EL DULCINEA

Atmósferas cargadas
en sus salones;
ojos llorosos, tal vez,
del humo o de los licores.
Ojos que se posan,
fieros halcones,
en caderas altivas,
que, como flores,
se pregonan al ritmo
de las canciones.
Y la garganta rota,
al compás de las voces
se bate en retirada,
hacia la noche.
Y el pensamiento
hace lo que no pueden
hacer los cuerpos..

LAS MARAVILLAS

¡Te espero en Las Maravillas!,
¡Cómo evoca este recuerdo
sabor a tardes tranquilas
y a noches frías de invierno!

A ratos con los amigos,
a buenos ratos de fiesta,
de charla, descanso y vino
mientras pasa la tormenta.

Por ser un poco de todos
y de tanto estar presente
todos perdimos un poco
cuando se fue para siempre.

MAR MEDITERRÁNEO

No era un bar,
era un mar,
un mar pleno de alegría,
tapas calientes y frías,
maquinitas tragaperras
y un cartel de la posguerra:
“No se permite cantar”.

Abrevadero de paso
para caminantes sabios:
aún hay huellas de mis labios
en los filos de sus vasos.
Aún vuelven a mi cabeza
al verlo desde la esquina
la gloria de su cerveza,
los frutos de su cocina.
No era un mar,
era el bar.

ACUEDUCTO DE LA HIDALGA

El agua
desde La Hidalga, cristalina vuela
a través del camino que Aldehuela
dibujó para Ronda en su acueducto.

¡Ay, agua!
Transparente ilusión,
oro serrano,
tesoro que se escapa de las manos,
saltarina y frenética pasión.

ASA DE LA CALDERA

Capricho de un cataclismo,
o de los dioses juguete,
obra que el agua acomete;
cualquier cosa, da lo mismo.

Recipiente en la frontera
que da con la fantasía;
impresionante caldera
cociendo la luz del día.

Al borde de la pendiente,
ciclópea y elegante,
esperando eternamente
una mano de gigante.

LOURDES

Pequeño Partenón
a la vera del río,
entre graves encinas
y alegres eucaliptos.
Destino de excursiones
que en el pasado siglo
llenaban de rondeños
estos abruptos riscos,
en busca del solaz
que procuraba el río..

LA PICHA DEL MORO

Un cipote que brota de la tierra,
haciendo competencia al mismo Tajo;
intrépido y fantástico carajo
que apunta al limpio cielo de la sierra.

Pichorra que levanta su cabeza,
unida al esplendor de la muralla,
erótica y frenética atalaya
que contempla impasible su grandeza.

Ronda entera se rinde a tus poderes,
eterno torbellino de pasiones,
visceral remolino de placeres,

que llena de ansiedad los corazones.
Por tu gracia suspiran las mujeres
y se mueren de envidia los varones.

picha del moro

SIERRA DE LAS NIEVES

Piel blanca que acicalan
nobles pinsapos,
dominando el paisaje
de arriba abajo.

Luz de la cumbre
que reverbera,
descubriendo caminos
de amante tierra.

Vecina de la luna
y las estrellas,
paraíso perdido,
cándida sierra.

SAN CRISTÓBAL

Gigante dormilón y soñoliento
que usa como colchón el horizonte,
celestial y cristiano mastodonte
que nubla el cielo raso con su aliento.

Su pétrea y feroz naturaleza
descansa en las aristas de la sierra
y en el plácido seno de la tierra
reposa su fantástica pereza.

Santo que nuestras cuitas no defiende,
entregado a morboso y brutal sueño,
insensible y pesado como un leño,

su cargada cabeza sólo atiende
al sopor que procúrale su empeño:
dormir es un placer y a nadie ofende.

CALLE SEVILLA

Esta es mi calle sin fin,
conjunción copulativa
entre mi campo infantil
y mi Ronda amanecida.
Por ella entré, en ella vi
por primera vez la risa
de una esperanza de abril
tejiendo sones de dicha.
Como una novia gentil,
aún me invade su armonía
mi paraíso infantil
está en la calle Sevilla.o.

CALLE JEREZ

Fragor de coches y risas
de pechos adolescentes,
huellas de humo y alcohol
en la noche de los viernes.
Amores de madrugada,
dulces pecados de siempre,
que a la luz de una farola
lánguidamente se pierden.
Cornamentas infinitas,
adulterios imprudentes,
locuras que en sus aceras
parecen cosa corriente.

CALLE SAN FRANCISCO

Aromas de pan caliente
acarician las mañanas
y destilan las ventanas
espirales de aguardiente.
Y desde el bar de Alonsito
llegan murmullos de fiesta,
que hacen más suave la cuesta
y elevan el apetito.
Y en las tardes de verano
se echa a la calle la gente
y se abarrota el ambiente
de niñas, niños y ancianos.
Ay, calle de San Francisco
mezcla de campo y ciudad,
se adora la novedad,
más también se vende cisco.

Estos poemas iban a formar parte del la segunda edición del libro «Ronda: dos miradas diferentes sobre una ciudad única», que escribí a medias con José Mª Ortega de la Cruz, el guía rondeño y hombre de teatro de recuerdo imborrable. Su desaparición abortó este proyecto.

CASINO DE RONDA

Ni es círculo ni hay artistas,
entre sus cuatro paredes;
ya no quedan ni recuerdos
de aquellos aconteceres.
Algo del viejo pasado
sigue de pie, sigue indemne,
como una gota de ayer
goteando en el presente.

EL TEMPRANILLO

Muy temprano echaste a andar,
muy temprano, bandolero:
alma sedienta de amor,
carne repleta de fuego.
Temprano se echó a la Sierra,
inundado del veneno
de una historia que se fragua
con la sangre de los buenos.
Muy pronto tuvo que arder
en pasiones sin consuelo,
sobre el cáliz de la tierra
y bajo el manto del cielo.
La luz de Sierra Morena
ha celado tu secreto,
¡qué temprano echaste a andar!
¡Qué temprano, bandolero!

LA ESTACIÓN

Las partidas, los regresos,
las salida, la llegadas,
el cansancio está en los cuerpos
la ilusión, en las miradas.

¿Cuántos millones de sueños
has cobijado en tu alma?
Los sueños del viajero,
que llegan, crecen y pasan,
como pasan los paisajes
volando tras las ventanas.

Destino de caminantes,
que desde dentro reclaman
que vivir es caminar,
aunque no conduzca a nada.

LOS ARCOS

Monumental galería
que desemboca en el Puente,
testimonio de otros días,
de otra historia, de otra gente.

Fuego que arde todavía
en mi alma adolescente.
Otros también centenarios
aquí levantan su gloria,
acueducto solitario,
desprendido de la historia.

ADELA RAMÍREZ

El sueño de unos pies y de unos brazos
se dibuja en el aire de esta tierra
con el lápiz y el lienzo que acaricia
ese ardiente volcán que mueve a Adela.

De su Palma hasta Ronda, paso a paso
va sembrando de flores el sendero,
requiebros que destila una cintura
marcada por el látigo del fuego.

Una tormenta fluye por las venas
cuando lloran las manos y los dedos
y guiños de colores se desprenden
de unas faldas que arrullan con su vuelo

D. ANTONIO GAMBOA

En una mano, la cruz,
en la otra, el evangelio;
en el corazón, los pobres,
en la palabra, el consuelo.
En los ojos, una luz
apuntando allá a lo lejos,
al horizonte infinito,
meta de todos sus sueños.
Así pasó Don Antonio
por este triste sendero,
dando calor al que sufre
y dando agua al sediento.
Entre él y lo demás,
lo demás fue lo primero,
gracias, hermano, mil gracias
por tu luminoso ejemplo.

Ayer su alma de nieve
emprendió el último vuelo;
se fue a cuidar con Vicente
las catacumbas del cielo.

CAYETANO ARROYO

Infinito Cayetano,
una brisa de nirvana
se coló por tu ventana
una noche de verano.

Compañero, amigo, hermano,
nadie que a ti se acercó
dirá que no se encontró
el alivio de tu mano.

Permanente Cayetano,
pétalo de ardiente flor
que fue sembrando su amor
verso a verso, grano a grano.

Imposible Cayetano,
alma pura voladora
regalo que trae la aurora,
reflejo de sol serrano.

Infinito Cayetano,
una brisa de nirvana
se coló por tu ventana,
compañero, amigo, hermano.

CAYETANO ORDÓÑEZ

Pisa el ruedo Cayetano,
la tarde se hace más honda,
se escucha un rumor lejano:
es el misterio de Ronda.

De pronto, en el redondel
se abre paso la leyenda
en la terrible contienda
entre el hombre y el burel.

Acude, toro, enseguida
vamos, que un hombre te espera
firme bajo la montera
para entregarte su vida.

Pasa rozando la muerte
quiebra un grito en las gargantas
y hasta la piedra se espanta
de tanto tentar la suerte.

Y allí reina Cayetano
solo en medio de la arena,
con la muleta en la mano
iniciando la faena.

IGLESIA DE Mª AUXILIADORA

Con ojos de niño,
feliz armonía,
vigilo la puerta
de tu sacristía.
Millones de estrellas
alumbran el día
y a tus pies se postran
llenas de alegría.

Los pajes imberbes
rodean el altar
y cientos de voces
rompen a cantar.
Ese olor a incienso,
-cuesta respirar-
llena de misterio
mi primera edad.

Casullas y albas
cáliz y patenas,
campanas al aire,
rumor de la sierra.
La gloria descubre
su cara más bella
y en el aire anidan
clarines de fiesta.

Don Bosco te aclama,
cual padre y pastor
y mil querubines
deslumbran al Sol.
María Auxiliadora
desde el mirador
a todos sus fieles
reparte su amor.

DON JUAN DE LA ROSA

Un Don Juan que no es Tenorio,
imposible coincidencia
de apellidos, no de ciencia
como es público y notorio.

Un Don Juan siempre entregado
a Ronda y la Serranía,
titán de la economía,
visionario del mercado.

Apóstol de una gestión
humana, caritativa,
paternal y compasiva,
muy cerca del corazón.

Alejado de esa banca
delincuente y marrullera,
despiadada y bucanera,
de alma negra y manos blancas.

También supo levantar
junto al brillo del dinero
residencias junto al mar
y una montaña de sueños
menudos, tiernos, pequeños,
que aún podemos disfrutar.

¡Qué lejos queda su obra,
a punto de naufragar!

PILAR BECERRA

Agua fresca de la sierra,
exuberante pasión
a bordo de un corazón,
torbellino de esta Tierra.
Así es Pilar Becerra,
grácil y etérea Pilar,
sus pies son gotas de azahar
sus manos, rosas al viento;
sus caderas, un lamento
a puntito de volar.

Pilar Becerra

CRISTÓBAL PALMERO "TOBALO"

El flamenco es una queja,
un alma que se derrama,
una amargura que inunda
las cuerdas de una guitarra.
Es dolor, es agonía,
es pasión de madrugada.
Es amor hecho jirones
por certeras puñaladas.
Es un puñal que envenena,
que acaricia mientras clava
su negro filo de arpegios
preñados de luna clara.
Cantar flamenco es soñar,
abrir puertas y ventanas,
bailar flamenco es pintar
con los pies la luz del alba.
Soñar, cantar y bailar,
es encender una llama;
cantar, tocar y sentir
la llama de la esperanza.
Tobalo toma su cante
de aquella Ronda preclara:
de sus pequeñas historias,
de sus inmensas montañas.
De sus frescos manantiales
tejió con gotas de agua
melodiosas sinfonías
en su eterno pentagrama.
Del cascabel cristalino
que recorre la mañana,
de torrentes entre piedras
y de arroyos entre zarzas.
Del río Guadalevín:
leche fresca y agua blanca,
que entre rocas se despeña
buscando el mar, su mañana.
Tobalo nutre su polo
de nuestra tierra quebrada,
de olivos y hierbabuena
y de encinas centenarias.
De manzanilla y romero,
del junco y de la retama,
de chumberas del camino,
de almendros de blanca nata.
En sus zurrones metió
puestas de sol y esa magia
que sólo Ronda atesora
y que a su gente regala.

PILAR DEL BARRIO

Centenario recipiente
que preside la Alameda,
testigo de ardientes citas
y de festivas verbenas.
Refugio de caminantes,
permanente referencia
de su barrio, de la gente
de esta sobria periferia.
Y refugio de estudiantes,
que abandonan sus tareas
para buscar emociones
junto a esta fuente de piedra.
Ayer calmaba la sed
de trashumantes ovejas,
hoy calienta el corazón
de enamorados que empiezan.

JUAN JOSÉ MORETTI

Con una imprenta a cuestas
llegar a Ronda
y caer preso hasta quedar rendido
de tanta misteriosa
belleza concentrada.
Sumergirse en su historia,
hurgar en sus secretos,
husmear en las cosas
perdidas del pasado.
Y en el alma recóndita,
descifrar las verdades,
las eternas verdades que atesora
su vientre legendario,
la luz de la memoria.

PEDRO PÉREZ CLOTET

Aquí estoy, en Villaluenga,
donde reposa el maestro,
alimentando a esta tierra
que le dio tanto alimento.
Domesticando palabras,
aprehendiendo lo eterno,
todo lo que aquí vivió
sigue viviendo en sus versos.
Él buscaba las esencias,
dejaba de lado el viento:
poesía sustantiva
sin ambages ni embelecos,
líneas trazadas con sangre,
caliente sangre del cuerpo.
En estos luengos lugares,
donde estremece el silencio,
más apartado del mundo,
más cerca del universo,
sintió el poeta estos riscos,
estos valles y estos cerros,
esta luz y estos paisajes,
acompasando su tiempo:
ritmo lento del que vive
la vida siempre hacia adentro.
Sin prisa, lento, despacio,
templando como un torero,
citando al toro de frente,
solo en el centro del ruedo,
disfrutando cada trago
como si fuera el postrero.
Cargado de este bagaje
sobrevoló los eternos,
turbios espacios del alma,
recorriendo sus senderos,
dando firmeza a sus pasos,
iluminando los nuestros.
Negociando con el alba,
elevándose del suelo
para ver que no hay caminos,
que la vida es como un sueño:
oscura noche del hombre,
primer amor, desconsuelo.
Ante nada indiferente,
nada de aquí le fue ajeno
hasta que un día su sombra
sucumbió ante tanto peso
y su frágil corazón,
temprano ,libre, sereno,
como una nube dorada,
emprendió el último vuelo.

FERNANDO PERALTA

Guardián prodigioso, cancerbero
rondeño que ha pasado ya a la historia
por llevar desde el Tajo hasta la gloria
sus magnas cualidades de portero.

Estrella refulgente y rutilante,
que dejó por los campos españoles
memoria de paradas y de goles
salvados por la magia de sus guantes.

sigue vivo un recuerdo emocionado
en la Ronda festiva y futbolera
devota de sus férvidas campañas.

Hoy levanto mi copa alucinado
porque el destino quiso que yo fuera
testigo admirador de sus hazañas.

JULIÁN DE ZULUETA

Lleva Julián asido a su maleta
un saber insondable e infinito
y una pinta bohemia de erudito
dibujada en su trágica silueta.

Figura trotamúndica y discreta,
personaje imposible y exquisito,
auténtico señor de los mosquitos,
todo en uno incorpora Zulueta.

navegando los mares de la ciencia
hace frente a epidemias infernales,
a virus y bacterias colosales,

con indómita y lúcida paciencia.
Orgullo de esta Ronda agradecida,
Vencedor de la muerte y de la vida.

JUAN HARILLO

Animador cultural y pinturero
empresario, rondeño de tronío,
personaje sacado del Cossío,
con pinta de pretérito torero.

Político rondeño enamorado
de la luz de esta noble Serranía,
andaluz que trasluce Andalucía,
obsesión que no aparta de su lado.

De la plaza de toros, presidente,
¿de sus cargas sociales la más honda
la que sigue en su alma más presente,

la guinda principal de lo vivido?
Cuando fue por los votos elegido
alcalde democrático de Ronda.

En este segundo Tajo,
llamado del Abanico,
hay pisadas de romanos
y perfume de tomillo.
Por aquí dejó la historia
abandonados caminos,
rastros de recios pastores,
de bandoleros furtivos,
condenados a la sierra,
a un desolado destino.
En sus paredes resuena
la voz de Carmen, el mito,
y sigue ardiendo la llama
del gran Plácido Domingo.
En este templo serrano,
el Tajo del Abanico.

RAFAEL DÍAZ PINEDA

Igual que la Alameda,
otro orgullo rondeño
es Rafael Pineda.
Como el puente que enlaza
con sus ojos de piedra
las Rondas que separa
la desgarrada peña;
lo mismo Rafael,
de la misma manera
vinculó con sus fotos
Ronda con otras tierras.
Su objetivo de oro
ha roto las fronteras,
ha vencido al olvido
con su cámara a cuestas.
Otro orgullo rondeño
Es Rafael Pineda.

Poco a poco uno muere cuando mueren
las cosas, las historias, las heridas,
que llevas de equipaje por la vida,
las que te odian, te aman y te hieren.

¡Cuántas cosas nos van abandonando,
cuánta vida vamos dejando en ellas,
cuántos pinchos, gambitas y paellas,
cuanta Estrella Galicia burbujeando!

Adiós, Capri, destino de mis sueños
adiós callos, sabrosa tentación,
entrañable solaz de los rondeños

delicioso y fantástico rincón;
a sus tapas, sus copas y sus dueños
siempre los llevaré en mi corazón.