ronda tajo

He aquí una historia sucinta; breve, muy breve. En trazos gordos, como corresponde a quien desea conocer su pasado de una manera rigurosa, certera, pero breve. Ya habrá tiempo de ir profundizando; cada uno a su ritmo y a su paso. Pero, ahora, lo importante es saber de dónde venimos, cuáles son nuestros orígenes.
Ronda es nuestra pasión, pero ésta exige conocimiento. Para entender nuestro presente hay que hurgar en el pasado.

Sus orígenes se remontan al Neolítico, según los descubrimientos arqueológicos realizados en su casco antiguo. Eso significa que al menos 6000 años de antigüedad nos contemplan.

Durante la Prehistoria Reciente se asistiría a una proliferación de asentamientos por todo el territorio como demuestran las necrópolis megalíticas: Dolmen del Chopo, de Encinas Borrachas, entre otros.

Es importante el número de dólmenes aparecidos en Ronda así como es sus cercanías.
En el Museo Arqueológico de Málaga se muestran varias piezas encontradas en Ronda y pertenecientes a la Edad del Bronce.

Es en esta época cuando se consoliden igualmente los dos poblados más importantes de la comarca: ACINIPO y RONDA.

 

Los primeros núcleos de población dentro del término parece que están unidos a la presencia de los celtas, a los que seguirían siglos después los tartessos, íberos y otros pueblos.

Muchos de estos asentamientos fueron aprovechados por los romanos, consiguiendo algunos de ellos gran importancia durante el Imperio.

Tal es el caso de Acinipo, a la que Vespasiano otorgó el derecho latino, al mismo nivel que poblaciones como Córdoba y Sevilla.

Esta ciudad, de la que se conservan las ruinas de su teatro a pocos kilómetros de la ciudad de Ronda, por la carretera de Setenil, fue destruida en el siglo V por los vándalos.

Desaparecida Acinipo, tras el período convulso que supuso la caída del Imperio Romano, el centro de atención se dirigirá hacia Ronda, la cual, aún siendo un núcleo muy reducido durante la primera Edad Media, será desde entonces la protagonista de todos los avatares históricos que se dieron cita en este territorio.

Ronda se configura y consolida como ciudad, llegando a ser la capital de una de las Kuras (Provincias) en las que se dividió al-Andalus (la de Takurunna) e, incluso, constituirse en reino independiente (los llamados reinos de taifas) tras la desarticulación del califato cordobés.

Fue una de las plazas más importantes de Andalucía desde el punto de vista militar, político y cultural hasta caer en manos de los almorávides a mediados del siglo XII.
Alfonso XI ya intentó tomar Ronda, pero no logró su objetivo.

Pero el papel más significativo, y por el que es mejor conocida, le llegará con el reino nazarí de Granada, ya que su proximidad a los territorios conquistados por los castellanos le supondrá eregirse, tanto a la ciudad como a la comarca, en enclave fronterizo de especial importancia.

Sería en 1485 cuando cayó en manos cristianas en medio de la gran ofensiva de Fernando el Católico para acabar con el dominio musulmán en las tierras que hoy forman la provincia de Málaga.

Con la conquista de la ciudad por los Reyes Católicos se producirán profundas transformaciones económicas y culturales, que aún hoy es posible apreciar en la fisonomía de la estructura urbana: apertura de plazas antes inexistentes, ensanches de calles, etc.

Pero será el siglo XVIII cuando se construyen los monumentos más significativos y emblemáticos de la aristocracia de entonces y de la Ronda actual. Como el Puente Nuevo para unir la ciudad vieja con los nuevos barrios.

aldehuela

Durante la Guerra de la Independencia, Ronda fue una de las ciudades que más se distinguió en la lucha contra los franceses.
Fueron necesarios dos años para reducirla y después de esto varias partidas organizadas siguieron hostigando al invasor desde las sierras cercanas.
Esta resistencia de guerrillas dio lugar a uno de los más famosos y legendarios focos de bandolerismo de la España del siglo XIX.

A Partir de entonces, y durante todo el siglo XIX, se forja la imagen romántica de la ciudad, así como de su Serranía, en la que el mundo del bandolerismo y de la tauromaquia causarán una profunda impresión en muchos insignes viajeros.
Desde ese momento quedamos catalogados como lugar pintoresco, que hay que visitar.
Adiós industria, comercio, infraestructuras, que ahogan el tipismo. 

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