Un día más que se esconde,
la tarde, lenta, se va despacio;
el sol se marcha a otras tierras,
la ocupación se torna en descanso.
Y con la noche vuelve a empezar
la cara alegre de la ciudad.
Y cada uno a su sitio:
unos a casa, otros al bar;
las discotecas se llenan,
otros pasean sin más.
Unos ocultan su pena
tras una máscara de cinismo
y otros muestran su alegría,
lo que viene a ser lo mismo.
Y nuestras calles los ven pasar
y se comentan sordas y mudas:
son los fantasmas de la ciudad
que van buscando otra vez la luna.
Y otra noche que se rinde,
la aurora, lenta, se va acercando;
el sol se vuelve sirena
y el ocio deja el sitio al trabajo.
El ciclo vuelve a recomenzar:
es la otra cara de la ciudad.
Y cada uno a sus cosas:
unos despacho, otros cemento;
aquel pretende ascender,
éste, conservar su puesto
Unos que viven tirando,
otros que tiran viviendo
y otros muchos esperando
que vengan mejores tiempos.
Y nuestras calles los ven pasar
y se comentan, sordas y mudas:
son los fantasmas de la ciudad
que siguen sin encontrar la luna.