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Me pusieron de nombre José María, pese a que ya había en mi casa una hermana que se llamaba Josefa. Se ve que mi padre era un ultrasur de su nombre. Mis apellidos (Tornay Ruiz) venían dados por la ascendencia de mis progenitores, si no ¡a saber cómo me hubiera apellidado mi padre!
  Nací en Ronda, aunque la familia vivía en una preciosa (para mí) finquita de la campiña de Ronda la Vieja (entrañable nombre). Creo que el hecho se produjo en la c/Almendra, nº 17 (no sé si corresponde con la numeración actual de la calle; lo dudo, dada la afición de los munícipes a alterar el orden de las numeraciones y el sentido de circulación de las vías públicas) y atendió a mi madre una matrona (Doña Ana), nombre tan repetido en mi infancia, que pasó también a ser entrañable.
A pesar de ello, me inscribieron en Arriate, donde tuvo lugar mi bautismo, de ahí que en el carnet figure esta población como mi patria chica. Eso me da derecho a tener dos pueblos, tan entrañablemente (otra vez) rivales. Tal vez yo sea el eslabón perdido. Mi padre era natural de Montejaque, el pueblo del seductor Mañara de Antonio Machado y mi madre, de mi patria de adscripción, arriateña ella. Si sigo así terminaré haciendo el capítulo primero de mis memorias, que no vienen al caso; aunque ¡quién sabe! si no serían interesantes…para mí por lo menos.A los diez años nos trasladamos a Ronda, decisión  que supongo estuvo determinada por el deseo de mis padres de convertirme en el primer estudiante de la familia.Desde entonces vivo aquí, integrado en este pueblo, donde he tenido la suerte de encontrar mi inestabilidad laboral (lo  digo porque no soy funcionario y, ya se sabe, siempre estamos expuestos a…cualquier cosa). Dice el diploma de mis estudios que soy Licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación, especialidad de Supervisión Educativa.  En otro pone que  soy Diplomado en Psicología. He empezado alguna que otra carrera pero ya no hay más títulos. Actualmente estoy estudiando Filosofía Pura. Durante 12 años, creo, fui director del Colegio Santa Teresa (también entrañable como no cabía esperar menos). En verano, durante esos tiempos dirigía la Colonia de Verano de «Las Delicias». Antes, ya había trabajado allí, cuando era Colegio Menor. Algún que otro verano los pasé en la Colonia de Sabinillas (qué buen pueblo y qué buena gente). Desde hace siete años    estoy destinado en el Colegio «Fernando de los Ríos», antes llamado San Francisco, ubicado en el barrio de dicho nombre (El Barrio por antonomasia de Ronda). Si sigo así, terminaré escribiendo mi currículum vitae y no es el momento.
Seguramente de lo que me siento más orgulloso, aparte de la familia, (que después se enfadan), es de mi condición de músico, aunque no puedo presentar ningún certificado oficial, pero sí vocación y experiencia (no sé si capacidad); de talento… mejor no hablamos hoy. ¡QUÉ TIEMPOS AQUELLOS DEL T.E.S. DYNAMO! ¡Cuánta gente agradecida al esfuerzo que hicimos en aquellos años!
Y aquí estamos, intentando aprender a montar una página diabólica de éstas (¡cuánto clic de ratón! ¡cuánto hipervínculo! ¡cuántas horas!). La empecé con dos objetivos: conocer los mecanismos de su construcción y poner en orden el montón de pequeñas pamplinas que a uno se le han ido ocurriendo a lo largo de la vida. Era una excusa estupenda. He intentado poner una muestra de mis aficiones (creo que la llamaré CADA LOCO CON SUS TEMAS): música, poesía, humor, reflexiones, teatro…algo abierto como debe ser, creo yo, la filosofía de una página web: algo vivo que se va construyendo permanentemente y que no conoce el punto final.  

Un regalao de la artista rondeña ANA BECERRA
Otro regalo de Ana

YO
Yo no tengo estatura de gigante,
nunca fui de guaperas por la vida,
procuré caminar siempre adelante,
jamás di la utopía por perdida.
Mis prendas no pondré nunca en la mesa
ni tengo que ocultar mi lado oscuro:
el pasado tan sólo me interesa
si alumbra con sus luces el futuro.
Intento no quedarme en la corteza
del fruto que comparto con los otros:
hace tiempo aprendí que la riqueza
no está fuera, está dentro de nosotros.
Me río de las cosas importantes
que alarman a la gente bienpensada;
procuro no llevar en el semblante
las aristas del alma cabreada.
Hago frente a los toros que me embisten
sin medirles su grado de fiereza;
lo mismo que Sabina, soy un triste,
un triste que se ríe de la tristeza.

RETRATO
Ese que marcha imprudente
encima de unos zapatos,
no soy yo, sino el retrato,
que ha hecho de mí la gente.
Con él vivo a cielo abierto,
con él duermo y me levanto,
con él, a veces, me espanto
y, otras veces, me divierto.
Este que va desolado
dentro de unos pantalones,
anda el pobre atribulado
enjaretando canciones.
Este que sabe a verano
y que detesta el invierno
tiene la piel de espartano,
con un corazón muy tierno.
Ese que marcha deprisa,
camino a ninguna parte,
-no vayas a equivocarte-
sabe el terreno que pisa.
Sabe bien que los humanos
como podemos vivimos
y más que vernos hermanos
nos tratamos como primos.
Sabe también que el dinero,
para la gran mayoría
es el motivo primero
para afrontar cada día.
Y conoce a los enanos
mentales que no se enteran,
y a esos corazones vanos,
que ofenden aunque no quieran.
Y detesta a los canallas
Y aborrece a las arpías,
y levanta una muralla
frente a la melancolía.

 

Ese que tiembla, escondido
por detrás de una sonrisa,
tiene la astucia precisa
para no verse perdido.
Ese amigo de los locos
y de las causas perdidas
tiene alergia como pocos
a las verdades podridas.
A ese que cubre un abrigo
y lo arropa una bufanda
se mata por sus amigos,
aunque suene a propaganda.
Ese que tiene agujetas
en su alma proletaria,
tiene vicios de poeta
y la virtud necesaria.
Ese que va taciturno
con la mirada perdida,
nada tiene de nocturno;
perdona, pero no olvida.
Ese con cara de serio
escarchado de tristeza,
no conoce la pereza
ni la paz del cementerio.
Este que tiene pedradas
y sucesos infelices
tiene muchas cicatrices,
pero todas olvidadas.
Y le apetece volar,
aunque no en los aviones,
pero le sobran cojones
para saltar y soñar.

352.- José María Tornay. Cada loco con sus temas
Era evidente lo necesario de que un personaje tan polifacético y tan válido como José María Tornay anduviera por aquí. Era evidente que escribir estas humildes pinceladas sobre su persona era una tarea tan difícil como honorífica. Era evidente que aún sin conocerlo en profundidad, cualquier rondeño de a pie, cualquier rondeño de andar por casa puede decir sin miedo a equivocarse que es uno de esos rondeños necesarios.
José María Tornay es un alma polifacética capaz de todo y con habilidad para muchas cosas. En tiempos se dedicó a la enseñanza y el mejor testimonio que queda de lo que fue como maestro es la opinión de sus alumnos. Cada vez que me topo con uno de ellos y sale el nombre de José María Tornay es como si una llama iluminara su cara y su corazón se llenara de caramelos aunque sólo sea de recordar la tierna infancia y la fugaz adolescencia.
Ahí quedo su labor. Necesaria como la de todos los maestros. Importante como la de todos los educadores. Una labor que desarrolló siempre con la humildad de quien se sabe poseedor de conocimientos que necesita transmitir. Una fuente manando sabiduría. A mi no me dio clase nunca, pero sólo necesito ver la cara de quien ocupo un pupitre a su lado.
En el plano más artístico su validez va desde la pluma hasta la guitarra pasando por el rapsoda o el solista. Hombre completo y de inquietudes de las que enriquecen a un pueblo.
Durante muchos años ha estado en el TES y a día de hoy sigue haciendo teatro y sigue inventando cosas: Entre amigos, La Plaza del amor… son tantas ideas y tantos nombres que quedan como simples amalgamas de palabras en el aire en comparación de tanto hueco que han llenado y tanta cultura que han desprendido.
José María es un enamorado de la música. Ayer, cuando le hice esta foto, lo estuve mirando. Observaba absorto la belleza de dos guitarras y un bajo sostenidos en los atriles con la cruda frialdad de la cámara negra de un teatro. Con una gorrilla de marinero y media sonrisa se deleitaba con la escena como quien mira una obra de arte o un paisaje bonito. Para él eso es su vida.
Lo veo moverse, comportarse, expresarse y es como si estuviera viendo a su alter ego, a Serrat. Un Serrat de lo más serrano y con acento andaluz. Lo veo hablar y a ratos, me gustaría parecerme a él. Sólo que cuando llevas un rato mirando a José María Tornay te das cuenta de que es único e irrepetible.
Te das cuenta de que los bohemios todavía resisten el azote de los años y de la sociedad criminal que los cuestiona. Te das cuenta que la poesía todavía cabe en nos labios prestados.
Te das cuenta de que hay gente necesaria por lo que dice, por lo que piensa, por lo que hace…o por las tres cosas.
No lo duden. Es su caso. El caso de José María Tornay.
De comer dice que se quedó en principio con el queso. Cualquier tipo de queso. Aunque luego se acordó del marisco. Todo con una sonrisa. Todo con agrado. Todo como si hablar fuese soñar con la boca.
José María Tornay. Arte y sensibilidad.

alba
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