Del cerdo hasta los andares
dice la voz popular,
¡a mí me gusta del cerdo
hasta su dulce mirar!
En los recios encinares
se alimenta este caviar,
generoso, milenario,
español, universal.
De dehesas solitarias
nace este nuevo maná,
este divino alimento,
un regalo celestial.
¡A mí me gusta del cerdo
hasta su triste mirar!
Del cerdo hasta los andares,
dice la voz popular.

Estos brebajes sagrados,
estas preciosas sustancias
te echan fuera los colores
y las penitas del alma.
Con ellos calmar la sed
es imprudencia tamaña,
pero son un regocijo
si se los toma con calma.
El Tajo vuelto ambrosía
que los sentidos relaja,
es un regalo del cielo
que mana de las montañas.
Disfruta de la vida,
tómate un trago,
pero tan sólo uno,
es lo que yo hago.

De esta sierra generosa
de su azúcar y su leche,
de sus sabios confiteros,
de los huevos y las mieles
brotan materias preciosas,
nacen sabrosos pasteles:
piñonates y bizcochos,
pestiños, bollos de leche,
mazapanes y turrones,
huevos nevados sin nieve,
mermeladas, pan rondeño
huesos de santos y alegres
yemas del Tajo, imposibles
y tiernas exquisiteces.
Estas glorias celestiales
son un placer tan profundo
que convierten a mi pueblo
en el más dulce del mundo.