Mira al cielo tu torre, indiferente
al miedo y a las prisas terrenales,
a las ansias de amor primaverales,
a los locos afanes de la gente.

Palestra de codicias contingentes,
centro de los anhelos celestiales
de las almas de bien, angelicales,
de cándidos, ingenuos y prudentes.

En tus paredes duermen los empeños
de salvación que tienen los humanos;
sus certezas, sus dudas y sus sueños

en tu gloria forjada con sus manos.
Orgullo natural de los rondeños,
refugio del fervor de los cristianos.

Aquí sigue la mano de Teresa
envuelta en devociones centenarias,
y al margen de razones doctrinarias
en su reliquia aún vive la abadesa.

Mas no sólo de fe viven los fieles
y en la obra que fundara Teresita
las plácidas y dulces carmelitas
confeccionan fantásticos pasteles

donde ponen esencias celestiales,
cabellos de angelotes marfileños
y hasta huesos de santos inmortales

y en especial fabrican con empeño
con sus manos divinas, maternales,
un glorioso y bendito «pan rondeño».

Primera iglesia de Ronda,
escoltada por palmeras
y un campanario que anuncia
al pueblo la buena nueva.
Consuelo de caminantes,
construida en las afueras,
alivio de peregrinos
junto a los puentes de piedra.

Santuario de la Paz,
regocijo de las almas,
virgen preñada de amor,
vecina de quien les habla.
Canta un cárabo su canto
en su elegante espadaña
y yo llevo en la cabeza
sus familiares campanas.
Patrona de los rondeños,
alcaldesa pura y santa;
a la Virgen de la Paz
los auroreros le cantan.

Aroma de Viernes Santo
derrama tu piel rocosa
y en el aire que te envuelve
hay un atisbo de gloria.
A la grupa de los vientos
que van puliendo la historia,
entre murallas guardada,
tú te levantas airosa,
hacia ese cielo infinito,
cielo imposible de Ronda,
entre La Ciudad y el Barrio,
entre luces y entre sombras.

Templo que los Trinitarios
levantaron hace siglos,
dedicado a la patrona
de la música y los músicos.
Santa delante de un clave,
alegrando el paraíso,
mientras los santos se arroban
en eterno regocijo..

Templo que los Trinitarios
levantaron hace siglos,
dedicado a la patrona
de la música y los músicos.
Santa delante de un clave,
alegrando el paraíso,
mientras los santos se arroban
en eterno regocijo.