicias de los que lo visitamos. En la actualidad, lo regenta un yerno del personaje de Alpandeire, Miguel, casado con una de las hijas; hombre afable que ha mantenido el tipismo del local, al que le ha agregado un pequeño sótano en el que La Asociación Senderista Pasos Largos, de tiempo en tiempo, hace proyecciones de rutas por la Serranía de Ronda.
El Bar El Portón lo creó mi amigo “El Bola” en la calle Pedro Romero. Ha sido esta vía una de las tradicionales repleta de pequeños rincones para degustar vinos de la zona, y éste, que Joaquín montó en su día, era uno más con el de Eduardo “El Valenciano”, el bar de “Camarita”, la bodega de “La Verdad” y de “Pinto”. Era un establecimiento de riñones a la plancha, de buen queso, de mejor jamón y de selectos guisos. En la actualidad, lo regenta mi amigo Pepe Orozco León, conocido popularmente por “Avilés” y aún mucho más por “El Criminal”. Buen jamón, buen queso, exquisitos huevos de codorniz, chorizos al vino y unos combinados de tapas estupendos de calidad y precio. No es muy grande; en general estas eran tascas pequeñas que con el tiempo se han modernizado, pero no se han ampliado.
Los Mariscos era un bar, pequeñito también, que regentaban los hermanos Antonio y Pepe Palmero, un local conocidísimos en Ronda, donde se tenía la oportunidad de tomar mariscos, muy importantes las bocas, los cangrejos de río, e importantísimos, los champiñones a la plancha, a los que tanto Antonio como Pepe, le tenían cogido el punto y estaban exquisitos de verdad; una vez que Antonio, el hermano mayor, desapareció en un accidente de moto en la curva de LaDehesa, quedó sólo Pepe regentando el establecimiento, que lo mantuvo algúntiempo. Actualmente ya no podemos disfrutarlo. Fue mi punto de reunión con Mariángeles, por las tardes, para tomar nuestrosaperitivos a la salida de ella del trabajo, en la Casa de tejidos que tenían losBar El Capri, Bar El Portón (Criminal), hermanos Jiménez en la esquina de la calle de “La Bola” con la de La Naranja. En la actualidad, el local está ocupado por una perfumería que regenta Juan Fernando Jiménez, hijo de D. Juan, uno de los hermanos mencionados.
Finalmente, merece especial atención, el bar, que un poco más arriba de los mariscos, regentaba Pascual y en la actualidad, su hijo Pascualín; el bar Valencia era, y así se conserva aún, una tasca en el más puro sentido de la palabra. A ella acudían y aún acuden los que en su tiempo fueron no afectos al Régimen y después, los señalados como de izquierdas; y en la actualidad todos, porque sus tapas y sus maneras son típicas y sanas..

LOS MARISCOS

Pinchitos y champiñones,
Gambitas sabiendo a gloria
En Los Mariscos tenían
La mejor plancha de Ronda.

 

VALENCIA

Que daban gato por liebre
es cosa que se comenta,
pero, ¡qué tapas ponía
Pascual el del Bar Valencia.