PUENTE ÁRABE

Puente de los curtidores,
labradores y alfareros,
forjadores de una Ronda
embebida de misterio,
mirando a otros horizontes
a un latir de siempre y nuevo.
Permanente en su entresijo,
siempre tan cerca y tan lejos,
de espaldas a los espasmos
de estos enconados tiempos.
Puente de los Curtidores,
A la vez frágil y eterno.

El Puente más antiguo de Ronda es el que se encuentra a nivel, casi, del río Grande, en su confluencia con el arroyo de las Culebras, que unidos a la Mina forman el Río Guadalevín.

Este Puente se le atribuye a los árabes, siglo XIII. Bueno el que hay actualmente, no, ya que es totalmente moderno, por haber sido rehecho en dos ocasiones al ser llevado por las aguas embravecidas del río Grande. Está construido en piedra y se sitúa a doce metros sobre el río. Su construcción aportó la posibilidad de que Ronda, hasta entonces encerrada en sus murallas, empezara a desarrollarse sobre el otro plano y empezase a salir hacia el sector norte.

De las curtidurías, porque en la época antigua, esta parte baja del arrabal de Ronda estaba llena de naves de curtidores y tintoreros de piel; éstos lo utilizaron para pasar sus curtidos de las naves de los mismos hacia el norte que la salida era menos pronunciada. En la actualidad ha quedado el nombre del puente como una reminiscencia de aquellas civilizaciones antiguas que dotaron a Ronda de esas estructuras peleteras y de algunas industrias de alfarería.

A veces se le llama “puente romano”, por creer que ahí estuvo ubicado uno, construido por los dueños del Imperio y que, después, los árabes, aprovechando su hundimiento, forjaron el actual. Pero la verdad es que no se ha demostrado que hubiese una estructura de puente romano en esa ubicación.
Una vez solucionado el problema de la depuración de aguas fecales, es un paseo gozoso el que se puede hacer desde la Iglesia de Santo Domingo hasta este puente con parada en los Baños árabes y la posibilidad de bajar a la mina, a la que se le ha hecho un acceso moderno, pero conservando el entorno.
 Este era el puente por el que pasábamos las familias humildes, ,que íbamos de paseo a “la chopalea”, en el margen del río, y a bañarnos en los distintos pequeños embalses que se formaban: el baño de los hombres, el de las niñas y el de las golondrinas. Remansos del río, que los chavales de mi época palizábamos de una manera tremenda y que nos servían de solaz y expansión. ¡Aquellos tiempos!

PUENTE DE SAN MIGUEL

De los tres Puentes que tiene la ciudad de Ronda, el intermedio es el Puente de San Miguel.- sus orígenes son dudosos, aunque como más probable se remontaría a los comienzos del siglo XVII. Se encuentra en la bajada de la que antiguamente se llamaba la Puerta de la Puente, hoy Arco de Felipe V.

Es un puente de muy poco fiabilidad, aunque hace años se consolidó al haber sido restaurada toda la pavimentación de la calle de Santo Domingo. Se cuenta que fue costeado por la sociedad de curtidores rondeños, cuyo patrón es San Miguel, de ahí su nombre, para poder pasar sus productos y así evitar tener que subirlos desde el puente árabe o de los curtidores. Aún recuerdo, en una ocasión, que un camioncillo de muy poco peso y con poca carga, se quedó clavado a la entrada según se baja hacia él. Allí quedó durante unas semanas hasta que pudieron consolidar el puente para que entrase otro vehículo pesado para tirar de él y sacarlo.

También se utilizaba para acceder a la mina, un nacimiento de agua natural que emana de la roca y que se ha utilizado durante muchos años para abastecer del preciado líquido a Ronda. Recuerdo que cuando reventaba el venero de la mina era un espectáculo impresionante ver aquella manga enormemente blanca y alta y aquel ruido estruendoso que hacía al sentirse liberada de la piedra. Se cree que el nombre del río Guadalevín (Río del requesón, o leche agria, en árabe) le viene justo de ahí, por aquel color blanco y espumoso.

Había otra utilidad añadida a ésta y era la fábrica de hielo. Allí acudían los industriales rondeños para comprarlo y, algunas veces, también los privados. Por una pequeña cantidad, los críos de entonces, subíamos el hielo envuelto en sacos a quien lo necesitaba y algunas veces a nuestras casas en épocas de mucho calor.

El Puente es de un solo arco de medio punto, de diez metros de diámetro y situado a treinta y uno del cauce del río. Al apoyarse en las rocas laterales hace como una pequeña forma de herradura, de ahí que algunas personas crean y digan que es de origen árabe.

Siempre ha servido como paso para conectar los dos barrios más representativos de Ronda: La ciudad y El Mercadillo.

Testigo de los afanes
que deja el hombre en el viento,
en esa red impalpable
que van tejiendo los tiempos.
Pasillo entre dos historias,
dos almas de un mismo pueblo.
Tránsito de soledades,
de búsquedas sin encuentro,
de verdades sin memoria,
de mentiras sin recuerdo.
Sagrado paso que añora
el insondable silencio.

PUENTES2

PUENTE NUEVO

Como dos eternidades
ahí siguen Ronda y su Tajo,
condenados a entenderse,
como dos enamorados.
Su Tajo parte su alma,
su alma vive en su Tajo,
entregados a su suerte,
al abismo encadenados.
Ronda y su Tajo embebidos,
un mismo sino en sus manos;
Condenados a entenderse
como dos enamorados.

La dos planicies sobre las que se asienta Ronda están unidas, en su parte más alta, por el Puente Nuevo.Se trata de una estructura del siglo XVIII (1.793) que vino a sustituir a la anterior del mismo siglo (1.941), que al ser un arco de punto con más de cincuenta metros, se hundió a los siete años de su construcción. No mencionaré el nombre de los arquitectos que ya tienen una placa conmemorativa de su ridículo. El Munícipe Mayor de la ciudad, por ese tiempo, encargó al Arquitecto D. José Martín de Aldehuela la construcción de este puente; la misma duró cuarenta y dos años y se contó que el día de la inauguración del mismo, el arquitecto se mató al intentar grabar el año de finalización en uno de los escudos laterales del arco principal. Se ha demostrado posteriormente que el tal murió en Málaga en el año 1.804, según consta en su partida defunción.

Sí es verdad que, en el centro del puente, hizo un habitáculo que, también la leyenda y la guía Michelín, se han encargado de decir que era una cárcel. Nada más lejos de la realidad. Ese habitáculo ha sido un poco de todo, desde almacén municipal hasta restaurante y bar típico, explotado por restauradores rondeños. Se eleva a noventa metros de altura.

Su estructura se realizó a fuerza de labrar piedras por los canteros de Ronda, dirigidos por el Maestro Díaz Machuca, hombre de ingenio preclaro que para terminar el puente utilizó una serie de maquinarias, creadas por él, para bajar las piedras hasta la superficie de los tres arcos principales, ya que hasta ese nivel las piedras se subieron por escaleras y rampas que él mismo con el diseño del Arquitecto habían diseñado. Aún quedan estas escaleras, que en la actualidad están en parte cegadas, sobre todo las más bajas.

Cuando se empieza a construir este puente todo el mundo en Ronda comentaba: “¡Se está haciendo un Puente Nuevo!” y de ahí el nombre con el que lo conocemos y es conocido en el mundo entero.

Cuando Benito dirigía con sus bandoleros el Mesón del Puente se celebraban fiestas tales como bautizos, bodas, comuniones…etc. Una de las bodas fue precisamente la mía, con mi primera mujer Mª de los Ángeles.

Sus balconadas, de hierro forjado, son de origen rondeño y desde sus tres ojos, sus miradas al este y al oeste son dignas de los mejores poetas y de los más ilustres pintores. Atardeceres esperanzadores de amaneceres espléndidos, llenos de colores suaves: amarillos, anaranjados, rojos, azules y celestes, del cielo incomparable de Ronda.